Cuando empezaron a surgir reportes sobre personas que habían sido consideradas como "recuperadas" de COVID-19 pero a los días volvieron a dar positivo en la prueba, la preocupación internacional sobre esta enfermedad se incrementó. Sin embargo, expertos afirman tener una explicación bastante sencilla y tranquilizante.

Según publicó el portal especializado LiveScience citando al Dr. Myoung-Don Oh del Hospital de la Universidad Nacional de Seúl, en Corea del Sur, todo parece deberse a las pruebas de Reacción en Cadena de la Polimerasa (PCR por sus siglas en Inglés), que aunque son muy precisas para poder confirmar o descartar si una persona tiene el SARS-CoV-2 tienen una deficiencia.

Estas pruebas consisten en amplificar el material genético tomado en la muestra de la persona creando gran cantidad de copias para analizar la presencia de virus o bacterias, sin embargo no pueden distinguir entre el material genético infeccioso y los restos 'muertos' de ese patógeno, los cuales pueden permanecer en el cuerpo humano por mucho tiempo después de otorgada la certificación de recuperación. Es decir, la prueba puede arrojar que una persona sigue infectada o volvió a infectarse por el SARS-CoV-2, cuando en realidad lo que ocurrió es que la prueba (por su naturaleza replicadora) detectó restos del virus.

Esto también podría explicar por qué hay personas infectadas por el nuevo coronavirus que no pueden obtener su certificado de recuperación en un tiempo razonable (≈14 días después del diagnóstico), ya que al hacer las pruebas para dar de alta al paciente las mismas vuelven a dar positivo inclusive 20, 30 o hasta 60 días después de confirmada la infección.

La Dr. Carol Shoshkes Reiss, inmunóloga viral de la Universidad de Nueva York afirmó que las pruebas PCR son muy simples y que aunque una persona puede recuperarse y dejar de ser infecciosa, aún puede tener pequeños fragmentos del ARN viral del virus inactivos en el organismo, lo que hace que las pruebas salgan positivas.

Reiss explicó que para determinar si una persona tiene o no un virus infeccioso, o ha sido reinfectada con el SARS-CoV-2, se necesitará una prueba completamente diferente que generalmente no se realiza: a partir de la muestra tomada al paciente, intentar cultivar el virus en un laboratorio y ver si es capaz de crecer. Si la respuesta es positiva, la persona sigue infectada o volvió a infectarse; pero si es negativa, significa que lo detectado por la prueba PCR es simplemente 'basura' del patógeno.

Aunque ha habido reportes de "reinfectados" en China, Japón, Corea del Sur (260 casos) y Chile, la comunidad científica internacional está llegando al consenso de que se trata de pruebas que arrojan falsos positivos.

El Dr. Myoung-Don Oh explicó en una conferencia de prensa que el SARS-CoV-2 es diferente a virus como la varicela o el VIH, los cuales se integran al genoma del huésped al infiltrarse en el núcleo de la célula, permitiéndoles permanecer latentes durante años y luego "reactivarse". En el caso del nuevo coronavirus este no se infiltra, sino que tras el proceso de replicación hace que la célula estalle rápidamente y las copias del virus se van a infectar otras células.

Debido a ello, el doctor afirmó que es altamente improbable que este nuevo coronavirus pueda causar reinfecciones crónicas o recurrentes.

La doctora Reiss destacó además que el SARS-CoV-2 ha experimentado muy pocas mutaciones, lo que disminuye el peligro de que alguien que ya fue infectado por uno de sus linajes (también llamado cepas o variantes) pueda contraer una versión ligeramente diferente.

"Los cambios genéticos tendrían que ser lo suficientemente sustanciales como para que los anticuerpos existentes contra el SARS-CoV-2 de una persona ya no funcionen contra una nueva cepa. Hasta ahora, eso parece poco probable. Si este virus permanece como está, con cambios realmente pequeños, entonces es muy poco probable que una persona se reinfecte el próximo año", agregó.

Finalmente, la experta afirmó que en el mejor de los casos este virus se comportará como el que causa la varicela, el cual deja una memoria inmune en la persona y aunque los anticuerpos disminuyan con el tiempo, la población retendrá una población de células de memoria que puede aumentar rápidamente la producción de anticuerpos contra el virus en caso de volver a exponerse al mismo.