Carlos Alberto Montaner, el escritor, periodista y político cubano residente en Miami, publicó a finales de 2017 un librito que no se puede dejar de mencionar a propósito del reciente proceso electoral en Costa Rica y del cambio de poderes este ocho de mayo. El libro se titulaEl Presidente y lleva como subtítulo Manual para electores y elegidos; luego agrega El príncipe en el tiempo de las urnas, refiriéndose al Príncipe de Maquiavelo, que hoy en la democracia electoral como la conocemos corresponde justamente a la figura del presidente.

Dice Montaner que el objetivo del libro es “iluminar las características de la democracia liberal para que la selección de los servidores públicos contribuya a un mejor destino para todos”. Para ello estructura el libro en tres partes: la primera (Presidentes) es una reflexión sobre las características que debe tener esa “peculiar” criatura a la que se entrega la responsabilidad de dirigir los destinos del país; la segunda parte (¿Cómo se llega a la presidencia?) está dedicada a explicar la técnica electoral necesaria para llegar a ser presidente; por último, la tercera parte (¿Cómo ser un buen presidente?) incluye además, una advertencia contra los enemigos permanentes del buen gobierno: la corrupción y las supersticiones “marxistas y populistas”.

En tiempos de tanta turbulencia, donde la oferta electoral puede resultar tan confusa y numerosa como nuestras pasadas elecciones, que en primera ronda hubo 12 candidatos y 1 candidata a la presidencia de la República, el libro de Montaner resulta una fuente sumamente útil y oportuna para las valoraciones de los electores a futuro, con el fin de decidir con fundamento y apropiadamente por quién votar. Por otro lado, el libro también es un modelo de análisis para ponderar las cualidades y actitudes de quienes aspiran a ser presidentes, a quienes aconseja preguntarse por qué y para qué quieren ser presidente.

Virtudes para gobernar

En la primera parte, Montaner retoma, de los pensadores clásicos, trece virtudes que deberían tener los presidentes. Virtudes en cuanto a “recto modo de proceder” como define el Diccionario de la Real Academia, lo que es distinto a las competencias técnicas (saber técnico) o de gestión (saber hacer), que se refieren a las destrezas necesarias para realizar una tarea con eficacia y eficiencia. Todas estas virtudes complementarían el perfil idóneo para alguien que quiera gobernar con solvencia en el mundo complejo de hoy.

Las trece virtudes son:

  • Prudentia, el presidente debe ser previsor, prudente y autocontrolarse.
  • Auctoritas, la autoridad emana de la experiencia, pero no exactamente de la edad.
  • Gravitas, hay que tomar las cosas en serio y transmitir esa determinación a los subalternos, incluye la capacidad para decidir la importancia o prioridad de los asuntos.
  • Concordia, no se gobierna con el ceño fruncido, peleando con todo el mundo y provocando temor, gobernar es negociar, buscar consensos y pactar.
  • Humanitas, la cultura, la preparación, contar con buena formación para comprender la realidad y tomar decisiones acertadas sin dogmatismos.
  • Clementia, ser compasivo y pensar en el daño que sus decisiones pueden ocasionar al prójimo.
  • Industria, trabajo intenso, trabajar mucho y honradamente, por la gloria de servir, y no para el beneficio personal.
  • Patientia, saber esperar, tomar el tiempo necesario para soluciones efectivas.
  • Firmitas, firmeza para mantener las posiciones moralmente deseables y para sostener otras posiciones incómodas si fuera necesario.
  • Comitas, el humor, las personas agradecen que los gobernantes den muestras de buen humor, eso los humaniza.
  • Dignitas, la dignidad no se contrapone al sentido del humor, un buen estadista guarda el equilibrio.
  • Frugalitas, la frugalidad no se contrapone a la dignidad, es la expresión de que se ejerce el poder sin ostentación y sin lujos innecesarios.
  • Virtus, el coraje, la valentía para afrontar los peligros, ser capaz de controlar el temor y marchar adelante en la batalla como los romanos, dar la cara en los momentos de peligro es un rasgo imprescindible de quienes mandan con honor.

En momentos en que Costa Rica se apresta a inaugurar nuevo gobierno, presidente y otros altos cargos, reflexionar acerca de las virtudes para gobernar y que las nuevas autoridades públicas procuren actuar en función de estas virtudes, contribuirá a una mejor imagen-país y a una gestión gubernamental transparente y eficiente en beneficio de la población y para la solución efectiva de los temas prioritarios de la agenda nacional.

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