¿De qué va la entrevista de hoy? Entérese en 8 minutos.
La semana anterior estuve con la ministra de Justicia Marcia González Aguiluz. Con ella intenté llegar a una idea más o menos clara de cuál es la política de Justicia del país, pero fue imposible.
Pensé que la cosa iba más por el lado de que como ella no es profesional de esa área entonces no fue posible que me lo explicara y por eso esta semana busqué a Marco Feoli Villalobos, quien sí es especialista en temas de Justicia y sistemas judiciales, y además fue viceministro y ministro de Justicia y Paz durante el gobierno anterior.
Sin embargo, el asunto es más complejo que ser o no especialista en Justicia. Cuando le pregunté a Feoli Villalobos que definiera cuál es la política de Justicia de Costa Rica, dice que en esto es importante dejar claras algunas diferencias:
Porque uno puede pensar en justicia como un valor político, como una aspiración ética, o como una cuestión ideológica. Pero también, como un subconjunto de instituciones del sistema político. Entonces, uno debe diferenciar las particularidades del diseño institucional de cada país.
Algunos enmarcan a Marco Feoli como a alguien con muchos anticuerpos políticos cuya gestión estuvo cargada de una buena dosis de escándalos mediáticos. Su abierta política en pro de los Derechos Humanos de las personas privadas de libertad le siguen significando adeptos y detractores.
Él no deja de decir que cada persona recluida en un centro penal tiene una historia personal y que reconocer eso "no es hacer apología del delito” recalca.
Luego de algunos minutos de escucharlo, empiezo a pensar que en Costa Rica no ha habido una clara política pública de Justicia porque, entre otras cosas, este es un tema con importantes réditos electorales.
Entonces, en la mayoría de las ocasiones, qué se hace y cómo se hacen las cosas en este Ministerio no ha dependido de la necesidad del sector propiamente, sino de las autoridades de turno. Pero, independientemente del interés de la jerarquía momentánea, el tema más relevante de la política de Justicia es el sistema penitenciario:
El 75% u 80% del presupuesto [del Ministerio de Justicia] se destina al sistema penitenciario.
Lo fundamental y lo desastroso está en el sistema penitenciario. Es una cosa que no se puede obviar, y debo de decir que, a mí me extraña que cuando uno ocupa un cargo de estos se intente disimular lo que hay.
Nosotros tenemos una situación caótica y desastrosa. Y lo peor que se puede hacer es ocultarla, [ya sea] por cálculos o previsiones políticas. A mí esto me parece moralmente cuestionable.
Dice Feoli Villalobos que actualmente se han querido "truquear" las cifras, no solo inventándolas, sino también maquillándolas y mezclando números para que luzcan menos dramáticos:
Si vos tomás la cifra de los centros penales juveniles (que son absolutamente distintos a los centros penales de adultos), se te reducen las cifras de hacinamiento, y parece que no es muy malo. Yo creo que eso es un error.
Si nosotros excluimos al sistema penal juvenil, la conclusión no es que tenemos un 30% de hacinamiento, sino que tenemos centros penales con un 80% de hacinamiento. Esa es la cifra que se tiene que decir.
En contraposición con la jerarca actual, Marcia González, Marco expone que el sistema penitenciario está colapsado, él reconoce que el hacinamiento sí está fuera de control.
Pero por qué el hacinamiento carcelario se ha salido de control:
Porque hemos abusado de la prisión, esto exclusivamente con lo que tiene que ver con el sistema penal. Pero además, porque tenemos unas estructuras sociales tremendamente desiguales que en nuestros países se traducen en la caza de los mismos grupos de siempre para llegar a las cárceles.
Esto no es un invento, y esto no es victimizar a quien comete un delito, pero es incontestable el hecho de que la mayoría de personas que entran a las cárceles vienen de ciertos sectores y por ciertos delitos.
Según datos del 2016 del Programa del Estado de la Nación (PEN) la mayoría de personas que permanecen en centros penales son menores de 35 años, en su mayoría hombres.
