Mi primer acercamiento al Instituto Clodomiro Picado (ICP) fue apenas en el año 2015, puede ser que a usted le sucediera lo mismo: de no ser por la pandemia, quizá nunca hubiera escuchado o reconocido este nombre.

Unos de los organismos especializados de Naciones Unidas es la Organización Mundial de la Salud (OMS). Como miembros de la misión diplomática de Costa Rica, nos correspondía representar al país ante dicha entidad, en Ginebra, Suiza. Ello implicó atender una serie de actividades y reuniones con los más connotados científicos del mundo, visitar centros de investigación y sostener encuentros con destacadas figuras, Kofi Annan y la doctora Margareth Chan son algunas de ellas. Y en ese contexto tan particular, debo revelar, sobresalía constantemente un vocablo: «caballo». ¡Sí, así como lo lee! A todas luces, este término contrastaba con los temas técnicos que nos ocupaban.

Hombres de ciencia, figuras destacadas, foros, caballos…

Unos u otros, lo cierto es que tal tarea, como era de suponer, me obligaría a investigar intensamente sobre la materia que discutiría mi país durante los siguientes tres años en el seno de este organismo internacional. Así comenzó mi recorrido por el insigne y singular Instituto Clodomiro Picado (ICP).

Lo primero que aprendí fue que por las venas del ICP aún corre la sangre de célebre Clodomiro Picado. Aunque sus raíces emergieron como resultado de los programas desarrollados en el marco de una política nacional de salud pública, la semilla de este instituto la sembró él, con su esfuerzo e interés por las frecuentes mordeduras de serpientes.

Remontémonos a sus orígenes, en el año 1926 se promulgó la Ley 13, conocida como la «Ley de Defensa contra el Ofidismo», que establece la obligación del Estado costarricense de velar por la salud de los ciudadanos atendiendo este serio problema social de salud pública, considerado así tras el elevado número de víctimas que cobraban anualmente las serpientes venenosas, sobre todo entre el campesinado costarricense.

Creado en el año 1970, el ICP inicialmente perteneció al Ministerio de Salud (MINSA) y, dos años más tarde, pasó a formar parte de la Universidad de Costa Rica (UCR).

Desde su creación, ha generado aportes sustanciales, en particular, sobre el conocimiento de la biología de serpientes, la bioquímica, la farmacología y la patología experimental de los venenos de estos alargados reptiles. Además, su innovación en las tecnologías de producción de anti-venenos ha permitido obtener productos de alta calidad, usados en la terapia de los envenenamientos ofídicos tanto en Costa Rica como en países de América Latina y África. Actualmente, también se prueban en Asia y Oceanía, zonas geográficas con una mayor incidencia de accidentes ofídicos.

Debido a la naturaleza de estos reptiles, los grupos más afectados por sus mordeduras están constituidos por personas en condición de pobreza: trabajadores agrícolas, niños y niñas de zonas rurales de países en desarrollo. Según el doctor José María Gutiérrez, científico y catedrático de este Instituto, anualmente ocurren alrededor de 2,5 millones de mordeduras de serpientes en humanos alrededor del mundo. Esto ocasiona más de 85 000 muertes y deja a cerca de 250 000 personas con algún tipo de secuela permanente.

La producción de los antivenenos, con base en la experiencia del ICP, es muy especializada y no es económicamente atractiva; por lo tanto, no goza de prioridad en la industria farmacéutica transnacional, incluso se podría decir que la clasifican como de baja necesidad. De hecho, en los últimos años, los altos costos y las bajas ganancias provocaron que las grandes farmacéuticas dejaran de producirlos, lo cual ha desencadenado una situación de desabastecimiento de estos sueros en el mercado internacional.

Reptiles, antinvenenos, caballos…

Seguía sin comprender el rol de los caballos… Los sueros antiofídicos son productos biotecnológicos elaborados a partir del plasma sanguíneo de caballos que han sido hiperinmunizados con el veneno de una o de varias especies de serpientes. Estos, a su vez, generan anticuerpos que reconocen las proteínas tóxicas de los venenos y neutralizan sus efectos.  Los grandes expertos tienen el arte de explicar los procedimientos complejos con palabras sencillas, para los científicos del ICP «El procedimiento consiste en extraer el veneno de la serpiente, procesarlo e inocularlo en cantidades no letales al equino durante varios meses. En este período, el caballo genera anticuerpos específicos, capaces de bloquear las toxinas y, luego de ser extraídos, se convierten en el componente principal del suero antiofídico».

