La reciente encuesta de la UCR muestra en primer lugar de intención de voto al candidato Fabricio Alvarado, con un 17%, un punto por encima de Juan Diego Castro y 6 puntos por encima de Antonio Alvarez.
A esto debemos sumarle el margen de error, y según explica Felipe Alpízar, director del Centro de Investigación y Estudios en Política, encargado de elaborar la encuesta de la UCR, estamos en presencia de un empate técnico.
Es importante tomar en consideración que la encuesta se efectuó con 1.013 entrevistas mediante llamadas a teléfonos celulares entre el 15 y 17 de enero, es decir, una semana después de la Opinión Consultiva de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que tanta conmoción causó.
Pero más allá los números actuales, se han visto proclamas de varios candidatos favorecidos en ESTA encuesta (y desconocidos en las pasadas) arrojándose que el “pueblo costarricense ya decidió”, que la mayoría se opone, o que la mayoría apoya. Sin embargo, reducir el sentir del pueblo al simple apoyo a un candidato, es llevar la democracia a su concepción más limitada.
Máxime, cuando la encuesta sostiene que el candidato con mayor intención en ESA encuesta, apenas suma el 17% de los decididos a votar. Pongamos eso en contexto: El 39% considera que no va a votar, el 17% está indeciso, por lo que solo el 44% de la muestra expresa intención de voto por algún candidato, y de ese 44% que muestra intención, solo un 7,48% muestra inclinación por el candidato con la mayor intención.
Es decir, el 17% de Fabricio Alvarado de aquellos decididos a votar, es solo un 7,48% de todos los ciudadanos costarricenses con derecho al voto. ¿Es eso una mayoría? Claro que no, apenas representan menos del 10% de todo el padrón electoral, entonces no puede ninguno hablar en nombre del pueblo de Costa Rica, menos cuando hace una semana apenas salía del margen de error.
Nuestro sistema democrático elige al que tenga la mayor cantidad de votos, pero eso no se traduce en una mayoría, en realidad, la mayoría hoy no gusta de ninguna de las posturas ni propuestas.
Espero que la crisis fiscal, el desempleo, la crisis del sistema de pensiones, el caos vial o la inseguridad, sean lo que definan el voto, y no el oportunismo electoral.
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