ACTUALIZACIÓN: Costa Rica manda a llamar a embajadora de El Salvador tras declaraciones de Bukele

El presidente de El Salvador, Nayib Bukele difundió esta noche información falsa sobre el combate de la pandemia de COVID-19 en Costa Rica, tan solo horas después que medios de comunicación internacionales hicieran eco del logro país de haber contenido los contagios, aplanado la curva y estar en el inicio del proceso de reapertura económica.

Durante la rueda de prensa en la que anunció los resultados de las pruebas aplicadas en El Salvador en las últimas 24 horas, Bukele hizo referencia a la situación en el resto de países centroamericanos. Sobre Nicaragua, dijo, sus estadísticas ni siquiera son tomadas en cuenta y sobre Honduras declaró que tiene un registro mayor a los oficiales.

No queremos cometer el mismo error que Costa Rica y otros países. Costa Rica nos daría la falsa impresión han aplanando la curva, pero solo han bajado la cantidad de pruebas diarias teniendo la capacidad de hacer más.

Bukele afirmó que hubo una decisión "política" en Costa Rica de reducir la cantidad de pruebas. Así, Bukele, presidente de un país que fue de los últimos en reconocer la presencia del COVID-19 en su territorio y que reconoce está en "etapa de máximo contagio comunitario", pretende comparar su estrategia de testeo con la de un país que logró identificar nexos epidemiológicos y romper cadenas de transmisión del virus, sin tener que poner en cuarentena obligatoria a toda su población.

Al 5 de mayo de 2020, Costa Rica registra 755 casos confirmados de COVID-19, seis fallecidos y 413 casos recuperados, para un total de 336 casos activos. En el país se han realizado 14.121 pruebas a 9964 personas.

Falsedades

Bukele mintió al afirmar que Costa Rica tomó una "decisión política" de reducir la cantidad de pruebas realizadas y que eso explica la disminución en la curva de casos. Los lineamientos vigentes de Costa Rica fueron emitidos por autoridades meramente técnicas en la materia y el país tiene una de las definiciones de caso sospechoso más amplias de la región, lo que permite hacer pruebas de COVID-19 a personas con síntomas que en otras latitudes no serían testeadas.

Hoy, por ejemplo, califica como caso sospechoso toda persona con infección respiratoria aguda (fiebre y al menos un signo o síntoma de enfermedad respiratoria como por ejemplo, tos, dificultad respiratoria, dolor de garganta, congestión nasal) y que cumpla al menos uno de los siguientes criterios:

  • No tener otra etiología que explique completamente la presentación clínica del evento.
  • Un historial de viaje fuera del país en los 14 días previos al inicio de los síntomas
  • Antecedente de haber iniciado el cuadro clínico ya descrito en los 14 días posteriores de haber estado en contacto cercano:
    • Con alguna persona con historial de viaje fuera del país en los últimos 14 días de haber ocurrido ese contacto.
    • Con alguna persona que haya sido contacto directo (en el posible período de cuarentena de esta última) de un caso confirmado
  • Persona mayor de 15 años con infección respiratoria aguda grave (IRAG). En el caso de los menores de 15 años será la IRAG sin otra etiología que explique completamente la presentación clínica.
  • Una persona con anosmia (pérdida del sentido del olfato) o disgeusia reciente (cambio en la percepción del gusto), sin otra etiología que explique la presentación clínica.
  • Paciente con enfermedad respiratoria aguda de cualquier grado de severidad, que dentro de los 14 días anteriores al inicio de la enfermedad tuvo contacto físico cercano con un caso confirmado, probable o sospechoso por COVID-19.

Aún con esa amplia definición de caso sospechoso, el éxito del país en contener los contagios (hasta el momento) se traduce en una reducción paulatina en la cantidad de personas sospechosas, y por ende, de las pruebas que se hacen por día.

