En el Día Internacional de la Mujer, recordamos la lucha por lograr iguales condiciones en distintas esferas de la sociedad. Hay batallas que hemos ganado a lo largo de los años, pero todavía tenemos deudas pendientes. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), alrededor el 45% de las mujeres en edad productiva no se insertan al mercado laboral por la poca disponibilidad de opciones de cuido. Si Latinoamérica logra incorporar con igualdad a hombres y mujeres en la fuerza laboral, creceríamos hasta un 34% en nuestro producto interno bruto, según el Fondo Monetario Internacional.

Múltiples estudios demuestran que la diversidad, la inclusión y la equidad aumentan la capacidad de innovación, los ingresos de las compañías e incluso tienen el potencial de aumentar el PIB. Entonces, ¿por qué avanzamos tan lentamente?

Creo que las empresas tenemos que cambiar la forma de enfrentar el problema. Esto me recuerda una popular frase que dice que “locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes”. Para abordar este desafío tenemos que atrevernos a hacer cosas radicalmente distintas.

En Oracle, por ejemplo, un 30,2% de nuestros colaboradores a nivel mundial son mujeres, una cifra que nos gustaría que fuera muchísimo más alta pese a la baja participación de mujeres en tecnología y carreras STEM (por las siglas en inglés de: Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas). Ante esto, en Latinoamérica nos atrevimos a cuestionar nuestro sistema de atracción de nuevo talento y fue así como surgió un programa de prácticas profesionales que llamamos GenO. Esta iniciativa incorporó la premisa que las contrataciones se harían a través de entrevistas ciegas con distorsión de voz, a estudiantes de cualquier edad, sin especificar de qué carreras venían y en la que como criterio de selección primaran las habilidades y valores de los postulantes. De esta manera, nos aseguraríamos de que los candidatos compartieran los valores corporativos de la compañía al mismo tiempo que eliminábamos los sesgos inconscientes del proceso de contratación.

Como resultado de este “experimento”, el proceso de reclutamiento que llevamos a cabo el año pasado nos permitió alcanzar un hito histórico: 55% de los practicantes contratados en Latinoamérica fueron mujeres.

Este es un ejemplo de cómo para un mismo problema pueden existir muchos caminos para superarlos. Es fundamental que desde las empresas comencemos a cuestionar, desafiar y repensar los procesos.  Sólo de esta forma vamos a lograr acelerar el paso y revertir las preocupantes cifras de desigualdad que todavía se manifiestan en los estudios más recientes.

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