Costa Rica mejora salud y longevidad de sus habitantes, y eso es un logro que refleja mejoras en los servicios de salud y bienestar social. Sin embargo, esta buena noticia nos plantea una pregunta fundamental: ¿podemos asegurar que más años de vida equivale también a vidas más dignas? Hoy, miles de personas adultas mayores enfrentan pobreza, soledad y vulnerabilidad económica. Personas que trabajaron durante décadas, que educaron, cuidaron y sostuvieron a sus familias y sus comunidades. 

La vejez no debería ser una etapa de incertidumbre; debe ser un tiempo de tranquilidad, reconocimiento y armonía con todo lo que nos rodea.

Garantizar pensiones dignas no es un ideal aspiracional, es un derecho y, al mismo tiempo, un pilar de justicia social. Para sostenerlo, se requiere mucho más que discursos: hace falta responsabilidad y voluntad política, planificación técnica y visión de largo plazo. La improvisación tiene un costo, y ese costo lo pagan las generaciones presentes y futuras. Hablar de pensiones es hablar del país que queremos ser: un país que honra a quienes lo construyen y sostienen, que planifica, que protege y que piensa en el mañana.

Las pensiones dignas son un compromiso nacional con su sociedad, que no puede recaer únicamente en una institución o en un sector. La sostenibilidad del sistema exige un diálogo intersectorial intenso y comprometido, acuerdos legislativos, decisiones basadas en evidencia técnica y una ciudadanía consciente de que este tema nos involucra a todas las personas. Desde JUPEMA reafirmamos nuestro compromiso con la transparencia, la eficiencia y la defensa de los derechos de nuestra afiliación y del país que habitamos. Sabemos que el fortalecimiento de los sistemas de pensiones no se logra con discursos, sino con gestión responsable, estudios técnicos, políticas sostenibles y decisiones coherentes.

Las decisiones que se tomen hoy definirán cómo vivirán millones de personas mañana, pensar en el hoy es pensar en el mañana de nuestros jóvenes. No actuar no es una opción. Costa Rica tiene la oportunidad histórica de demostrar que un sistema de pensiones justo y sostenible sí es posible. Para lograrlo, necesitamos acuerdos amplios, decisiones valientes y la convicción colectiva de que la dignidad no se negocia. 

Hablemos de pensiones con responsabilidad, con hechos y con visión. No podemos seguir posponiendo esta discusión, ni las acciones que se requieren.