Más acuerdos. Al menos por dos décadas, el sistema político operó sobre el supuesto de que el fracaso del otro se convertiría automáticamente en el éxito propio, sin importar que el que saliera rascando fuera la población en general. La población respondió castigando al sistema político: en la Asamblea Legislativa, ningún partido salió ganador con esa práctica, convertida en estilo de hacer política.  Un malestar general y el desprestigio creciente de partidos y del propio parlamento llegó a ser suficiente evidencia de que se trataba de un juego perder-perder y que la colaboración podría ser lo necesario para salir de la zona de muy negativas opiniones del público y convertirlas en favorables.

De la necesidad de abandonar esa práctica de perder-perder surgió la necesidad, posibilidad y nueva práctica de colaborar en el parlamento para impulsar leyes, no solo acuerdos sobre lo baladí, pensando en la población y el desarrollo. Ya hace algún tiempo la Asamblea reformó su reglamento y llegó al acuerdo de que la votación de cada uno se registrara y fuera pública en toda votación en la que no se especificara lo contrario. Después se dieron más leyes sustantivas, impulsadas por varios partidos, o sectores de partidos. De esta manera, el país ha asistido ya a dos años de una mayor cantidad de leyes sustantivas y de colaboración entre partidos. También vimos como se reformó el Reglamento Legislativo para -entre otras cosas- desterrar la posibilidad de que la obstrucción (con o sin carretillo de mociones) pudiera campear.

En buena hora se ha avanzado, pues había que reconciliar al sistema político para que operara, primer paso para iniciar la recuperación de fe.

Primeros frutos. Los efectos de este nuevo comportamiento comenzaron a favorecer a la Asamblea Legislativa ante la opinión pública de la gente y de los medios de comunicación.  Esto lo refleja la encuesta CIEP reciente: un repunte en la calificación de la Asamblea Legislativa, aunque aún en la zona muy negativa; también lo expresan un cúmulo de reportajes sobre elementos positivos, artículos de opinión y editoriales que favorecen ciertas iniciativas legislativas.

Ojo, hay riesgos. El peligro ahora es que la fuerza de la colaboración en la Asamblea se suba a la cabeza y se pierda el sentido que lo hace positivo. Sería desastroso que se use el poder de la colaboración recién redescubierto para improvisar incorrectas o infundadas decisiones, impulsar ocurrencias y pensar que es parte de un proceso inexorablemente favorable. La sensatez, la búsqueda de la calidad y el ejercicio democrático deben prevalecer en la formación de leyes, si se quiere que den fruto.  Por eso entre otras cosas, es necesario fortalecer los servicios técnicos de la Asamblea y cambiar radicalmente la conformación de los asesores de las diputaciones: pasar de activistas políticos a asesores especializados, diestros en la formación de leyes.

El riesgo se convirtió en espanto. Hace unos días asistimos con estupor y malestar a la sorpresa en el intento de nombramiento de un magistrado penal, directamente en el plenario legislativo, sin pasar por la comisión de nombramientos y bajo la oscuridad del voto secreto. Varios partidos y autoridades de fracciones fueron sorprendidos por 12 de sus colegas. Por fortuna, tuvo combate y se descarriló, en esta ocasión. Pero aún faltan 5 nombramientos de magistrados, con normas del Reglamento Legislativo que se prestan a interpretaciones sobre el secretismo de estas votaciones y, en ese sentido, a favorecer la arbitrariedad, la improvisación que al final se lleva en banda lo avanzado en la recuperación de la fe y, como si fuera poco, a otras instituciones.

Así como la actual Asamblea Legislativa modificó su reglamento para registrar y publicar el voto de los y las diputadas, para hacer posible y fluida la colaboración y el entendimiento entre partidos, produjeron más leyes en asuntos sustantivos y recuperaron algo de opinión favorable, es mucho más que aconsejable que ahora afiance la transparencia de sus decisiones y modifique las disposiciones reglamentarias para los nombramientos que le corresponde hacer. Salvaguardar principios mayores como la idoneidad e independencia de los otros poderes es indispensable.

Prueba. En el fondo, el recuperar credibilidad hoy se enfrenta a una prueba: el cambio en el Reglamento Legislativo para tener mejores y más transparentes normas para nombrar desde la Asamblea Legislativa. Es necesario tener presente que es necesario recuperar fe en la política, en los políticos y en las instituciones. Lo que sigue estando en juego es recuperar la convicción de tener un destino común como nación.

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