Costa Rica tuvo la capacidad de identificar el nexo epidemiológico en más del 90% de los casos confirmados, lo que permite limitar el peligro de que ocurra una transmisión comunitaria sostenida en el país del virus, rompiendo las cadenas de transmisión. En cambio, el gobierno de El Salvador (que fue uno de los últimos en reconocer que tenía presencia de COVID-19 en el país) debió optar por la realización de 'pruebas masivas' y del confinamiento obligatorio de su población al reconocer que están en una etapa de "máximo contagio comunitario".

Dato D+: Este 5 de mayo Costa Rica reportó 13 nuevos casos de COVID-19, todos con nexo epidemiológico definido. El Salvador, por su parte, reportó 46 casos nuevos y solo 22 tenían nexo epidemiológico.

Costa Rica, en cambio, emplea la técnica de testeo agresivo como fue el caso del Hogar de Ancianos Carlos María Ulloa y más recientemente el Centro de Aprehensión Regional Central (CARC) de la Dirección General de la Migración y Extranjería. Este tipo de testeo consiste en que al momento de identificar un caso confirmado en una población de alto riesgo (como adultos mayores, privados de libertad y ahora personas repatriadas), se practican pruebas a todas o casi todas las personas de ese grupo.

Las estadísticas de aplicación de pruebas de COVID-19 en Costa Rica tampoco arrojan que a mayor cantidad de pruebas, más personas infectadas aparezcan. Por ejemplo, el 26 de marzo se testearon a 677 personas, de las cuales solo 30 dieron positivo (4.43%). El 8 de abril del 2020 se testearon 502 personas y solo 19 dieron positivo (3.73%) y más recientemente, el 4 de mayo se testearon 106 personas y solo 3 dieron positivo (2.83%).

La aplicación de pruebas masivas en países como Costa Rica donde no hay transmisión comunitaria del virus constituiría el desperdicio de un instrumento cuya demanda internacional es sumamente elevada en estos momentos. La propia OMS señala que las pruebas 'masivas' (tampoco entendidas como testear a toda la población) deberían aplicarse en países donde hay transmisión comunitaria, es decir, gran cantidad de casos donde no se pueden identificar nexos epidemiológicos, ya que la estrategia para tener controlada la pandemia es testear, rastrear, tratar y aislar.

Costa Rica, además, activó la vigilancia centinela con la cual todos los centros médicos identificados como tales están obligados a enviar un mínimo de pruebas por semana al Inciensa para ser analizadas por COVID-19 y otros virus respiratorios, para que las autoridades tengan un panorama claro de cuáles son los virus respiratorios que están circulando por el país y ver si existe transmisión no detectada del nuevo coronavirus. Hasta la fecha, los resultados en las pruebas aplicadas por ese tipo de testeo han sido negativas, descartando la transmisión comunitaria.

También hay notables diferencias entre la tasa de letalidad del virus entre Costa Rica (seis fallecidos; 0,8%) y El Salvador (14 muertos; 2.4%, tres veces más que nuestro país). El Salvador, además, tiene 87 pacientes hospitalizados, 17 de los cuales están graves o críticos, frente a solo 5 casos en Costa Rica.

Además, Costa Rica logró descentralizar la realización de las pruebas de COVID-19 enviando equipos de diagnóstico a zonas rurales, lo que disminuye el tiempo que requiere una persona para obtener un resultado y así permitir a las autoridades hacer expedito su trabajo de búsqueda de contactos y ruptura de las cadenas de transmisión. En El Salvador, por el contrario, hay casos documentados donde varias personas han esperado casi un mes por su resultado.

En resumen, las notables diferencias de la situación entre ambos países hacen que comparar enfoques de testeo sea imposible, o por lo menos incorrecto técnicamente, ya que por un lado se tiene a un país cuyo gobernante reconoce estar en etapa de "máximo contagio comunitario", mientras que el otro logró realizar los rastreos epidemiológicos suficientes para romper las cadenas de transmisión y evitar que el virus continuara propagándose.

Delfino.cr solicitó reacción oficial a la Casa Presidencial y al Ministerio de Salud de Costa Rica sobre las declaraciones de Bukele, sin embargo, al cierre de edición de esta nota no se obtuvo respuesta.