Cada día, Costa Rica produce 3.900 toneladas de residuos sólidos, según el informe del Estado de la Nación 2019. Al año, esto significa una generación de 1,4 millones de toneladas de basura.

De ahí que el Gobierno de la República presentó ante los costarricenses, el pasado mes de marzo, el Plan de Acción para la Gestión Integral de Residuos 2019-2025; una promesa que vendría a solucionar el manejo inadecuado de los residuos sólidos en el país.

No obstante, más que soluciones, este plan de acción pone sobre la mesa una serie de interrogantes; en su mayoría, cuestionamientos de muchos años y que siguen sin tener una propuesta clara y contundente, lo que muestra que las debilidades de nuestra gobernanza en materia de residuos siguen sin resolverse.

Para iniciar, ¿por qué se presenta un plan de acción para la gestión integral de residuos en marzo de 2021 sin ningún vínculo a la crisis sanitaria causada por el COVID-19 durante el último año?

El documento ignora por completo el aumento en la generación de los residuos producto de artículos de protección especial.

Por otro lado, este plan evidencia que Costa Rica sigue sin contar con una plataforma de información sobre gestión integral de residuos.

El Ministerio de Salud, entidad rectora en esta materia, recaba los datos sobre generación de residuos ordinarios por medio de encuestas dirigidas a los municipios; metodología llena de limitaciones que fueron destacadas en el mismo plan. Pero, para efectos de este, se hace referencia a cifras de 2016, 2017 y 2018.

En materia de consistencia en la información, el plan también nos queda debiendo y está lleno de contradicciones. Mientras que el Mideplan reporta que para el 2018-2019, un 25% de los residuos fueron dispuestos por métodos no adecuados, datos del Ministerio de Salud indican que sólo 7,2% de los residuos no se trataron de forma adecuada durante el mismo período.

Pero lamentablemente, las inconsistencias en las cifras oficiales sobre gestión de residuos en el país no son el único problema; se suma además el análisis inadecuado.

El plan presenta datos combinados sobre formas de disposición de residuos que distan mucho unas de otras, desde el punto de vista del impacto ambiental, social y económico; por lo que no deberían mezclarse. Un ejemplo es la combinación inadecuada de los datos de rellenos y vertederos.

El relleno sanitario es un mecanismo de disposición final de residuos ordinarios que, al menos, incluye un plan de manejo y transparencia sobre la vida útil futura del sitio de disposición; mientras que un vertedero es una forma de disposición final de residuos no adecuada, similar a un botadero a cielo abierto.

Para finalizar, el plan no contempla en ningún lugar el análisis de ciclo de vida necesario para medir las formas más sostenibles de producción, consumo y disposición de residuos. Bajo un enfoque de ciclo de vida se podría identificar aquellas actividades productivas que, por su naturaleza, impiden o dilatan el cumplimiento de las metas de descarbonización. Por ejemplo, la producción y uso de los plásticos de un solo uso, industria que debería desincentivarse y restringirse desde la óptica de la acción climática.

En resumen, el Plan de Acción para la Gestión Integral de Residuos 2019-2025 presenta una nueva ruta para orientar la gestión de los residuos que está llena de vacíos, sin contar todavía con una plataforma de información para la gestión de residuos, sin seguridad de la información técnica que lo sustenta, sin posibilidad de evaluarse y desconectada de la realidad nacional.

Aunque se vincula con la descarbonización, asume muchísimo al no contemplar el análisis de ciclo de vida.

Desde Fundación MarViva consideramos que las acciones para atender la contaminación de nuestros mares, de manera efectiva, deben fundamentarse en la evidencia científica y la generación de datos; y, a su vez, basarse en enfoques que reduzcan la generación de residuos, la transparencia para el consumidor y la responsabilidad de los productores.

Si el gobierno no atiende estos cuestionamientos y enfrenta estas carencias, Costa Rica continuará sin norte para atender la crisis de contaminación por residuos actual y futura.

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