Dos tercios de las mujeres detenidas se dedicaban a oficios domésticos no remunerados; el 91% de las personas que están en prisión tienen una baja escolaridad.
Otro dato a tener en cuenta es que, “más del 90% de las personas privadas de libertad a junio de 2014 lo estaban por cuatro delitos: contra la propiedad, contra la ley de psicotrópicos, delitos sexuales y contra la vida”.
En este contexto, Feoli dice que no reconocer que el problema no es el hacinamiento, sino el modelo punitivo, una de dos, o responde a mucha ignorancia o a mucho cinismo. Y que tampoco se puede continuar con el discurso de siempre:
Ese discurso ochentero de que vamos a resolver este problema porque estamos construyendo nuevas cárceles. Que vamos a ampliar los espacios carcelarios porque estamos agilizando los procesos de construcción, porque lo importante es la seguridad de las personas.
Durante la gestión de la que él fue parte se construyeron tres cárceles. Aún así, el hacinamiento carcelario actual es más alto del que dejaron en 2018, según Feoli.
Como dice el meme, a Marco se lo nota profundamente decepcionado pero no impresionado. Señala que el discurso del gobierno de Carlos Alvarado sobre prometer construir 3000 nuevos espacios es mentira. Feoli cuestiona que eso sea posible:
Claramente, la respuesta no puede estar en decirle a la gente «vamos a construir o estamos construyendo». Además, aquí cuesta un montón construir, no solamente es lo caro, es lo lento.
Imagínese que de las tres carteles que construimos se empezó a hablar en el 2009, durante el gobierno de Óscar Arias, y se terminaron de construir 8 años después.
Poco a poco me doy cuenta que no entiendo cuál es la política pública en Justicia, porque probablemente no existe. Es decir, no han habido autoridades que de manera conjunta se sienten a discutir sobre la dirección del país respecto a este tema con visión de largo plazo.
Una de las otras posibles razones por las que esta política sea inexistente es porque Justicia ha estado enfocado en apagar incendios causados por el sistema judicial costarricense, que es tremendamente castigador.
El análisis del PEN 2016, dice que el abuso de la prisión preventiva es una de las causas del hacinamiento carcelario. Además, señala que la mayoría de personas que descuentan condenas en prisión lo hacen por delitos de robos, hurtos y por temas de drogas. Estas personas pasan en promedio entre seis y ocho años en la cárcel.
Mientras que quienes cometen delitos sexuales y contra la vida permanecen más tiempo encerradas, pero son la minoría de los casos. Pero, señala el PEN, a la vuelta de los años esto causará un hacinamiento en el centro para el adulto mayor.
El problema es un problema de modelo y hay que decirle a la gente que se debe dejar de usar tanto en las cárceles.
Un país que encarcela a 370 personas por cada 100.000 habitantes, que nos sitúa en la segunda o tercera posición a nivel de América Latina, es un país que algo está haciendo mal.
Porque las cárceles tienen muchos efectos colaterales sobre la persona que está en la cárcel, pero también sobre sus familiares y su grupo más cercano.
Y, por si a la ciudadanía no le importa la persona privada de libertad, ni su familia o grupo más cercano, porque diay, al-final-del-día-son-delincuentes, Marco no olvida analizar que no tener un cambio en el modelo no es un problema únicamente para quien vive “atiborrado” en un centro penal. Esto es un problema que eventualmente nos podría tocar a todos:
Se vuelve un efecto Boomerang. Se vuelve contra nosotros porque la cárcel es muy perniciosa, la gente que sale de ahí no sale mejor.
Y todos estos discursos de inserción social son un brindis al sol, porque realmente la cárcel tiene este efecto que es negativo.
Ante la necesidad de cambiar el modelo punitivo, la solución que plantea Feoli Villalobos es un pacto social.
