El congreso Vidas (In)vivibles: Masculinidades en Iberoamérica reunirá a especialistas de diversas disciplinas para explorar las representaciones y realidades de las masculinidades en América Latina, España y Portugal.
En el contexto mundial actual, en el que las sociedades se cuestionan las identidades de género y los mandatos sociales relacionados con estas, en el que las “certezas” de la masculinidad hegemónica (Connell, 2015) —el mandato de proveeduría, la violencia, la virilidad, el control sobre mujeres y otros hombres— se han ido debatiendo de acuerdo con los hallazgos de distintos investigadores de sendos ramos académicos e investigativos, surgen varias interrogantes: ¿son posibles otras maneras de entender y encarnar lo masculino? ¿Qué implicaciones identitarias y culturales, en el ámbito Iberoamericano, tienen las masculinidades? ¿Son todos los sujetos masculinos válidos y tienen la posibilidad de ser en sus sociedades?
El antropólogo y creador de contenido Mikel Herrán (29 de noviembre, 2024), en un video titulado ¿Por qué ya no hay HOMBRES COMO ANTES?, comentaba el hecho de que la masculinidad siempre ha estado en crisis, incluso desde la Antigüedad clásica, lo cual implica que las sociedades siempre se han cuestionado sobre el rol de los “hombres”, los mandatos asociados a su papel. Es necesario matizar esta afirmación, debido a que culturalmente las masculinidades no significan lo mismo en Europa, o en América Latina, Estados Unidos, África, entre otros, puesto que se privilegian modelos masculinos (Connell, 2020) los cuales se erigen como “normas” de lo que significa ser hombre en cada latitud. Esto lleva a preguntarse: ¿qué pasa con las masculinidades en Costa Rica?
La masculinidad nunca ha sido coherente en ninguna época, ya que cada élite social ha definido los modelos válidos, en clave de interseccionalidad: clase, sexualidad, edad, etnia, así como lo que se entiende en determinado contexto como virilidad, relaciones con mujeres y otros hombres. De esta manera, se puede cuestionar que existe una crisis en el discurso sobre la masculinidad en las élites políticas costarricenses representadas por Rodrigo Chaves Robles, actual presidente, en el sentido de que su estrategia de comunicación lo ha intentado posicionar como un “hombre fuerte” al mando de una de las democracias más sólidas de América Latina (sumado al apoyo de troles que lo posicionan con la frase “llegó papá”); sin embargo, la caracterización y el performance de este tipo de masculinidad por parte de Chaves se ve reforzada a través de los ataques que realiza en su discurso político dirigidos a otros hombres; por ejemplo, la constante alusión, burdo intento machista de insulto, a la sexualidad del diputado Ariel Robles del partido de oposición Frente Amplio, quien se ha ganado calificativos de “loca de Gandoca” por parte del mandatario. Esta relación negativa entre los sujetos masculinos que intentan reformar el modelo hegemónico establece una dinámica que, en el discurso político costarricense, antagoniza e intenta subordinar a los sujetos que no encarnan las características, en este caso, que el equipo de comunicación del mandatario Chaves Robles han intentado implantar en la narrativa del imaginario colectivo, porque la masculinidad requiere de reconocimiento y validación por parte de otros (Connell, 2015).
Siguiendo con lo anterior, al ver las relaciones del tipo de hombre que intenta encarnar Rodrigo Chaves en el contexto político costarricense, surge el hecho de la forma en la que se relaciona con las mujeres. Por un lado, el actual mandatario ha sido acusado de acoso sexual, lo que se supone un mandato de la masculinidad hegemónica, en el sentido de que debe demostrar ser activo sexualmente y heterosexual (Connell, 2015); sin embargo, este aspecto roza con la imagen pública del mandatario y su relación con otras figuras políticas femeninas, como las diputadas Dinorah Barquero (PLN), Vanessa de Paul Castro (PUSC), Gloria Navas (Independiente), Monserrat Ruiz (PLN), Sofía Guillén (FA), por mencionar algunas, quienes en sus controles políticos destacan aspectos negativos de la gestión del presidente; no obstante, el mandatario Chaves en sus conferencias semanales les ha dedicado a ellas ataques por su condición de mujeres, como un resabio del ejercicio del poder sobre los cuerpos femeninos de parte de los hombres, cuando sabemos que en la política costarricense existe paridad de género. Por otro lado, aquí surgen otros posibles cuestionamientos o dudas: ¿hemos normalizado como sociedad que un hombre que detenta el poder agreda a mujeres desde su discurso en contubernio con troles que se valen de la virtualidad para validar discursos violentos contra políticas adversarias? ¿Qué implicaciones podría tener esta situación con respecto a la manera en la que otros miembros de la sociedad (masculinos) tratan a las mujeres en otros contextos, no necesariamente públicos o políticos?
A raíz del ejemplo anterior, se podría afirmar que la masculinidad no debería ser un discurso de poder en el que la figura del “hombre” se erija como dominante que subordina a mujeres y descalifica a otros hombres que encarnan otras masculinidades (alternativas y cómplices, por ejemplo). Debe existir una posibilidad de pensar otras formas de ser “hombre”. Por ese motivo, deben existir espacios donde se discuta cómo las sociedades están configurando las maneras en que sus varones se relacionan con los “otros” actores sociales (las mujeres, los niños, adultos mayores, otros hombres, las poblaciones LGBTIQ+), al tiempo que es necesario razonar qué ha cambiado a lo largo de la historia en la forma en la que se concibe la masculinidad, porque a raíz del análisis de la figura del mandatario Chaves y su discurso como “hombre fuerte” surgen las preguntas: ¿quieren seguir (re)produciendo las sociedades hombres como Rodrigo Chaves, acusados de acoso a mujeres, hombres que descalifiquen a otros por un asunto de sexualidad, o por su ideología política? ¿Cuáles son los tipos de masculinidades que están siendo privilegiadas y cuáles invisibilizadas en los imaginarios culturales iberoamericanos?
Al retomar la idea inicial, lo cierto es que no existe una única respuesta sobre si las masculinidades están en crisis actualmente o si siempre lo han estado. Es posible afirmar que cada sociedad privilegia el tipo de hombres que necesita según las exigencias de cada contexto histórico. Desde esta perspectiva, y a través de un enfoque crítico e interdisciplinario, el Primer Congreso Internacional e Interdisciplinario Vidas (in)vivibles: Masculinidades en Iberoamérica busca proponer un espacio para reflexionar sobre las dinámicas, resistencias y representaciones de las masculinidades en América Latina, España y Portugal. Desde las estructuras opresivas de la masculinidad hegemónica hasta las luchas por nuevas configuraciones identitarias, el evento busca “abrir líneas de investigación sobre las construcciones de masculinidad en contextos diversos”, por lo que se extiende la invitación al público en general, y a las personas investigadoras de distintas áreas del conocimiento que vayan a formar parte de las mesas de discusión, para que emprendamos juntos la tarea de (re)pensar las masculinidades iberoamericanas desde diversos enfoques. Asimismo, estos espacios se vuelven necesarios, tal como lo plantea Josep M. Armengol (2022) en su texto Reescrituras de la masculinidad, pues tienen el objetivo de visibilizar que los varones están de la misma forma que las mujeres marcados por el género, así como construidos social e históricamente tal como ellas.
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