En ese contexto, la capacidad y experiencia del ICP representaba una gran oportunidad de reflejar el liderazgo de Costa Rica en el concierto de las naciones, de posicionarla como potencia mundial en cooperación científica al atender de manera multidisciplinar un problema ―considerado ahora por la OMS― de salud mundial.

Sin duda, uno de los grandes desafíos de este milenio es lograr la confluencia en situaciones locales y globales a pesar de las divergencias. En ese escenario mundial, tras casi tres años de negociaciones ―con el apoyo de Colombia, Benín y otros países de América Latina y África― se logró que muchos más países se unieran a la causa humanitaria promovida por Costa Rica.

Cuando la conciencia colectiva lidera los procesos humanos, somos capaces de acortar las distancias, así se explica que se involucraran desde las más grandes potencias hasta los países más pequeños. La Asamblea Mundial de la Salud (2018), por su parte, adoptó una resolución por consenso, en la que los países miembros de la OMS se comprometieron en doble vía. Por una parte, a desarrollar políticas públicas con el fin de atender este problema. Por otra, a apoyar a los países pobres a hacerle frente al reto.

Estos aportes del ICP a la salud mundial lo colocan en un lugar destacado y lo consolidan en su campo. Con tenacidad y capacidad comprobada, sus colaboradores han desarrollado un tratamiento equino preparado para luchar contra la COVID-19. De acuerdo con las pruebas de validación realizadas en la Universidad de George Mason, de Estados Unidos, este logra inhibir los efectos del virus. Y si bien, en coordinación con la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS), ese tratamiento aún se encuentra en proceso de estudios clínicos para demostrar su eficacia, los frutos de esta insigne institución, gestada en el siglo XX, nos reafirma que las decisiones tomadas hoy tendrán un impacto de amplio espectro en el futuro.

Una crisis global ―como la pandemia― saca a la luz el rostro humano de nuestras instituciones. El ICP está construyendo la prolongación de un legado que, sin duda, nos aporta grandes enseñanzas:

El éxito del trabajo en equipo. ICP, Ministerio de Relaciones Exteriores, MINSA y CCSS actuando de manera conjunta en pro del bien común. No solo han llenado de orgullo al país, también marcan la ruta posible. Dicho de otro modo, son un gran referente de los principios y valores éticos que profesa esta pequeña nación costarricense, y los concretizan. Además, constituyen un reflejo de la fortaleza de nuestra institucionalidad, pieza clave en la configuración de nuestro estado democrático y social de derecho.

Pensamiento disruptivo. El ICP apostó por la creatividad y la innovación, empleó su experiencia para crear sus propios medicamentos y los puso al servicio de la sociedad mundial. Sin esperar la orden superior de un alto mando, empoderados, tomaron la iniciativa y emprendieron la marcha; tampoco se limitaron por la falta de recursos, desplegaron su ingenio con lo que había.

Hay que creérsela. En vez de esperar que las cosas sucedan, al primer indicio de que la COVID-19 estaba en el país, el ICP inició su trabajo.  Aprovechando su experticia, sus recursos y su talento humano, y con estricto apego a los propósitos para los que fue creado, hizo que las cosas sucedieran. ¡Liderazgo transformacional!

Humildad. Siendo una especie de «guerrero silencioso», casi pasando de forma desapercibida, empleando su experiencia y su acervo científico e intelectual como únicas armas, el ICP, una vez más, eleva a Costa Rica a lo más alto del podio internacional, recordándonos que la verdadera inteligencia es altruista y solidaria.

Entre serpientes, caballos y la COVID-19, el ICP se despojó del miedo y se arropó de voluntad. Sin pretenderlo, le da la gran lección a la sociedad costarricense y a nuestros «hacedores» de la política pública.  Solo «Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad», advertía Einstein.

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