Mujer, indígena y experta en medicina tradicional. Así es Marichuy Patricio, la candidata presidencial del Consejo Indígena de Gobierno que está luchando por llegar a la presidencia de México. Luchando, porque aún se encuentra en la búsqueda de firmas para inscribir su candidatura independiente.
En México existe la posibilidad de que se inscriban candidaturas independientes para optar por la presidencia, el senado y el congreso. Uno de los requisitos que deben aportar las candidaturas es un mínimo de adhesiones. Para ser candidata oficial, Marichuy deberá de obtener 866.593 firmas (las cuales representan el 1% del padrón electoral) en al menos 17 estados de la federación. Todo un reto (que ha sido criticado) para organizaciones o personas con recursos económicos limitados.
Que Marichuy pueda optar a la presidencia se debe fundamentalmente a la posibilidad que ofrece el sistema electoral mexicano. Una reforma de Ley en 2012, permitió la reaparición de las candidaturas independientes (que ya existían antes de una reforma electoral en 1946) eliminando el monopolio de los partidos políticos en la aspiración a cargos públicos en ese país.
Ese monopolio sigue vigente en muchos países, incluyendo a Costa Rica. El primer partido político del país fue la Convención Constitucional fundada en 1868, liderada por los hermanos Montealegre y algunos militares, como Máximo Blanco. Su duración fue efímera. No fue sino hasta la campaña electoral de 1886 cuando el sistema de partidos políticos empezaría a asentarse en el país, llegando a consolidarse como actores fundamentales y formales de la política del país por medio de la Transacción de 1902, cuando delegados del Partido Republicano y del Partido Civilista se pusieron de acuerdo para impulsar la candidatura de Ascensión Esquivel.
En los últimos años el fervor político de la población ha venido en claro descenso. Barrios enteros sin banderas políticas, plazas públicas sin candidatos ni simpatizantes, frío electoral y abstencionismo. Mucha gente no vota porque ya no cree en los políticos ni en los partidos. ¿Llegó el momento de probar nuevas opciones en el país y empezar a discutir la apertura del sistema electoral costarricense? Yo creo que sí, quizás de esa forma la población sentiría más confianza, se interesaría un poco más y sin duda permitiría la inclusión de actores tradicionalmente excluidos de los procesos electorales. Que lo diga Marichuy. Hasta es capaz y el abstencionismo baja.
Es evidente que esta propuesta no es prioritaria en la agenda de cualquier partido político. ¿Por qué le agregarían más incertidumbre a los procesos electorales? ¿Por qué abrirían el portillo para que organizaciones ecologistas, sindicatos, asociaciones estudiantiles, asociaciones de desarrollo, cámaras empresariales o personas indígenas puedan brincarse su mediación y optar por puestos públicos directamente? ¿Para fortalecer la democracia? Hoy en día figuras como Juan Diego Castro recurren a partidos taxis para impulsar sus candidaturas, ¿no son estas algunas especies de candidaturas independientes “a la tica”?
México está lejos de ser un ejemplo de democracia para el mundo, pero quizás podamos aprender un poco de la experiencia de Marichuy hoy en día y reproducirla algún día en el país.
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