En los últimos dos años Costa Rica ha registrado bajos niveles de inflación al punto de situarse en la segunda más baja de toda Centroamérica (1.01% acumulada a septiembre), únicamente superada por El Salvador (0.85% acumulada).
A pesar de ello, los costarricenses aún percibimos que el costo de los bienes y servicios básicos hace insuficientes los ingresos. Lo anterior radica en que no es lo mismo el costo de la vida y la inflación.
Según explicó el Observatorio Económico y Social de la Escuela de Economía de la Universidad Nacional (UNA), la inflación señala cuántos colones más hay que aportar para adquirir un bien o servicio respecto a un periodo de tiempo anterior.
Por ejemplo, si para comprar un kilo de arroz usted gastaba 1000 colones pero hubo una inflación del 2.6%, significa que necesitará 26 colones más para adquirir la misma cantidad de arroz.
En contraparte, el costo de la vida es un indicador que muestra qué tan cara es la economía respecto a otras naciones.
Por ejemplo, según datos del Banco Mundial del 2017, lo que una persona compra en Costa Rica con 10 dólares puede adquirirlo con 9.04 dólares en Panamá; con 8.04 dólares en Guatemala; con 7.29 dólares en Honduras; con 7.12 dólares en El Salvador y con solo 5.57 dólares en Nicaragua.
El costo de la vida está ligado a varios factores, incluyendo pero no limitado al salario mínimo de cada país (que en Costa Rica es uno de los más altos de la región), falta de competencia en mercados estratégicos, altos costos de intermediación entre el productor directo y el consumidor final y bajos niveles de productividad laboral.
Otro factor señalado por la Escuela de Economía de la UNA es el cobro de varios impuestos sucesivos, siendo el más evidente el caso de los combustibles: Costa Rica es el país del istmo que más barato compra los combustibles, pero al mismo tiempo es el país que más caro los vende al consumidor.