“Mi administración no procede de luchas ni se inaugura sobre las ruinas de ningún partido. Su bandera es la nación y su objeto el bienestar de toda Costa Rica”.

Cito al último jefe de Estado y primer presidente de Costa Rica José María Castro Madriz, para invitarles a una introspección ciudadana, aséptica, alejada de colores más allá del blanco, azul y rojo de nuestra bandera, creada en 1848 por doña Pacífica Fernández Oreamuno. Tonalidades forjadas bajo la independencia de 1821, la Anexión del Partido de Nicoya en 1824, defendidas en la campaña contra los filibusteros en Santa Rosa y Rivas en 1856, y en la historia más reciente, en la “guerra del 48, que nos heredó la proscripción del ejército y una nutrida Constitución Política en 1949. 

Desde hace varios lustros enfrentamos otra batalla, ahora es permanente: la lucha contra la ignorancia, la intolerancia y el crimen. Hemos alcanzado los índices más altos de muertes dolosas en toda la historia, normalizado la violencia de género hasta convertirla en una estadística más, hemos cedido nuestro país y nuestras vidas al narcotráfico, obviamos las muertes en carretera, ignoramos la protección del medio ambiente y del comercio en todo nivel, nos desentendemos de la protección de poblaciones vulnerables, nos desinteresamos de la criminalidad de cuello blanco, y no hemos fomentado, desde la seguridad, una mayor inversión nacional y foránea, tampoco la protección del turismo, siendo estos ámbitos deficitarios. De ahí, la urgencia de invertir según nuestra realidad actual.

Desde el estigma que pesa sobre las barriadas del sur de San José digito estas líneas, barrios que, gracias a la educación pública, me permitieron una movilidad social ascendente y acceder a conocimiento sano y formal: la Escuela Abraham Lincoln en Alajuelita –mi amado pueblo– y el Liceo Luis Dobles Segreda en La Sabana, punto de convergencia de una población estudiantil con buena parte proveniente del mismo punto cardinal sureño: Desamparados, San Sebastián, Paso Ancho, Cañada, Hatillos, Barrio Cuba, Sagrada Familia, barrio Sagrado Corazón de Jesús (Sabana Sur), Calle Morenos y hacia el oeste, no podía faltar Pavas.

Fueron aquellos sábados y domingos vendiendo granizados y helados de sorbetera en el parque de Alajuelita con mi papá y mi abuelo (q.e.p.d.), donde aprendí que, el contacto con las personas sencillas, el conocer la humildad de donde venimos, junto con esa instrucción formal, nos permite definir hacia dónde queremos y debemos ir. Como decía Rubén Darío: si la Patria es pequeña, uno grande la sueña.

La realidad social nunca será plenamente comprendida desde un escritorio, nunca desde el desconocimiento geográfico y de situación de vida de las personas, que son la fuerza laboral del país, las que impulsan el pequeño y gran comercio, así como la industria. Estas personas, son el verdadero reflejo de los avatares cotidianos de Costa Rica y la población joven, la única esperanza en un mejor porvenir.

El dolor de cientos de familias dolientes, año con año, basta para escuchar al pueblo. De ahí y muchas cavilaciones al respecto, surgió una iniciativa que, les pido que analicemos como una alternativa real para atacar el problema de la inseguridad. Se trata de una propuesta de proyecto de ley ya redactado y presentado como iniciativa ciudadana ante la Asamblea Legislativa denominadaLey de Contribución Especial para Fortalecer los Cuerpos de Policía Costarricense y Mejorar la Infraestructura Penitenciaria.

La inseguridad no se limita a la guerra narco; también se manifiesta en los eventos de tránsito, robo millonario y falsificación de mercaderías, legitimación de capitales, asaltos a comercios, contrabando, la afectación de la naturaleza, la trata y tráfico de personas, los asaltos a turistas, la contención de la población penitenciaria, deserción estudiantil, violencia intrafamiliar, tráfico de flora y fauna, violencia de género, crímenes de odio y otros. Siendo así, ¿es posible abordar la inseguridad de manera integral y distinta? Sí, lo es. Por ello, bajo un principio de carga solidaria, se puede crear una contribución especial, es decir, un impuesto exclusivo para fortalecer todas las policías, destinado para acciones operativas, capacitación, tecnología y alta infraestructura.

Desde los barrios del sur –y desde alguien que la vida llevó a laborar en el ámbito judicial penal– surge una propuesta para el bien de todo el país, considerando que hace mucho, la inseguridad mutó de lo violento y sectorizado a una metástasis multidimensional. 

¿Quiénes pagarían este impuesto? Todas las personas y empresas sin excepción, diluido, se aplicaría de forma ínfima a todos los contenedores y otras formas de transporte marítimo, terrestre y aéreo desde y hacia nuestro país. No se gravarían las mercancías: sería un monto fijo a la unidad de transporte que no representaría un encarecimiento de las mercancías. Este dinero se direccionaría exclusivamente a fortalecer las acciones operativas del Ministerio de Seguridad, Policía Judicial, Sistema Penitenciario, Policía de Control Fiscal, Policía de Tránsito, Policía de Migración y al Sistema Nacional de Áreas de Conservación; es decir, abarca la totalidad de cuerpos de seguridad del país. 

¿Cuánto representaría en el bolsillo? Aproximadamente un colón por banano o unos cincuenta colones en un par de zapatos.

Esta propuesta, permitiría disminuir significativamente todas las formas de delincuencia e inseguridad general, no solo la delincuencia violenta, también los accidentes de tránsito, evasión de impuestos, la creación y mejora de cárceles, así como fortalecer la presencia policial en las calles, con alta tecnología, capacitación y acercamiento a las comunidades, empresas y turismo, lo que llevaría a la consecuencia natural, de mayor intención de inversiones y atracción de visitación hacia nuestro país, con una significativa mejora en la calidad de vida de todas las personas, y una mejora sustancial comercial, bancaria, de aseguradoras, atención de pacientes por accidentes, apertura y fomento del comercio y demás.

Invito a que se informen e impulsen en la Asamblea Legislativa esta iniciativa, presentada el pasado 1 de abril: es la número 4034. Es viable, real y necesaria, mucho menos caro que la factura que hoy día pagamos todas las personas y todos los sectores de industria y comercio del país.

Desde las barriadas sureñas surge este proyecto, para integrar a todas las personas y sectores, una iniciativa viable, necesaria y urgente. Seamos personas solidarias y trabajemos en pro de nuestro bienestar. La inseguridad afecta todos los ámbitos de nuestra vida, pongamos un alto y recuperemos Costa Rica: podemos aspirar a vivir en paz y legar un país de bienestar a nuestros hijos e hijas. Si concuerda con esta propuesta compártala, reúnase, estúdiela, impulsemos el derecho a recuperar nuestra seguridad.

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