Cualquiera que como votante responsable haya intentado leer planes de gobierno para tomar su decisión en la actual campaña electoral se ha topado con la misma dura suerte: la tarea además de titánica, implica dedicarle un gran número de horas (las cuales la mayoría del electorado no disponemos), así como triple dosis de paciencia (que tampoco nos sobra). Adicionalmente requiere un grado de concentración, comprensión de lectura y capacidad de síntesis de nivel de investigación académica. Para quienes aspiramos a ser votantes responsables, el ejercicio de revisarlos tiene más altas probabilidades de generar desidia y confusión que claridad.

Desde hace varias elecciones y por deformación profesional, noto un problema con los planes de gobierno que cualquiera en consultoría, planeamiento estratégico o en su defecto, que haya reclutado personal o hecho una tesis, puede fácilmente identificar: los planes de gobierno no parten de una misma línea base. Este hecho, más la ausencia de un formato estandarizado y amigable, los hace desde el inicio, incomparables y por tanto prácticamente inservibles como herramienta de toma de decisiones electoral.

Si bien el presentar un plan de gobierno es un requerimiento para los partidos inscritos, el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), y es razonable que se de libertad de contenido en términos de propuestas, el no exigir el cumplimiento de lineamientos mínimos que permitan dar una estructura y formato estándar a los planes genera disparidad y desigualdad de condiciones para todos los partidos ante los votantes en cuanto a la presentación de información “desde la salida”. Este punto es medular para promover no sólo el conocimiento sino dar oportunidad de análisis justo a todas las propuestas partidistas. Como en cualquier proceso de reclutamiento de personal (la elección es la selección de un equipo de gobierno) es indispensable que todos los oferentes se presenten respondiendo a parámetros de evaluación similares, y que se les permita demostrar sus capacidades y habilidades, bajo un mismo set de condiciones que faciliten al electorado conocerles, analizar de sus ventajas y desventajas sin perder noches en vela.

La ausencia de lo anterior dificulta además el acceso y asimilación para la totalidad del electorado, especialmente para ciertos grupos (etarios, vulnerables, con poco tiempo, etc.). Y una vez pasada la elección, afecta también los procesos de rendición de cuentas, pues desestimula que la población se apoye en el plan de gobierno para dar seguimiento y vigilancia al desempeño del partido electo. Mejor dicho, en la actualidad, todos estos factores le restan credibilidad y usabilidad a los planes a corto y largo plazo y nos obligan a comparar no “peras con peras, que es lo ideal, sino con manzanas, naranjas, mandarinas y piñas”.

Para profundizar en lo anterior, vale la pena pasarlos por los siguientes filtros:

