El análisis del sistema de elección utilizado en el país que permite la asignación de escaños por subcociente y residuo, es asunto de suma importancia en estos días y que debe realizarse a partir de una visión de conjunto acerca de los valores que conforman un sistema democrático, y concretamente el sistema democrático costarricense.

Son peligrosas las confusiones

Es bueno aclarar que lo que sí es cierto y respecto de lo que no hay discusión es que el sistema de adjudicación de escaños por subcociente no pretende como objetivo excluir a las minorías. Todo lo contrario, esta diseñado y animado por la lógica de la representación proporcional y por un esfuerzo para garantizar la representación de tales minorías. A diferencia de lo que se dice, bien valdría establecer un sistema proporcional nacional en donde cada quién resulte estrictamente representado según su fuerza. En el pasado ha habido muy buenos diputados —menciono a don Manuel Mora Valverde— a pesar de sus exiguos apoyos.

En buena medida el sistema de asignación de escaños no es más que un conjunto de instrumentos y técnicas dirigidas a materializar la concepción de democracia y del poder. Toda sociedad democrática se plantea el problema primario de decidir acerca del mecanismo electoral más acorde con sus valores y principios. La disyuntiva en sus términos más generales se reduce a escoger entre dos grandes sistemas: el sistema mayoritario y el sistema proporcional. Siguiendo a Nohlen Dieter respondemos que el objetivo que se persigue con la representación por mayoría es producir una mayoría parlamentaria para un partido (o coalición de partidos) a diferencia del sistema proporcional con el que se busca es reflejar lo más fielmente posible las fuerzas sociales y agrupaciones políticas existentes.

El sistema electoral costarricense desestimó para designar la Asamblea Legislativa el sistema mayoritario, inclinándose abiertamente por el de la proporcionalidad en atención al derecho de participación de las minorías y del pluripartidismo. Dicha opción se puso de manifiesto en la discusión suscitada en la Asamblea Nacional Constituyente en donde fueron contestes los diputados en defender todos el derecho de representación de las minorías, punto en el que hubo amplio consenso —como se puede constatar en las actas número 54 y 55 de la Asamblea Nacional Constituyente—. De manera que al escogerse el sistema proporcional como mecanismo para traducir la voluntad política de la ciudadanía (los votos) en poder político (escaños) se optó por los valores que promueven el consenso, el diálogo, el pluripartidismo, la representación justa y equitativa, el equilibrio entre distintas fuerzas sociales por la vía de su participación. Es decir, se optó por un sistema representativo que impone barreras y límites a la mayoría a efectos de que esta no degenere en tiranía.

El signo distintivo de una sociedad pluralista es la competencia de partidos y las elecciones disputadas (por oposición a las elecciones no disputadas propias de regímenes totalitarios). Es por medio de las elecciones disputadas que los ciudadanos escogen a sus gobernantes y, en terminología de André Houriou, a "censores" de quienes  gobiernan, es decir, las personas que asumen una curul y desde esta pueden ejercer el control político del Parlamento. Es por ello que, muy bien le haría a la sociedad costarricense, y al interés nacional, un avance en tema de representación parlamentaria orientado hacia un sistema más parlamentario.

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