En un tablero de ajedrez los oponentes inician su partida prácticamente en igualdad de condiciones. La habilidad del ajedrecista radica en el modo estratégico en que gestiona sus piezas, esa es la diferencia entre la victoria o la derrota. Cuando se habla de cambio climático y de emisiones de efecto invernadero, la economía mundial es igualmente un complejo ajedrez de actrices y actores sociales que se desplazan por un enorme tablero que es el sistema socioeconómico imperante. Perder esa partida es dirigirnos a un escenario a todas luces negativo, ganar es dar un golpe de timón lo suficientemente bien y rápido como para impulsar una economía descarbonizada capaz de ofrecer un panorama compatible con el bienestar humano y ambiental del planeta.

Nuestra invitada a esta primera edición 2021 de Próxima Frontera es Mónica Araya, reconocida globalmente por su liderazgo ambientalista, un liderazgo que ha ido forjando con cuidado y mucha coherencia. Desde el 2020, ella forma parte de la iniciativa “Climate Champions” y lidera a un conjunto de comprometidos especialistas internacionales quienes a través de múltiples campañas de incidencia buscan acelerar la adopción de la movilidad sin emisiones en el mundo; una labor que tiene especial impacto político y técnico en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.

A través de su entrevista, se comprende cómo Mónica Araya al seguir su propósito, se ha tornado en una especie de ajedrecista que debe trabajar con líderes del gobierno, empresas, filántropos, conservacionistas y activistas en aras de activar procesos y logros que se concatenen para acelerar el cambio global hacia un transporte libre de emisiones. En esta labor, ella dice que emplea tanto la estrategia y la lectura del funcionamiento del sistema, como un arraigado y necesario optimismo, el cual, no es ingenuo ya que tiene en cuenta la dimensión de los retos que hay por delante.

Líder climática en tiempos de COVID-19

Sin perder de vista la tragedia que ha significado la COVID-19 para millones de personas en el mundo, pero fiel a su carácter de ver las oportunidades en el ojo de la crisis, Mónica señala que el sacudón del coronavirus trajo consigo una reflexión humana profunda sobre lo que es trascendental y esto permitió a las personas tener una mente más dispuesta a enfrentar el miedo cambio, especialmente cuando estos grandes cambios apuntan a resultados positivos.

En su caso particular, como parte del grupo Climate Champions, centrado en apoyar la descarbonización de los 20 sectores de la economía que se han identificado como prioritarios, la cumbre climática de las Naciones Unidas 2020 se anticipaba como un punto clave para la incidencia política a alta escala. Sin embargo, el trazado del plan se desfiguró cuando la COP 2020 se canceló a causa del coronavirus. Así, un trabajo que estaba determinado para realizarse de marzo 2020 a diciembre del 2020, pasó a convertirse en un plazo que va de marzo 2020 a finales del 2021. Este ajuste temporal Mónica lo percibió como una excelente oportunidad para reflexionar a fondo sobre aspectos de su trabajo que pocas veces pueden evaluarse sobre la marcha, esto debido a la estrepitosa velocidad con que deben ejecutarse los planes. Para ella, pausar los procesos le ha permitido tener una visión más sistémica del trabajo que se puede hacer para descarbonizar el sector de transportes y movilidad.

Hay señales positivas

En su entrevista Mónica destaca que la COVID-19 catalizó logros muy concretos que posiblemente no se habrían disparado tan rápido en ausencia de la pandemia. De hecho, ella señala que se estuvo frente a un “año de los impensables” en términos de los avances en el trabajo a distancia, o la evolución en las decisiones de empresas y gobiernos que enrumbaron drásticamente sus agendas hacia el reforzamiento de la implementación de tecnologías más limpias y a la redefinición de sus parámetros de inversión a la luz de los cambios venideros.

Mónica citó casos particulares acaecidos en el 2020, como el hecho de que un estado como California consolidara su interés en la movilidad eléctrica y saliera públicamente anunciando su visión de impulsar un agresivo recambio de autos de combustión por autos eléctricos al 2030. También esta el hecho de que el Reino Unido ya estableciera la prohibición de la venta de coches térmicos a partir del 2030; o bien, la noticia de que una marca icónica de productores de automóviles como lo es General Motors, señalara que en 2035 dejará de producir autos de combustión y que además incursionará en la producción masiva de coches eléctricos para todos los presupuestos del mercado.

Para la entrevistada, sin duda, todas esas son señales muy fuertes para el sector privado, señales que deben ser interpretadas como un momento clave para dar un salto de innovación y cambio. Todos ellos son indicios de que están cambiando los paradigmas de la sociedad respecto a su relación con los hidrocarburos. Estos ajustes sucedieron en un año de pandemia y son, de acuerdo con Mónica, “aceleraciones motivadas por una crisis que nos sacudió y nos alentó a ver unos resultados que parecían impensables solo un año antes”.

Perder el miedo a los tiburones

En su entrevista, Mónica relata una anécdota personal sobre la capacidad que tenemos como seres humanos para enfrentar nuestros miedos si realmente queremos dar el paso y contamos con la conducción adecuada para empoderarnos y superar nuestros temores, en su caso particular, perder el miedo a bucear en las aguas de una Isla del Coco repleta de tiburones.

Este coraje, de acuerdo con Mónica, puede replicarse colectivamente y reflejarse a escala social. Para ella, Costa Rica tiene al frente grandes oportunidades para reinventarse. “Hay una capacidad real de la sociedad para hacer las cosas diferentes, yo veo que hay una capacidad intrínseca del costarricense que se ve en la respuesta de la gente”.

En este sentido, la experta en movilidad sin emisiones señala la relevancia de que el país comience a conectar el tema de la reducción de su CO2 con la reactivación económica. Para ella, un tema muy concreto y oportuno es salir de las discusiones típicas del debate fiscal y comenzar a pensar en cómo se pueden generar estímulos fiscales para las empresas que actúen sosteniblemente, pues no es posible que las empresas contaminantes y las que actúan de manera responsable sean tratadas en igualdad de condiciones ante las cargas de Hacienda. Las empresas que hacen bien su trabajo deberían tener un mejor trato tributario. Esta es una discusión que todavía no está en el imaginario de quienes tratan la temática fiscal, explicó la experta.

Para Araya, si el país está orientado a ser carbono neutral, los componentes de su sistema económico, la demanda, la oferta, la financiación e incluso la política pública, deberían enrumbarse al cambio y comenzar a normalizar las buenas prácticas de sostenibilidad y reducción de la huella de carbono que hoy son vistas como lo diferentes. Se está frente a la tarea de reinventar la normalidad para ir hacia algo mejor.

¿Y cómo se puede lograr esto? Para Mónica, se necesita contar con una visión sistémica, una visión como las de los líderes disruptivos, quienes se caracterizan no solo por su capacidad para reflexionar y salir del cortoplacismo, sino también por su natural empatía y su capacidad de persuasión.

Como explica Mónica: “Al ampliar el círculo de la empatía con los que están más asustados frente al cambio surgen oportunidades. Ahí es donde nace la magia de las personas que se abren, esa apertura es la que puede proporcionar campeones inesperados”.

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