Hace unos días fui a comer con una pareja, amigos de mi esposo, pero a los que yo aún no conocía. Inmediatamente sentí mucha química con ella y no tuvimos problema en conversar de todo un poco. Como ella estaba a punto de irse de vacaciones a Australia, no pudimos dejar de lado el tema de los incendios y el patético liderazgo (o falta de él) de Scott Morrison. Ella mencionó el absoluto contraste entre Morrison y Jacinda Ardern, primera ministra de Nueva Zelanda. Ambas admiramos a Ardern, y yo mencioné su feminismo sin complejos, completamente abierto y franco.
Inmediatamente noté algo en mi interlocutora. Algo que he visto muchísimas veces, podría decir que casi tanto en mujeres como en hombres. La espalda se yergue, creando distancia. De pronto la mirada ya no es directa y los labios se fruncen un poco. Una respiración profunda y la clara búsqueda de palabras firmes pero amigables, para disentir. Esa palabrota, capaz de detonar agudas tensiones con solo mencionarla. Fe-mi-nis-mo.
“No me gusta el feminismo”, me dijo, “no me gusta su agresividad y no estoy de acuerdo en pensar en los hombres como enemigos”. Yo le dije que estaba de acuerdo, que los hombres no son los enemigos y que, como decía mi abuela, el que se enoja pierde. Igualmente le recordé que, aunque no sean enemigos, sí que tienen acceso a un privilegio innegable que debe ser desnaturalizado y eliminado. Le recordé la ocasión en que Jacinda Ardern llevó a su recién nacido a las Naciones Unidas y tenía a su pareja masculina al lado para hacerse cargo, un acto absolutamente feminista y totalmente necesario. Ella sonrío, me dio la razón, pero tuvo la última palabra: “de todas maneras, no me gusta el feminismo, es una palabra muy fea”.
¿Qué palabra te gusta?
Es una lástima que la palabrota con “F” tenga una connotación tan negativa. A mí me parece muy bonita: feminismo. Pero todo bien, hagamos un ejercicio: si usted es una de esas personas a las que no les gusta el feminismo, pero que son muy buenas personas a pesar de ello, le ofrezco otras definiciones menos polarizantes:
- Si usted es una persona cree en que la sociedad debería ser más inclusiva y deberíamos buscar formas no violentas para resolver conflictos: en lugar de feminista, diplomática.
- Si usted es una persona que cree en los Derechos Humanos y que toda la humanidad debería tener igual acceso a oportunidades: en lugar de feminista, igualitaria.
- Si usted es una persona que quiere usar su voz para darle voz a quienes no tienen: en lugar de feminista, justa.
- Si usted es una persona que cree que deberíamos evaluar la sociedad y eliminar desigualdades, violencia y discriminación: en lugar de feminista, activista.
- Si usted es una persona que quiere ayudar a las personas menos privilegiadas: en lugar de feminista, altruista.
- Si usted es una persona que cree que todos y todas deberíamos tener acceso y derecho a la educación: en lugar de feminista, educacionista.
- Si usted es una persona que cree que deberíamos promover la salud mental y emocional: en lugar de feminista, empática.
- Si usted es una persona que quiere escuchar y comprender la diversidad de voces y opiniones en la sociedad: en lugar de feminista, tolerante o inclusiva.
- Si usted es una persona que cree que las decisiones sociales y políticas deberían ser basadas en datos comprobables: en lugar de feminista, racionalista.
En realidad, estamos de acuerdo, ¿o no?
A mí me gusta la palabra feminismo, pero entiendo que a usted puede provocarle sentimientos negativos y no vale la pena discutir por nueve simples letras.
Lo más importante es saber que todas las características que enlisté arriba, es lo que busca el feminismo. El feminismo no busca establecer ninguna superioridad de las mujeres. Como en todo movimiento, habrá personas que lo expresan de formas más o menos productivas, pero el feminismo en sí no busca más que respeto, equidad y justicia.
Pero no nos tapemos los ojos
Supongo que no importa tanto qué palabra elijamos usar, siempre y cuando usemos nuestra voz y acciones para promover una mejor sociedad. Como personas diplomáticas, igualitarias, justas, activistas, altruistas, educacionistas, empáticas, inclusivas, racionalistas o cualquier término elegido, no podemos darnos el lujo de hacernos de la vista gorda. Debemos ser consecuentes y ver de frente lo que pasa en nuestra sociedad.
El sexo y el género se usan como justificación para tratar a las mujeres (y a las personas LGBTQ+ y no binarias) de manera diferente a los hombres. El feminismo es importante porque el movimiento está trabajando para desmantelar estructuras sexistas opresivas. Las personas feministas queremos que se nos pague por igual, que podamos caminar por las calles sin temor, que las mujeres no estén menos seguras en su casa que en la calle y que, sin importar nuestro género, se nos trate igual.
Si no le gusta la palabra con “F”, ojalá la próxima vez que la escuche procure comprender a su interlocutor más allá de nueve letras, y saque lo mejor de usted para construir en conjunto una sociedad más feliz, justa e inclusiva.
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