El pasado 12 de septiembre, en el Gran Premio de Monza, el campeón de la Fórmula 1, Lewis Hamilton, burló a la muerte gracias a la implementación de un dispositivo de seguridad conocido como el halo. El británico y el holandés Max Verstappen se toparon en la segunda curva del circuito italiano, cuando el monoplaza del holandés voló por los aires y cayó sobre el de Hamilton. Afortunadamente, gracias al halo, Hamilton logró salir por sus propios medios sin lesiones de consideración.

El halo es un elemento ultrarresistente, fabricado en titanio con una forma de “Y”, que se instala en el habitáculo de los automóviles de la Fórmula 1. Este elemento tiene una resistencia de hasta 12 toneladas, lo que equivale al peso de un autobús londinense de dos pisos.

El halo se introdujo a la Fórmula 1, en la temporada 2018, como un mecanismo de seguridad que protege la cabeza de los pilotos. Durante varios años, en conjunto con todas las escuderías, la Federación Internacional del Automóvil (FIA) realizó numerosas pruebas para definir el diseño de este elemento de protección. Finalmente se implementó de forma obligatoria, bajo una lluvia de críticas y objeciones.

Detractores y riesgos

Kimi Räikkönen fue el primer piloto que probó el halo en su automóvil. En sus primeras declaraciones, manifestó que podían tirarlo a la basura. El piloto Carlos Sainz señaló que era más difícil subirse y bajarse del auto y el director ejecutivo de la escudería de Mercedes Benz, Toto Wolf, comentó que lo arrancaría con una sierra sin pensarlo.

Incluso Lewis Hamilton se oponía a la implementación de esta medida de seguridad. Aseguraba que la Fórmula 1 era un deporte de riesgo y que los pilotos estaban dispuestos a asumirlo. Además, afirmaba que ese sería el peor cambio estético en los monoplazas en la historia del deporte. Años después, el halo le salvó la vida.

Este panorama evidencia la importancia de implementar medidas de seguridad bajo un enfoque participativo que involucre a todos los involucrados en el proceso. En el entorno laboral, es necesario involucrar activamente a los trabajadores en el diseño de soluciones que, además de funcionales, sean bien aceptadas por el usuario final.

Además, la implementación de nuevas medidas de seguridad o controles siempre debe estar acompañada de una adecuada evaluación de riesgos. En el caso del halo, una de las principales objeciones señalaba la reducción del campo visual de los pilotos. Muchos pilotos manifestaban que el halo era incluso un riesgo, debido al bloqueo parcial de su visibilidad producido por el nuevo elemento central.

Controles críticos e investigación de incidentes

Desde su implementación, el halo ha salvado la vida de cuatro pilotos. El más reciente es el actual campeón de la Fórmula 1. La llanta trasera derecha del auto de Verstappen cayó justo sobre su cabeza, rozando su casco. Expertos aseguran que de no haber sido por el halo, Hamilton habría muerto desnucado instantáneamente.

Esto hace reflexionar sobre la importancia de implementar controles robustos para controlar peligros críticos en el desempeño de cualquier trabajo. En este caso, el control robusto está asociado a un control de ingeniería: la implementación de una estructura física se encargada de mitigar el potencial efecto negativo.

Los controles robustos son aquellos que funcionan y dependen en la menor medida posible de las personas. Es decir, un control robusto debe ser capaz de trabajar por sí mismo, sin importar las circunstancias. Cualquier control que tenga dependencia del factor humano, eventualmente va a fallar. Esto es evidente cuando se analiza el accidente de Hamilton y Verstappen.

Existe una serie de reglamentos que prohíben a los pilotos realizar ciertas maniobras, esto se conoce como controles administrativos. Este tipo de controles son débiles, ya que dependen de la obediencia de cada uno de los pilotos. Otro control débil, que usualmente se utiliza como único control, es el uso de equipos de protección personal. En el caso de Hamilton, el uso de su casco de seguridad como única medida de seguridad, no habría sido suficiente para evitar su muerte.

Los accidentes fatales más recordados de la Fórmula 1 son los del brasileño Aytron Senna, en 1994, y Jules Bianchi, en 2014. Ambos pilotos fallecieron luego de colisionar a gran velocidad contra objetos contundentes. Senna no pudo tomar la curva Tamburello, en San Marino, lo que hizo que impactara un muro de concreto a más de 200 km/h. Falleció al instante. Bianchi murió nueve meses después de su accidente, que se produjo al salir de la curva Dunlop, en Japón, cuando perdió el control de su monoplaza e impactó una grúa a más de 125 km/h.

¿Habría evitado el halo las muertes de estos pilotos? Quizás esa interrogante no tenga respuesta. Lo cierto es que el halo fue diseñado para contener impactos desde la parte superior y proteger al piloto en caso de vuelcos, lo que sugiere que esas fatalidades anteriores no se tomaron en consideración al diseñar esta medida.

Las investigaciones de incidentes deben servir como insumo para la implementación de controles. Esto reduce las posibilidades de que un incidente se repita o, al menos, que sus consecuencias sean menores. En el entorno laboral es esencial utilizar métodos validados para investigar todos los incidentes y extraer de ellos la mayor información posible. Un incidente que no se investiga está destinado a repetirse, tarde o temprano.

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