Si se evoca la Navidad costarricense es necesario, también, recordar al escritor Carlos Luis Sáenz. Entre sus textos se encuentra una colección de quince poemas, «Los motivos del portal», presentados en la obra, Mulita Mayor, en 1949, y que fue suprimida en las ediciones posteriores.

Nació Carlos Luis Sáenz en 1899, en Heredia. Se formó como maestro en la Escuela Normal, institución en la que laboró como profesor y director e hizo una prolífica obra literaria dedicada, en gran parte, a la infancia. Fue también activo militante de izquierda e integró, en 1940, las papeletas del Partido Comunista, para optar por una curul y la presidencia de la República. Debido a su filiación política fue separado de la docencia por lo que se dedicó, junto a su esposa, la también maestra y escritora Adela Ferreto, a la creación de libros didácticos y a la revista infantil Triquitraque. Se jubiló como profesor de la Universidad de Costa Rica y se le otorgó, en 1966, el Premio Magón, como un reconocimiento a su amplia obra cultural y educativa. Falleció, en 1983, en San José.

Una de sus obras más recordadas es Mulita Mayor, publicada por Joaquín García Monge, en las Ediciones de Repertorio Americano, en una época en la que el autor y su esposa se encontraban en el exilio, en Panamá y México, producto de las desavenencias generadas por la guerra civil de 1948.

Fue Carlos Luis Sáenz un hombre de izquierda que nunca perdió la visión de la espiritualidad cristiana. Ese hecho se evidencia en el culto que rindió, en su obra, al nacimiento de Jesús; tan solo basta anotar que su primer libro dedicada a la niñez se tituló Navidades (1929) y que en El abuelo cuentacuentos (1975), incluyó los títulos “Canción de Navidad” y “Noche de paz”.

En Mulita Mayor, libro que ostenta el subtítulo Rondas, cuentos y canciones de mi fantasía niña y de mi ciudad vieja, guardó recuerdos de las tradiciones del Adviento que permiten rememorar, con ostensible belleza poética, las costumbres y las culturas de esa época en la ciudad de Heredia.

Entre rondas y juegos, asoma el folclor

Es Mulita Mayor un elogio a las tradiciones folclóricas pues se reelaboran, por medio de prosas poéticas, juegos, rondas y rimas tradicionales como “Ambo, ambo, matarilerile – ron” o “La pájara pinta” y esa exaltación de los cantos populares se evidencian en obras literarias que se dedicaron a la niñez, en lengua española, durante la primera mitad del siglo XX. Se recordaba el valor de aquellas rimas anónimas, originadas en tiempos remotos, trasladadas de generación en generación por medio de la oralidad y que, por lo general, presentaban versos de pocas sílabas y marcada musicalidad.

Basta con recordar que Gabriela Mistral, escritora chilena ganadora del Premio Nobel en 1945, publicó la primera edición de su poemario Ternura en 1924 en la que también invocó el juego infantil e hizo alusión al nacimiento de Jesús: “Al llegar la medianoche / y romper en llanto el Niño / las cien bestias despertaron / y el establo se hizo vivo”. Y la salvadoreña Claudia Lars, en su libro Escuela de pájaros (1955), también se fundamentó en canciones anónimas como “Vamos a la huerta” o “Cucú, cantaba la rana” e que incluyó una sección llamada «Navideñas», en la que se lee: “Gruta en la que duermen / la mula y el buey; / velo de la Virgen / nardo de José”.

El editor Joaquín García Monge sostuvo que el folclor era la fuente fundamental con la que la niñez se solazaba y se iniciaba, así, en las primeras letras. Y exhortó a autores nacionales como Carmen Lyra, María Leal de Noguera, Carlos Luis Sáenz, Adela Ferreto y Luisa González a buscar esa riqueza de lenguaje que provenía de tiempos pasados y, en algunos casos, de lugares remotos. Por eso, una obra como Mulita Mayor, no es la excepción.

La Navidad en Mulita Mayor

Como recuerdo prístino de la infancia, el poeta retrata episodios de la cultura navideña que pudieron ocurrir, en su ciudad de origen, a finales del siglo XIX e inicios del siglo XX, ejemplo de ello se encuentra en el texto “Gloria in excelsis Deo” y ponen en labios de su abuela, la narración de “cosas de su tiempo”, por ejemplo, la visita a los portales (nacimientos o belenes) que se realizaban en las casas, ocasión en la que los anfitriones ofrecían un vaso de chicha “acabadita de sacar del tinajón, fresca, espumosa, fuerte; una chicha que al poco rato se nos subía a la cabeza”. Si no convidaban a la bebida, una joven simulaba leer el letrero del ángel: “Gloria in excelsis Deo” y contestaba: “¿Dónde está la chicha que no la veo?”. Y, en el texto “Los portales” describe al abuelo, que cercaba la representación del nacimiento con una barandilla verde, para evitar que un travieso agarrara los pastores o los animales.

Y siendo partícipes de la travesura de trasgredir la barandilla, el poeta culmina su obra con una colección de poemas en el que se retratan las diferentes partes de ese portal tradicional que vio en su infancia, las cuales son “Camino”, “Pueblo”, “Molinos de viento”, “Animales”, “Pastores”, “Los de la abuelita”, “La alquería”, “Los santos reyes”, “Ángel de gloria”, “Pajaritos del portal”, “Laguna”, “Estrella”, “La Virgen”, “El carpintero” y “El pesebre”. Nótese así que la composición presenta una panorámica general de ese belén que pudo estar en los hogares de ese entonces, que inicia por una senda que conduce al establo, se detiene en el poblado de cartón o madera y se enrumba hasta el sitio en el que descansa el recién nacido.

Describe a María: “Lleva la Virgen un manto, / noche de enero estrellada”; dice de San José: “Y no se admira de ver / que su vara ya dio flor” y evoca al niño: “Dejemos echados / buey y mula, así: / uno a cada lado / del lindo jazmín”.

Se suprimió, en las ediciones posteriores de Mulita Mayor, los quince poemas de «Los motivos del portal» y tan solo volvieron a aparecer en antología La Navidad costarricense elaborada por Elías Zeledón (1993).

No está de más decir que el escritor y su esposa, Adela Ferreto, coleccionaban nacimientos de diferentes países y hacían con ellos, un inmenso portal en la sala de su casa, ubicada en Barrio México, en San José, y puede ser que, con ello, invocaran ese mismo espíritu que se encuentra en estos poemas navideños. Afortunadamente, hoy se puede conocer más de ellos gracias a la película Carlos Luis Sáenz, Las palabras del poeta obra de Carlos Matías Sáenz.

Al observar un ejemplar de la primera edición de Mulita Mayor es conveniente señalar la necesidad de que la niñez del siglo XXI recuerde «Los motivos del portal», no solo por su singular calidad literaria, pues también constituyen un retrato de la identidad nacional, fuente de humanismo para que…

“Demos buen olor

al pesebre santo

con lima y limón,

y en cirio de amor

pongamos fulgor

de pueril encanto.”

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