— El Instituto Regional de Estudios en Sustancias Tóxicas (IRET) de la Universidad Nacional (UNA) nos dejó helados esta semana, cuando presentó su más reciente informe en el que detalla el riesgo que la constante exposición a plaguicidas en el agro provoca en los habitantes de la Zona Caribe de nuestro país.
— En la presentación del estudio, disponible para pararle el pelo a todo el mundo en un video de Youtube, el biólogo Freylan Mena aseguró que en un muestreo puntual de solo un litro de agua los ríos de Matina, "uno puede encontrar más de 20 tipos diferentes de sustancias" en una muestra superficial de las aguas de la zona. Por ello los estudios de la UNA señalan "un riesgo muy alto" debido a que la presencia de herbicidas y plaguicidas en las aguas afecta a todo el ecosistema, incluidos por supuesto, a sus habitantes.
— Lo peor es que este es un tema que trasciende las aguas: el estudio muestra que el riesgo también se encuentra presente en el aire, pues en las zonas se producen irrigaciones aéreas con fungicidas que tienen componentes químicos que, en exceso, pueden resultar altamente peligrosos para la población aledaña a los cultivos. Tal es el caso del Mancozeb.
Dato D+: Según la médica epidemióloga de la UNA, Ana María Mora, el Mancozeb contiene manganeso en exceso. El manganeso es un nutriente que en altas cantidades puede ser tóxico para los órganos, en especial para el cerebro, afectando directamente la calidad de vida humana.
— "Encontramos que las mujeres que vivían más cerca de las plantaciones bananeras y por ende, más cerca de las irrigaciones de Mancozeb, tenían más manganeso en su pelo, y que sus hijos tuvieron un desarrollo socio emocional más bajo. Además, las hijas de estas mujeres también tuvieron un desarrollo cognitivo más bajo que las hijas de madres con menor manganeso en el pelo", señaló Mora.
— Lo mismo pasa con las bolsas celestes que la mayoría de nosotros solo vemos desde la 32 cuando vamos para Limón: esas bolsas tienen un tóxico que puede viajar por el aire o transportarse en el agua, representando un riesgo evidente para las comunidades cercanas y principalmente, para los niños.
— El geógrafo Leonel Córdoba señaló que estudios en centros educativos cercanos a las plantaciones bananeras arrojaron que dentro de las aulas (¡dentro de las aulas!) se halló presencia de plaguicidas como HerbiLifo y otras sustancias realmente tóxicas. Ahí, justo al lado de los pupitres de los niños.
— Al respecto, la epidemióloga de la Nacional, Berendina Van Wendel, señaló que:
Con pruebas neuropsicológicas encontramos que a los niños bajo mayor cantidad de este plaguicida en su orina, les cuesta más realizar tareas que requieren una memoria en el trabajo, así como las tareas que implican coordinación fisiomotora.
— Este es un tema del que ya se ha hablado taaaaaaantas veces que uno no puede dejar de sorprenderse de que siga estando ahí. De hecho, el Semanario Universidad nos contaba en su edición de ayer que el MAG está tratando de controlar el registro de los componentes químicos de los plaguicidas que se utilizan en el país, porque este control no existe y el pleito está en que si eso le toca al MAG o que si le toca al MINAE... y mientras tanto, no sabemos qué le estamos echando encima a las comunidades que viven cerca de las plantaciones agrícolas.
— Tenemos mucha deuda pendiente, estamos fallando.
Esta nota es parte del Reporte: De cuando Óscar Arias habla de democracia disfuncional y encontramos el ejemplo perfecto