En afán de promover reformas necesarias y también tratando de desmitificar ideas por medio de cifras y datos, resaltaba hace poco la importancia de no malentender el concepto de “reformas estructurales” con el de recortes y tijeretazos. La estadística de porcentaje de empleados públicos vs empleo total deja claro que Costa Rica no tiene “demasiados empleados públicos”, como algunos pretenden hacer creer.  Otra estadística sí deja claro  que gastamos el doble del promedio de la OCDE en salarios públicos (en relación a los ingresos del Estado), mostrando que el desorden en remuneraciones del sector público se nos ha vuelto insostenible también.   Dos realidades que las “derechas” y las “izquierdas” tergiversan para acarrear agua para sus molinos.

Parte significativa del problema de tergiversaciones es que en el mundo actual (acá en Moravia, como allá en Cuesta de Moras, como también en Washington y en Singapur… en todos lados)hay una enorme crisis de sobre-simplificación de problemas.  Pretendemos que las cosas complejas no son tan complicadas, o que basta con aplicar tres parches, o cambiar “X” o “Y” factor para corregirlos, o que todo se explica con una teoría de la conspiración.  La realidad es que en diagnósticos y listados de problemas no tenemos ningún déficit, pero en soluciones que digan con claridad técnica y análisis detallado seguimos quedándonos cortos.  Así que, de antemano, les pido paciencia a los amables lectores que se tomen el trabajo de leer esta propuesta, dado que el enfrentar un problema complejo, requiere un nivel de detalle profundo.

En el contexto del problema inmediato del déficit fiscal que aqueja nuestras finanzas, parece que cada sector tiene soluciones, pero cada quien ve solamente lo que quiere ver, o revela la historia que le conviene. He leído últimamente recetas fáciles tanto de economistas keynesianos como de economistas más “liberales”; análisis de facultades públicas como de firmas privadas y propuestas de sindicatos, etc.  Mi conclusión:  todos tienen razón y sin embargo todos parecen querer ver sólo lo que les conviene u omitir partes de la historia.

No pretendo entonces venir acá a decir que yo tengo la solución.  La solución que acá presento en realidad ya estaba ahí, entre docenas de propuestas, informes, estudios y artículos de opinión.  Lo que sí pretende este documento es exponer que una combinación apropiada de muchos ingredientes puede darnos como resultado un pastel bien grande, de un sabor que no sea tan amargo y que no produzca indigestión generalizada. Espero que con estos datos e ideas se demuestre que sí es posible llegar a una propuesta que toma en cuenta ideas de sectores diversos (hasta típicamente antagónicos) y conjuntar una serie de reformas que nos mejoren el balance fiscal en al menos 8% del PIB. Este es el resultado de sumar ideas intentando dejar atrás ideologías, y manteniendo en mente los principios que enarboló recientemente la Asamblea de Trabajadores del Banco Popular como la base de la confianza y el entendimiento mutuo entre más de 70 organizaciones. Sin más introducción, la suma de ideas de todos estos sectores me ha llevado a calcular esta posible solución a nuestro déficit. ¿Cuáles son las fuentes de esta propuesta?

Hay insumos de:

La propuesta

Para llegar a esto, puede que tengamos que discutir con muchísimo más detalle el cómo, y la letra menuda de los cálculos.  Pero siendo este un documento resumen, sólo pretendo demostrar de forma aritmética que los números suman un 8% del PIB y que detrás de cada una de las 18 líneas de ajuste propuestas, existe prueba suficiente que sustenta que ese porcentaje de ajuste es posible.  Acá daré un resumen, pero para no caer en simplismos como los mencionados al inicio, también mencionaré brevemente por qué se justifica la medida y por qué la métrica objetivo (como porcentaje del PIB) es verdaderamente posible.

En todo momento se intenta aquí mantener mesura, y si se quiere, pesimismo, en cuanto al posible impacto de cada medida. Si es posible mejorarlas, y tener más precisión en su cálculo, quizás sea posible alcanzar hasta un 13% del PIB.  Si la mesa de diálogo nacional que está trabajando o jerarcas de gobierno, desean tomar estas ideas y afinar el lápiz, gran honor me harían en escuchar a un ciudadano que busca apoyar con soluciones.

El resultado de este balance y combinación de ideas es, en mi opinión, mucho más apetecible que lo que se ha estado discutiendo.  La propuesta inicial del gobierno resultó desbalanceada y no complació a ningún sector.  Las propuestas que hasta hoy se han hecho públicas, como mencione anteriormente, parecen omitir las ideas de “los demás” o favorecer a sectores específicos. Sin embargo, en este documento se combinan y balancean muchas de ellas, y se resumen en tres grandes grupos, para facilitar su análisis.  Ingresos, Gastos y Cambios Estructurales.  El resultado de las 18 medidas impactaría en un 8% del PIB (recuerde el lector que este es un cálculo más bien pesimista) y esto se puede conseguir con un balance que distribuye esta carga en un 39% a medidas estructurales, 41% a medidas de Gasto y 21% medidas de Ingreso.

Lea aquí el detalle de las 18 propuestas.

Con las 18 propuestas, podemos llegar a un total de 8% del PIB.  Nuestro déficit fiscal actual ronda el 9.72%, y nuestro déficit primario el 2.7%.  Mediante esta propuesta sería posible dejar de aumentar nuestro desbalance, y empezar a generar recursos mayores para pagar la deuda y alcanzar una reducción en la relación deuda/PIB, llevándola por debajo del 60% para antes del 2035 y cercana al 40% para el 2040 (en concordancia con proyecciones de la OCDE en su informe de Julio). Recordemos una vez más que estas proyecciones toman como base el escenario más pesimista y conservador (un escenario optimista alcanzaría más del 13% del PIB). La siguiente tabla presenta la sumatoria final de la propuesta:


Con estas medidas se puede entonces responder a la pregunta originalmente propuesta por don Jorge Vargas Cullel en su reciente intento de diálogo: “¿Cómo lograr una mejora permanente de al menos 2.5 puntos porcentuales del PIB en el déficit primario del gobierno central y una disminución a corto plazo del monto de la deuda pública (de unos 8 puntos porcentuales del PIB), mediante una mezcla de acciones de ingresos, gastos y gestión del endeudamiento público, para evitar que el Estado caiga en una cesación de pagos?”. 

Esta propuesta da respuesta a esa interrogante, reduce al mínimo el impacto en nuevos impuestos, mejora la progresividad de nuestro sistema y busca reducir la desigualdad. Sin vender instituciones. Sin debilitar el Estado. Sin sobrecargar al sector privado. Sin dejar de acercarnos hacia las reformas grandes y aún necesarias.

Tal vez lo más importante, es que esta propuesta es políticamente aceptable por grandes mayorías, pues esta proviene de la combinación de las opiniones, propuestas, estudios y sugerencias de todos los sectores. Es, entonces, el mejor pan que pude hornear con los ingredientes actualmente disponibles.  Adelante, es hora de repartirlo en porciones equitativas.

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