“Bolsas plásticas, trozos de llanta, tarros y palos podrían ser los causantes de una inundación en su casa.
Con la llegada de la época lluviosa la suciedad en las alcantarillas amenaza cientos de viviendas, especialmente las situadas en ciudades.
De acuerdo con la Comisión Nacional de Emergencias (CNE), hay alerta por el agua que, durante lo primeros aguaceros, no logre fluir por los desagües e inunde calles y domicilios.”
El texto que precede podría ser parte de una nota de prensa de la semana anterior, pero en realidad corresponde a una publicada en la versión digital del diario La Nación de fecha 24 abril del 2002 algo de lo que ciertamente no podemos sentirnos orgullosos en la medida que revela que diecinueve años después poco o nada ha cambiado en cuanto a la pobre demostración de amor por el prójimo y el respeto por la propiedad privada y pública que se manifiesta por el simple e infortunado acto de lanzar los desechos sólidos al suelo, a su suerte.
En ese contexto, el Informe Estado del Ambiente 2017- IEA en su punto 4.3.1 nos recuerda que los desechos sólidos en general y los plásticos en particular, son posiblemente los elementos de contaminación más notables, es por ello que se observan con facilidad en las playas, flotando en el agua o en el fondo del mar, aceras, calles, caños y por supuesto obstruyendo las alcantarillas.
El mencionado informe subraya que los residuos plásticos en su gran mayoría no se degradan completamente, viajan por kilómetros y causan problemas en la alimentación de muchos organismos marinos y pueden interferir con sus procesos fisiológicos. A modo de ejemplo, en el 2017 los residuos de plástico representaban un 11% de la totalidad de los residuos que producimos los habitantes de Costa Rica y no pocos de esos residuos terminan, como ya se dijo, en ríos, playas, calles, caños y las alcantarillas.
Como si se tratara de un caso de aplicación de la Tercera Ley de Newton o principio de acción y reacción o aún mejor, como si estuviésemos frente al Efecto Bumerán, sea el resultado de una acción que se vuelve contra su autor, los desechos sólidos que mal disponemos al lanzarlos en sitios que no corresponden, en particular los plásticos, se transforman en bloqueos del sistema de alcantarillado cuyos efectos más palpables son las inundaciones que afectan a todos por igual, tanto a quienes disponen adecuadamente los desechos como a quienes no lo hacen.
¿Qué hacer entonces? Lo idóneo es disponer de sus desechos, sea por la vía de la separación, compostaje, reciclaje, reutilización u otro y si el lector no puede hacer nada de lo anterior, al menos no los deposite en el suelo, en especial los plásticos.
Recuerde, tarde o temprano esa botella plástica que usted arrojó al caño obstaculizará un alcantarillado cercano y podría provocar una inundación que afecte su casa de habitación, negocio, su vehículo, etc., en fin, como un bumerán, esa botella plástica mal dispuesta y sus efectos nocivos regresarán a usted.
Ojalá que en diecinueve años en el futuro los reportes de prensa nos informen que las inundaciones provocadas por la obstaculización con desechos son cosa del pasado y todo porque los habitantes del país asumieron la responsabilidad de su correcta disposición.
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