Esta campaña es atípica a todas luces. La mayor cantidad de aspirantes a la Presidencia de la República, los mayores niveles de indecisión según distintas encuestas y, por si fuera poco, en medio de una pandemia.
Y aunque se han venido dando esfuerzos por parte del Tribunal Supremo de Elecciones, algunos medios de comunicación y de los mismos partidos políticos por dar a conocer la oferta electoral para ocupar las 57 curules en la Asamblea Legislativa, seguimos sabiendo poco de estas candidaturas.
Nos concentramos demasiado en la Presidencia de la República, pero olvidamos que la Asamblea Legislativa es el primer Poder de la República y que quienes la conforman tienen en sus manos una gran cantidad de decisiones de impacto nacional.
Por eso, cuando el Centro de Investigación y Estudios Políticos de la Universidad de Costa Rica, nos muestra niveles de indecisión para la elección de diputados, de hasta un 86% en Puntarenas, 71% en Limón, 64% en Guanacaste y 61% en Alajuela, con números no menos preocupantes en el resto del país, deberían de encenderse todas las alarmas de nuestro sistema político.
¿Quiénes aspiran a una diputación y por cuál partido? ¿Cuál es su formación académica y su trayectoria laboral? ¿A qué sectores representan? ¿Quién financia su campaña? ¿Están aspirando también a la Presidencia de la República en una doble postulación? ¿Tienen antecedentes penales o cuestionamientos éticos importantes? ¿Conocen el Reglamento legislativo? ¿Se habrán leído al menos el artículo 121 constitucional que engloba la mayoría de sus atribuciones?
Estas son solo algunas de las preguntas que a pocos días de las elecciones deberíamos tener claras, al menos con relación a quienes aspiran a una diputación en nuestra provincia de residencia, pero que deberíamos tener respondidas con respecto al resto, dado que necesitamos el panorama completo de eventuales miembros del Congreso.
Recordemos que corresponde a las diputadas y diputados de la República no solo dictar las leyes, reformarlas, derogarlas y darles interpretación auténtica, sino también nombrar los Magistrados de la Corte Suprema de Justicia y al Regulador General; aprobar o improbar los convenios internacionales y tratados públicos; dar o no su consentimiento para el ingreso de tropas extranjeras al territorio nacional y para la permanencia de naves de guerra en los puertos y aeródromos; dictar los presupuestos ordinarios y extraordinarios de la República; nombrar al Contralor y Subcontralor Generales de la República, así como a los jerarcas de la Defensoría de los Habitantes; establecer, derogar o modificar los impuestos; aprobar o improbar los empréstitos o convenios similares que se relacionen con el crédito público, celebrados por el Poder Ejecutivo; nombrar Comisiones para que investiguen cualquier asunto que la Asamblea les encomiende, y rindan el informe correspondiente y, formular interpelaciones a los Ministros de Gobierno o censurar a los mismos funcionarios, cuando a juicio de la Asamblea fueren culpables de actos inconstitucionales o ilegales, entre muchas otras funciones más.
Pero además de lo meramente formal, necesitamos saber también si tienen un compromiso real con los principios, lineamientos y propuestas del partido político por cual aspiran a la curul, o son de quienes brincan de partido en partido en cada elección, usándolo como un vehículo para alcanzar el poder. Recordemos que hoy tenemos una gran cantidad de “independientes” que se creen con el derecho de no responder a nadie más que a sí mismos, defraudando a los electores que confiaron en su partido.
¿Y qué sabemos de sus propuestas sobre grandes temas nacionales? Reactivación económica, lucha contra la corrupción, reforma del Estado, apoyo a nuevos impuestos, movilidad urbana, cambio climático, derechos humanos, atención de la pandemia, seguridad ciudadana, recurso hídrico, legislación contra el acoso laboral, sistema de pensiones, reforma educativa, generación de empleo, entre muchísimos otros temas más.
El mecanismo de elección requiere cambios y también deberíamos pensar en eso, pero por lo pronto, no vale con quejarse cada cuatro años, porque la responsabilidad ciudadana también nos lleva a informarnos para tomar las mejores decisiones. La conformación de la Asamblea importa, e importa mucho.
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