El pasado domingo 26 de setiembre se conmemoró el Día Mundial para la prevención de los embarazos en adolescentes. Según la Organización de Naciones Unidas, América Latina es la región con la tasa más alta de embarazos adolescentes a nivel mundial. Aunque nuestro país representa el que menos embarazos adolescentes tiene por año en Centroamérica.

Queremos hacer un recorrido para definir qué es el embarazo en adolescentes, por qué es importante su prevención y cómo se puede prevenir.

Adolescencia

La adolescencia es definida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como el periodo de crecimiento que se da después de la niñez y antes de la edad adulta, esta comprende entre los 10 y los 19 años. A su vez esta se divide en:

  • Adolescencia temprana
  • Adolescencia media
  • Adolescencia tardía

La adolescencia es algo más que una etapa determinada estrictamente por la edad es un proceso complejo en el cuál se está dejando de ser un niño o niña y se empieza a ser una persona adulta sin llegar a serlo. Es una zona de transición en la cual cada persona inicia su independencia, empieza a encontrar una identidad y se proyecta en quién quiere llegar a ser. En otras palabras, podríamos decir que la adolescencia es una de las etapas más determinantes en la vida de las personas ya que las decisiones que se tomen en este periodo pueden significar cambios importantes en el resto de su vida, por ejemplo, un embarazo adolescente.

Prevención

La prevención se puede definir como el conjunto de medidas destinadas no solamente a prevenir un fenómeno, tales como la reducción de los factores de riesgo, sino también a detener su avance y atenuar sus consecuencias una vez establecida. Se conocen tres niveles de prevención: primaria, secundaria y terciaria.

América Latina tiene la segunda tasa más alta en el mundo de embarazo adolescente, se estima que el 18% de los nacimientos corresponden a adolescentes, esto en una población aproximada de 140 millones de jóvenes. Según una investigación de la Organización de Naciones Unidas (ONU) estas altas tasas de embarazo adolescente le cuestan a los gobiernos de la región miles de millones de dólares anualmente, lo que contribuye a empeorar las tasas de pobreza y desigualdad, convirtiendo esto en un problema no solo de los adolescentes padres y sus familiares, sino un problema a nivel país por lo que la prevención es un pilar fundamental para combatir estas y otras consecuencias como lo son la mortalidad materna y sus complicaciones.

En Centroamérica, Costa Rica es el país con las cifras más bajas de embarazos adolescentes, encontrándose por debajo de países como Nicaragua, Guatemala, el Salvador y Panamá.

Cómo se observa en el gráfico anterior Costa Rica presenta una tendencia a la baja durante los últimos 9 años, pasando de 19,3% de nacimientos en el 2012 a 11,2% en 2020 a la mitad del periodo, lo que significa una reducción en unos 8,1 puntos porcentuales. Esto se debe en gran medida a la creación de planes estructurados y el trabajo interinstitucional e intersectorial liderados e implementados por la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS), Ministerio de Salud (MS), Ministerio de Educación Pública y algunas entidades privadas con la promoción de la educación sexual.

Detrás de un embarazo ocurren una serie de eventos que no solo involucran a las parejas, sino a sus familiares y la sociedad como tal. Esto último y no siendo lo más importante le implica gastos millonarios al país. Por ejemplo, en 2014 se invirtieron 289 mil 445 millones de colones para la atención de los embarazos en las adolescentes.

El embarazo a edades tempranas acarrea un sinfín de consecuencias para los adolescentes, lo que se traduce en una menor oportunidad de las madres para obtener un título universitario, esto conlleva a una menor oportunidad laboral en el futuro, obtener trabajos mal remunerados o en el peor de los escenarios se dedican exclusivamente a tareas domésticas no remuneradas. Esto podría llevar a condiciones de vida de pobreza o pobreza extrema, en la cual encontramos niños con desnutrición severa, adolescentes que dejan sus estudios o que no los inician por trabajar y llevar sustento a sus familias, convirtiéndose esto en un círculo vicioso.

Estrategias de prevención

La CCSS cuenta con ocho métodos anticonceptivos de que son: pastillas anticonceptivas combinadas (estrógenos y progesterona) en dos presentaciones; inyección intramuscular con derivado de progesterona; dispositivo intrauterino de cobre; dispositivo intrauterino de progesterona (para uso en casos de especiales de riesgo); implante subdérmico; condón femenino; condón masculino y esterilización quirúrgica. Si bien es cierto no todos los métodos son los ideales para las adolescentes, ellas pueden acudir a cualquier centro de atención primaria para recibir información y así, de la mano con el médico tratante, escoger el método anticonceptivo que mejor se ajuste a sus necesidades. Un ejemplo de esto es el implante subdérmico que exclusivamente se aplica a menores de 20 años y tiene la ventaja de proveer protección casi de manera inmediata y por un periodo de 3 años, en el cuál la adolescente no tiene que preocuparse por tomarse una pastilla todos los días o por tener que acudir al centro hospitalario a colocarse la inyección.

Existen tres pilares fundamentales en la prevención del embarazo adolescente:

  • Información.
  • Acceso.
  • Empoderamiento.

Es por esta razón que es indispensable que las y los adolescentes sean educados en materia de sexualidad desde edades tempranas y esto se debe realizar en todos los espacios sociales en los cuales se desenvuelven los menores: hogares, centros educativos, centros de salud, comunidad física y sobre todo a través de las comunidades en las “redes sociales¨ las cuáles significan la principal fuente de información para los jóvenes, especialmente debido al confinamiento por la pandemia causada por el virus Sars-CoV-2.

Cómo último punto, la información también debe de ir enfocada en la educación que deben de recibir los padres de los y las adolescentes, ya que por la falta de esta se puede crear poco empoderamiento y desinformación en los menores de edad sobre estos temas.

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