En las últimas semanas, Costa Rica ha presenciado señales claras de que la cultura sigue siendo uno de los motores más poderosos de transformación social.

La apertura de la nueva sede del Sistema Nacional de Educación Musical (SINEM) en Puerto Jiménez es mucho más que la inauguración de un edificio. Es la apertura de un horizonte de posibilidades. Diez años pasaron desde la última vez que se abrió una escuela de este tipo, y hoy lo hacemos en el cantón más joven de nuestro país, un territorio que custodia gran parte de la biodiversidad mundial. Este logro nació de un RIDE Cultural que en abril de este año encendió en la comunidad la certeza de que el arte es un derecho y no un privilegio.

Las autoridades locales tienen aquí una tarea irrenunciable: acompañar los procesos que nacen de las comunidades. Judesur lo entendió y apoyó ese RIDE Cultural, sembrando la semilla de lo que hoy florece en Puerto Jiménez. Esa es la ruta: instituciones que escuchan, que responden y que se comprometen con la gente.

Esa misma lógica inspira el Festival Nacional de las Artes 2025, que iniciará este viernes en Limón con más de 400 artistas costarricenses. Durante diez días, la provincia vibrará con sus colores, ritmos y sabores, retomando plazas, calles y espacios públicos para celebrar la creatividad, promover la convivencia y sembrar paz. Aquí es justo reconocer también el apoyo decidido de JAPDEVA, que junto con el MCJ y las municipalidades ha hecho posible que el Caribe se convierta en escenario vivo de cultura.

Mientras tanto, seguimos invirtiendo en infraestructura, como la Casa de la Cultura de Santa Cruz, convencidos de que estos espacios son pilares para democratizar el acceso y sostener los procesos culturales a largo plazo.

Todo esto tiene un denominador común: el trabajo articulado. Ningún esfuerzo cultural perdura si no es compartido entre comunidades, instituciones, gobiernos locales y ciudadanía. Pero también es cierto que el gran desafío sigue siendo la descentralización del acceso a las artes. Solo si llevamos la cultura hasta el último rincón del país podremos honrar lo que somos como nación diversa, creativa y solidaria.

En Limón —donde los colores, ritmos y sabores son lenguaje cotidiano— recordemos con Julieta Dobles que el paisaje también “se me abre dulcemente  y me cuenta de patria”. Esa patria se hace en las comunidades cuando el arte ocupa plazas, escuelas y puertos, y cuando instituciones como JAPDEVA, las municipalidades y el MCJ convierten el espacio público en escenario de convivencia.

Como la danta Amaranta que cruza los bosques llevando semillas, así la cultura teje futuro en cada comunidad. Que el arte nos convoque e inspire dos compromisos: trabajar articuladamente para que la cultura transforme, y asumir, como país, el deber de descentralizar el acceso a las artes. Porque ahí, en los barrios y distritos, se construye la verdadera identidad costarricense.

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