Hace poco conmemoramos el Día de la Persona Negra y de la Cultura Afro‐Costarricense, una fecha que no solo enaltece nuestras raíces africanas, sino que también nos invita a valorar las luchas, los aportes y la dignidad de quienes, con esfuerzo y cariño, han preservado la identidad caribeña de nuestro país. Esta celebración nos ofrece un espacio para recordar que las historias de resistencia son, a la vez, relatos de esperanza, de fe en el porvenir y de orgullo por lo que somos.

La canción “Foreva” de Tayc funciona, en este sentido, como un reflejo metafórico de esa vivencia. El artista rememora las cicatrices del pasado, habla de haberlo dado todo sin recibir lo mismo a cambio y, al mismo tiempo, celebra la fuerza que le permite seguir creyendo en el amor y en la idea de un “para siempre”. De modo análogo, los afro-costarricenses han cargado con el peso del racismo y la exclusión a pesar de haber aportado tanto al desarrollo del país. Sin embargo, lejos de rendirse, han mantenido viva su cultura, su lengua, su música y su espiritualidad, afirmando con orgullo su identidad y construyendo esperanza para las nuevas generaciones.

De la misma forma en que Tayc interpreta desde la vulnerabilidad y la sensación de estar respaldado por un propósito superior, la comunidad afro-costarricense ha descubierto en su memoria, en la solidaridad mutua y en el amor por la vida el impulso para resistir y aspirar a un futuro más justo. Su lucha, al igual que el mensaje de la canción, no se reduce a evocar el dolor; es también la prueba de que lo vivido puede devenir en algo perdurable, en ese “foreva”. Dedico estas líneas a mis familiares afro-costarricenses, quienes con amor, perseverancia y esperanza me han enseñado la importancia de mantener viva la memoria y de continuar la batalla por la justicia y la igualdad en nuestra tierra.

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