Los trabajadores de la salud enfrentan un riesgo elevado de exposición a enfermedades infecciosas y la transmisión intrahospitalaria es una ruta importante de propagación para el coronavirus que ocasiona la enfermedad COVID-19. Experiencias de los países europeos más afectados por esta pandemia nos encienden una señal de alarma para reflexionar sobre la situación en nuestro país.
Al día de ayer, en Italia se registran un total de 7145 personas del personal de sanidad infectado, mientras en España el número asciende a 9444. Este último país ha mostrado un incremento de un 177% desde el domingo pasado, lo cual corresponde a 14.7% del total de las infecciones contabilizadas. Para la administración de los servicios de salud, más allá del valor intrínseco del trabajador en sí, esto se traduce no sólo en una inversión económica por los casos que requieren tratamiento hospitalario, sino también en días laborales no aprovechables al seguir el aislamiento de 14 días ordenado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Dicho de otra manera, como mínimo, España ha perdido casi 140 mil días laborables de su personal de salud, e Italia casi 100 mil. Por tanto, los trabajadores de salud infectados se convierten en una cuádruple carga para el sistema: un paciente más, un potencial foco diseminador, la cuarentena obligatoria de sus colegas y contactos cercanos, y una oportunidad perdida de atender a sus pacientes. El efecto multiplicador de esta cascada puede reducir la capacidad de respuesta del sistema de salud de una manera importante.
La seguridad de los profesionales en salud depende del oportuno acceso al equipo de protección, la robustez de los protocolos internos, la supervisión de estos protocolos, y el apoyo adecuado durante la emergencia. En el caso de los dos países mencionados, declaraciones de los jerarcas en salud hacen ver el eminente problema de abastecimiento del equipo de protección. Lo cual no es de extrañar cuando todos los países están tratando de hacer frente a la pandemia desde su propio servicio de salud.
La CCSS por su parte ha anunciado esfuerzos logísticos extraordinarios para gestionar la compra de 8.8 millones de piezas de equipo de protección personal y una inversión de 11.5 millones de dólares en insumos de protección para personal de salud. Sin embargo, aún estamos en etapas iniciales de esta emergencia, nos queda mucho por recorrer. Utilicemos las experiencias de otros países para reflexionar sobre posibles escenarios no tan alentadores. ¿Qué sería de nuestro sistema de salud sin su activo más preciado?
Recordemos las palabras de Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS: "Cuando los trabajadores de la salud están en riesgo, todos estamos en riesgo".
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