  • Estructura temática: quien quiera que llegue a gobernar tendrá que lidiar con los mismos retos y tendrá que administrar la misma cantidad de instituciones que componen el estado. Sin embargo se deja por la libre a los partidos que propongan lo que sea sin tomar en cuenta que hay una base de necesidades y prioridades-país que tendrán sí o sí que atender. El plan de gobierno no debe ser un diagnóstico, sino una ruta de soluciones a necesidades ampliamente identificadas por índices es de desarrollo, competitividad y bienestar social, ambiental y de gobernanza, locales e internacionales, así como organizaciones públicas y privadas (Estado de la Nación, OCDE). Debe dar respuesta a prioridades país en distintos insumos y compromisos locales e internacionales del país, como por ejemplo los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), etc. El electorado necesita ver qué proponen y cómo piensa ejecutar el gobierno electo, idealmente bajo parámetros comunes.
  • Facilidad de visualización: el carecer de estandarización en cuanto a línea gráfica genera importantes disparidades en cuanto a la facilidad y capacidad de visualización, así como de comprensión e impacto. Ni qué decir que coloca en condición de desventaja a partidos con menos fondeo para acceder a mejores servicios de soporte en comunicación y diseño gráfico.
  • Extensión: el que hayan planes de 50+ páginas desincentiva la lectura por parte de un electorado sin tiempo para dedicarse a leer grandes documentos y por ende afecta la cantidad de planes que una persona promedio es capaz de revisar y cuya información puede retener. La búsqueda de aspectos puntuales para poder comparar toma enormes cantidades de tiempo y minucia que desmotiva a cualquiera a realizar el ejercicio.
  • Accesibilidad: el no contar con criterios de estandarización del formato de los planes afecta la accesibilidad de la información para un gran grupo del electorado. Esto incluye aspectos relativos a hacer la comunicación accesible en cuanto terminología para garantizar la comprensión y acceso para toda la ciudadanía. Las diferencias y la no utilización de un lenguaje escrito y visual común fácilmente puede generar exclusión en segmentos de votantes como adultos mayores, personas con discapacidad e incluso baja escolaridad o trastornos de salud mental o cognitiva, que pueden no estar familiarizados con términos técnicos o legales. Los documentos están hechos para verse mejor en computadora o tablet, complicando la lectura de los mismos en celular que es el dispositivo al que más personas tienen acceso.
  • Invisibilización de la totalidad de la oferta electoral: en especial de partidos más pequeños, desconocidos o con menos recursos para comunicación. La dificultad en tiempo, acceso y comprensión de los planes, sumada a la cantidad de partidos inscritos implica que realistamente el promedio de electores podría leerse a lo sumo unos 4 planes de gobierno. Esto afecta directamente la capacidad de cualquier votante de conocer todas las propuestas disponibles, en particular de partidos incipientes, menos conocidos o con menos fondos para anunciarse o hacer planes atractivos. Incluso teniendo tiempo para la lectura, la forma dispar en que cada quien presenta información sobre temas que todos deberían atender se hace virtualmente imposible que el electorado pueda revisar, identificar y hacer un análisis concienzudo de las propuestas de la oferta electoral.
  • Disparidades y omisiones voluntarias e involuntarias en cobertura de temas clave: Si bien el ejercicio de la construcción del plan de gobierno debe sustentarse en la libertad de propuestas, el estado tiene una estructura fija en cuanto a instituciones que lo componen, temas que atiende y competencias propias del Ejecutivo. En este sentido los contenidos, para que realmente podamos comparar deben guardar un mínimo de ejes temáticos (llamados de la misma manera) y cobertura que permita dimensionar lo que cada partido procuraría implementar en la variedad de temas e instituciones que componen el estado y que sí o sí tendrá que atender. Esto evita sorpresas y además sienta una base para la vigilancia multi-sectorial. Muchos no cubren los mismos temas, no los llaman igual (ésto obliga a navegar perdiendo valioso tiempo para poder identificar qué punto en plan A sería comparable con el de plan B). Enmarcar dentro de una misma línea base permitiría ver las posturas de los partidos de forma más justa y objetiva, evitando que omitan posiciones en temas en que se consideran débiles, antagónicos o que desconocen pero que igual tendrán que atender. Si se les diera esta guía mínima los partidos podrían proponer y plantear propuestas más estratégicas y realistas, con cobertura de los temas más urgentes que todos van a tener en común y dejando apartados para proponer otros temas de consideración o interés particular de cada partido.
  • Impacto en monitoreo y evaluación del desempeño: la ausencia de que las propuestas vengan sustentadas en viabilidad, en como se realizará el monitoreo (frecuencia), y la evaluación de resultados (indicadores de desempeño), así como responsables (en gran cantidad de las propuestas, no es el Ejecutivo quien podría llevar a cabo las acciones), y la rendición de cuentas (frecuencia/medio), le restan credibilidad y seriedad a una herramienta que debería ser el principal insumo para tomar decisiones electorales.
  • Orden y flujo de lectura: Tener una misma estructura y orden temático para todos resultaría lo más ordenado y permitiría evaluar las propuestas bajo el mismo lente

En la actualidad, incluso para alguien con conocimiento técnico todo este compendio de factores afecta la calidad de la experiencia de lectura y resta valor a los planes como instrumento de toma de decisiones electoral. Al final, es tan tortuoso el proceso completo, que el resultado es: o la desidia para leer o la pérdida demasiadas horas en el proceso.

La democracia se sustenta en principios de igualdad y accesibilidad, es urgente y necesario que la institucionalidad facilite, no entorpezca el ejercicio de conocer y comparar la oferta electoral, y que propicie que los votantes tengamos información estandarizada, optimizada y oportuna para poder tomar la mejor decisión en la carrera electoral. De la comunicación de calidad depende en gran parte el fortalecimiento de nuestra democracia, el cumplimiento del deber cívico del voto y la accesibilidad de este derecho a toda la ciudadanía. Insto a las autoridades a reformar esta herramienta de cara a futuras elecciones.

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