Para esto, dice, habría que iniciar una discusión pública sobre ¿qué es lo que buscamos con las cárceles? Cabe preguntarse si como sociedad podríamos aceptar otro tipo de sanción para quien comete los delitos que hoy amontonan gente en las cárceles.
[Por un delito contra la propiedad o drogas] vos metés a un muchacho de 20, 25 años en una cárcel, en la que estará hacinado, durmiendo en medio de cucarachas y de ratas.
Y entonces, ¿le decimos a la gente que ese muchacho va a salir bien?, ¿que va a salir reconciliado consigo mismo y con la sociedad convertido en un hombre productivo apenas cruce la puerta de reforma? No.
Ese muchacho sale en situación de riesgo, ¿riesgo de qué? De volver a delinquir.
Y ese riesgo supone que todos los que estamos afuera podemos ser potenciales víctimas de la violencia. Explicarle eso a la gente no es fácil, ahora me doy cuenta.
El "ahora me doy cuenta" de Feoli supone reflexionar sobre lo que hizo mal durante su paso por el Poder Ejecutivo. Él mismo reconoce que uno de esos errores fue no comunicarse mejor.
Yo estoy convencido de que la solución para este problema es el cambio del modelo punitivo. Quizás porque he pasado 20 años trabajando en esto y es bastante más fácil entenderlo, pero no para todo el mundo es igual.
Pensamos que si la gente veía a un muchacho que estaba en la cárcel, iba a pensar “ay sí pobrecito este muchacho, necesita oportunidades” y no fue así. Creo que se nos fue la mano con eso.
Por ejemplo, recuerdo a Antonio Álvarez Desanti llegar con traje entero, o a Gerardo Rodríguez, en una cárcel donde la gente está atiborrada y vive como en bodegas, y Antonio Álvarez llegó con corbata, y uno dice ¡Dios! lo que es no tener idea de qué es esto.
Marco cuenta la anécdota reconociendo la falta de humildad que tuvo su gestión para hablar con actores necesarios. Su evidente inmersión en el tema de Justicia y sistemas judiciales le impidieron darse cuenta de que para algunos prima el castigo y no la persona castigada.
Pero yo creo que no lo volvería a hacer. Creo que es necesario sentarse y explicarle a la gente, porque la gente no lo comprende y eso es una de las enseñanzas que me dejó a mí el paso por el Poder Ejecutivo. Estos temas no son temas fáciles.
Luego de casi treinta minutos de conversación, Marco va cerrando sus ideas. Señala y vuelve a señalar que no es un invento de que el sistema de Justicia ha fallado.
Creo que en esto hay mucho de testosterona, porque cuando yo escucho decir que hay que tener mano dura con la delincuencia, siento que quizás hemos pasado muchos años haciendo eso: volando garrote y no ha resultado.
Y no es que yo me invento que no ha resultado. Es que no ha resultado.
Porque hemos hecho reformas importantes en los últimos 10 años. Se endureció el Código Penal, se crearon los Tribunales de Flagrancia para que los delitos sean resueltos de manera expedita y la gente se sintiera más segura, y hoy 10 años después la gente se sigue sintiendo insegura, con el agravante de que ahora tenemos las cárceles atiborradas.
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Solo el tiempo dirá si es posible tal pacto social. Solo con el tiempo nos daremos cuenta si la ciudadanía quiere entrar en la discusión por la articulación y creación de una política pública de Justicia.
De otra manera, las reformas tendrían no solo que venir del Congreso, sino que tendrían que ser adoptadas por el Ministerio, independientemente, claro, del o la jerarca de turno.
Después de todo, como dice Feoli “la cárcel es producto de las otras relaciones sociales que tenemos. Es producto de un país profundamente desigual, donde la pobreza sigue sin disminuir, donde las oportunidades no nos han llegado a todos que las mismas maneras y de un país que ha hecho de ciertas políticas unas formas de represión constante". Eso hay que solucionarlo, porque sino, como dice Malpaís, la bomba nos va a explotar aunque caiga en otra parte.
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