Los estudios preclínicos realizados en células, tejidos o en animales son fundamentales para establecer los parámetros que sirven para evaluar la actividad de una sustancia sobre el cuerpo humano. La interpretación de los resultados de estudios preclínicos debe ser muy rigurosa y debe existir claridad de sus limitaciones.

Diariamente se prueban miles de sustancias con el objetivo de establecer sus efectos. Muchas de estas pruebas son exitosas, sin embargo, eso no implica que estos resultados de laboratorio puedan ser extrapolados a la eficacia en seres humanos.

Las células o tejidos aislados pueden reaccionar de una forma específica ante una sustancia en las condiciones controladas de un laboratorio, esas mismas reacciones no necesariamente ocurren cuando se colocan en condiciones reales.

Los estudios realizados en animales como ratas, ratones, conejos o monos tienen una limitación en cuanto a la posibilidad de extrapolar los resultados a otras especies. Esto ocurre debido a que se trata de sistemas biológicos diferentes aún para los ensayos que se realizan en animales humanizados y esto genera diferencias en las respuestas farmacológicas y toxicológicas de las especies. Problemas como la aparición de reacciones adversas inesperadas y la falta de efectividad, causan que las moléculas no superen la fase clínica.

Es frecuente que las personas no tengan en cuenta estas limitaciones y quieran equiparar la evidencia generada en estudios preclínicos con investigaciones clínicas, sin embargo, esto no tiene un fundamento científico. Esta situación ha sido muy evidente con los medicamentos que se han utilizado en el país para tratar a las personas infectadas con COVID-19. Médicos de la CCSS utilizaron en los pacientes enfermos la hidroxicloroquina y la azitromicina de manera regular. Aunque ninguno de estos medicamentos tenía evidencia clínica de eficacia contra el Virus. Los ensayos preclínicos mostraron buenos resultados, sin embargo, estos resultados no se tradujeron en eficacia clínica.

La situación es más grave cuando ni siquiera existen resultados de investigación preclínica, porque no se justifica realizar estos ensayos, como sucede con el dióxido de cloro, el cual muchas personas utilizan de manera irracional y sin fundamento científico.

En las fases de la investigación clínica se puede determinar que una sustancia en estudio no es segura o eficaz. Hay reacciones adversas que debido a su baja incidencia solo se reportan hasta determinada fase del estudio donde se estudian muchos individuos. Las respuestas que tienen los individuos ante la administración de un medicamento son complejas y dependen de características propias de la persona tales como edad, sexo, enfermedades concomitantes, etnia, estado nutricional y estado de salud en general.

En la sociedad de la información en que vivimos, con la existencia de múltiples fuentes de comunicación como lo son las redes sociales, crece la preocupación por la forma como se divulga e interpreta la información científica. Se puede evidenciar esto ante la aparición de titulares sensacionalistas que captan la atención de los lectores, simplifican en exceso los resultados e incluso los tergiversan.

Los artículos científicos, a diferencia de otro tipo de publicaciones, deben ser revisados por expertos externos que aseguren la confiabilidad e integridad de los datos. La revisión por pares es el procedimiento más consolidado en la comunidad científica. La ausencia de este filtro implica que la información que se pretende divulgar no ha sido comprobada por expertos.

La existencia de conflictos de intereses debe ser también tomada en consideración. Muchas empresas contratan científicos para realizar investigaciones en favor de sus productos. Esto no necesariamente invalida la evidencia, pero debe ser considerado para evitar interpretaciones sesgadas en favor de intereses personales.

La medicina basada en evidencia es un paradigma que pretende que se utilice el más alto nivel de evidencia científica para responder a problemas de la práctica médica. El ensayo clínico (realizado en personas) aleatorizado es el pilar de la evaluación de la eficacia de las intervenciones sanitarias. Seguidamente, están los estudios de cohorte, le siguen estudios de tipo casos y controles y por último se encuentra la opinión de expertos. La evidencia aportada por un estudio preclínico es tan insuficiente que ni siquiera se toma en cuenta para la toma de decisiones clínicas.

El reciente caso sucedido en el país, con el medicamento Nasitral que fue promocionado como un tratamiento preventivo para la enfermedad del COVID-19 es una muestra de la interpretación inadecuada de la evidencia científica. Se trata de un producto con indicaciones aprobadas como descongestionante, humectante y suavizante de las fosas nasales. Este producto se utiliza para aliviar la congestión nasal, los síntomas de resfriado y para higienizar las fosas nasales.

El laboratorio fabricante publicita estudios preclínicos como si fueran evidencia suficiente para sustentar un uso terapéutico, lo cual genera confusión en la población. Además, las personas en general no tienen los elementos suficientes para protegerse de la información manipulada. Para evaluar la calidad de la evidencia científica se requiere conocimiento técnico que permita diferenciar los distintos tipos de evidencia en que se categoriza la información científica.

La publicidad debe cumplir con requisitos éticos y legales que eviten el uso irracional de medicamentos. Con la promoción sensacionalista de sustancias y medicamentos que prometen brindar opciones de tratamiento contra la enfermedad del COVID-19 se puede generar una sensación de falsa seguridad por parte de la población. Esto es peligroso porque podría ser traducido en un incumplimiento de las medidas de protección eficaces y validadas por parte de las autoridades sanitarias tales como uso de mascarilla, distanciamiento físico y lavado de manos.

Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio. Delfino.CR es un medio independiente, abierto a la opinión de sus lectores. Si desea publicar en Teclado Abierto, consulte nuestra guía para averiguar cómo hacerlo.