Como emprendedor, profesor universitario y alguien que ha tenido la oportunidad de investigar y vivir de cerca modelos de desarrollo productivo dentro y fuera del país, no dejo de preguntarme por qué en Costa Rica seguimos desaprovechando una herramienta con tanto potencial como el Sistema de Banca para el Desarrollo.

Este sistema nació en 2008 con un propósito noble: llevar financiamiento, acompañamiento técnico y esperanza a quienes tradicionalmente han quedado excluidos del sistema financiero tradicional. Se pensó como un puente para que micro, pequeñas y medianas empresas —esas que sostienen buena parte del empleo nacional— pudieran tener un acceso más justo a recursos que les permitieran crecer, innovar y consolidarse. Y, sin embargo, a más de 17 años de su creación, muchos emprendedores siguen sin encontrar ese respaldo efectivo.

He visto estudiantes con ideas brillantes rendirse por la complejidad del proceso. He escuchado a empresarios locales decir que es más fácil pedirle dinero a un familiar que acceder a uno de estos programas. Y he vivido personalmente lo que significa enfrentar el peso de trámites, papeleo y tiempos que simplemente no están alineados con la realidad de los negocios.

Es cierto que se han hecho esfuerzos. En los últimos años se han diversificado los fondos, se han creado programas especiales para mujeres, se ha intentado fortalecer la red de operadores y hasta se ha planteado un plan estratégico con metas concretas para el 2028. Todo esto indica que hay voluntad. Pero también evidencia que seguimos operando con una lógica lenta, desconectada y, muchas veces, centrada en la administración más que en la transformación.

Fuera de nuestras fronteras, el panorama es distinto. Países como Chile han logrado convertir su banca de desarrollo en un motor real de innovación, donde las ideas se impulsan con financiamiento, mentoría y redes. En Colombia, Bancóldex no solo presta dinero: articula actores, fortalece capacidades y llega donde el crédito comercial nunca ha llegado. Incluso en economías más pequeñas, como Panamá, o en modelos altamente digitalizados como el de Estonia, se han creado sistemas que funcionan con agilidad, foco y visión de futuro.

No se trata de copiar lo que otros hacen, sino de atrevernos a adaptar, a repensar, a construir desde nuestras fortalezas. Tenemos instituciones técnicas, talento humano, creatividad empresarial y una ciudadanía que, a pesar de los obstáculos, sigue creyendo en la posibilidad de emprender. Lo que necesitamos es un sistema que se alinee con ese impulso, que actúe como un verdadero catalizador del desarrollo y no como un simple administrador de fondos.

Desde mi experiencia en la academia, puedo afirmar que los países que logran avanzar son aquellos que conectan sus instrumentos con una visión clara de futuro. Una visión país. En Costa Rica, podríamos hacer del Sistema de Banca para el Desarrollo ese brazo financiero de una estrategia nacional para la innovación, el empleo digno y la inclusión económica. Pero para eso hay que movernos más allá del discurso y tomar decisiones valientes: hacer que los procesos sean más simples, que los recursos lleguen a quienes más los necesitan y que el acompañamiento técnico no sea un extra, sino parte integral del proceso.

Ya no basta con seguir diagnosticando el problema. Ya no alcanza con informes, diagnósticos o discursos bien intencionados. Es momento de actuar. Si de verdad creemos que el desarrollo puede y debe ser más inclusivo, más equitativo y más productivo, entonces debemos hacer que esta banca de segundo piso sea una primera puerta de oportunidades reales para miles de costarricenses.

El talento está. Las ideas también. Solo falta que el sistema esté a la altura. Y eso no se logra esperando. Se logra transformando

Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio. Delfino.CR es un medio independiente, abierto a la opinión de sus lectores. Si desea publicar en Teclado Abierto, consulte nuestra guía para averiguar cómo hacerlo.