La crisis política que está sufriendo Kazajistán ha dado un giro inesperado en esta última semana. Kassym-Jomart Tokayev, actual presidente y sucesor del histórico dirigente Nazarbáyev, quien gobernó esta antigua república soviética desde su independencia en 1991 hasta 2019, pidió a Vladimir Putin ejecutar el Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) para recuperar el control del país.
Kazajistán, un país 5 veces más extenso que España y rico en hidrocarburos, comparte con Rusia la segunda frontera terrestre más larga del mundo, y es junto a Armenia, Bielorrusia, Kirguistán y Tayikistán parte de un pacto de defensa mutua dirigido por Rusia.
Los disturbios y las protestas fueron inicialmente motivadas por el aumento de los precios del combustible en el oeste del país. Con el paso de los días se trasladaron a las principales ciudades de todo el país y sus motivos se generalizaron debido a décadas de corrupción, pobreza y desigualdad que sufre este país centroasiático.
Cuando las revueltas se fueron extendiendo Tokavev destituyó al primer ministro, Askar Mamin, y a todo su gabinete. Inmediatamente se conformó un nuevo ejecutivo liderado por el hasta ahora viceprimer ministro, Alijan Smailov. El responsable de sus servicios de espionaje, Karim Masimov, también fue destituido y días después de estar desaparecido fue detenido por alta traición.
A pesar de que en Kazajistán no existe una verdadera oposición política, los manifestantes buscan traducir sus demandas en reformas políticas que mejoren la calidad de vida de sus ciudadanos. La respuesta del régimen ha sido clara: declarar a los manifestantes terroristas y oprimir cualquier tipo de resistencia. Las ciudades más pobladas han entrado en un estado de emergencia de dos semanas. Se ha decretado toque de queda en Nur-sultán, y el acceso a internet ha sido limitado en todo el territorio.
¿Qué ha pasado con Rusia?
Por su parte Putin asume una vez más su papel protector de los regímenes post-soviéticos, tal como lo hizo en Bielorrusia. A pesar de que el tratado de seguridad colectiva fue concebido como un pacto de defensa mutua ante amenazas extranjeras, no está pensado para cuestiones internas. El régimen kazajo alega que los manifestantes tienen apoyo extranjero y a Putin le ha parecido una excusa suficiente para activar dicho tratado.
La decisión de enviar "tropas de mantenimiento de la paz" a Kazajistán se produce justo cuando Rusia y Estados Unidos están por iniciar conversaciones sobre Ucrania debido principalmente a la gran cantidad de militares rusos que aguardan en la frontera con ese país. El peligro de una invasión militar rusa a Ucrania tiene a Estados Unidos y la Unión Europea con la mirada puesta en el Kremlin.
Probablemente Putin haya pensado que la inestabilidad del país vecino no llega en buen momento para Rusia. No es ningún secreto afirmar que Ucrania se ha convertido en la gran obsesión de Putin, y por ello exhibe ante los ojos del mundo 100.000 soldados a escasos metros de territorio ucraniano.
El hecho de que existan señales de desestabilización en las antiguas repúblicas soviéticas hace que el Kremlin se tome cualquier señal de ayuda como un asunto prioritario en sus intereses geopolíticos. El reciente caso de Bielorrusia evidencia el temor que tienen en Rusia a que caigan los regímenes autoritarios nacidos del colapso de la Unión Soviética.
Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio. Delfino.CR es un medio independiente, abierto a la opinión de sus lectores. Si desea publicar en Teclado Abierto, consulte nuestra guía para averiguar cómo hacerlo.