He leído mucho últimamente sobre los “síndromes” que afectan a las mujeres. Abundan en la teoría: síndrome de la Impostora, síndrome de la Tiana, síndrome de la Niña Buena, síndrome de la Cenicienta, solo por nombrar algunos.
Aunque cuando se lee el detalle de cada uno de ellos se entiende que son el resultado de estereotipos sociales y culturales, no deja de hacerme sentir incómoda que se nos atribuyan tantos síndromes. ¿Por qué no se teoriza también sobre los síndromes que afectan a los hombres? Finalmente, los estereotipos de género y el machismo afectan a hombres y mujeres de diferentes maneras. Si el objetivo es identificar estos síndromes para hacernos conscientes y revertir estas problemáticas sociales creo necesario ponerles nombre a todos los síndromes.
Por eso, quiero describir algunos de los síndromes culturales masculinos que existen, pero de los cuales hablamos menos. Los nombres y descripciones de estos síndromes no son teóricas, sino que son el resultado de un proceso creativo individual.
El síndrome del hombre 0. Es uno de los síndromes o “virus” que afecta a gran parte de los hombres en el mundo. Se trata de aquellos que abiertamente no destinan tiempo al trabajo del hogar o al cuidado de sus hijos e hijas. Quienes sufren de este síndrome creen que el trabajo de cuidados y del hogar es cosa de mujeres.
Un estudio realizado por el Centro UC de Encuestas y Estudios Longitudinales en conjunto con ONU Mujeres y el Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género de Chile, evidenció que el 38% de los hombres dedicó 0 horas semanales a realizar tareas domésticas (cocinar, hacer aseo y lavar ropa), y que el 71% dedicó 0 horas al acompañamiento de sus hijos e hijas en tareas escolares durante la pandemia.
El síndrome del hombre ayudante. Este síndrome lo sufren hombres que suelen utilizar frases como ¿en qué te puedo ayudar? “Hijo, vamos a ayudar a la mamá”. “Sí, yo ayudo en casa”. Quienes sufren de este síndrome realizan tareas acotadas en sus hogares, pero siempre con un rol secundario, no suelen sacrificar su tiempo libre ni se hacen realmente responsables de manera periódica de tareas domésticas o de cuidados.
El síndrome del hombre delegado: El “hombre delegado” es aquel que actúa sólo si se les interpela y bajo supervisión. Es responsable de mucha de la carga mental que sufren las mujeres. Suelen estar siempre en la banca mirando el partido desde fuera y cuando salen a jugar a la cancha lo hacen por tiempo muy acotado. Suele utilizar frases como: “Dime qué tengo que hacer”, “tú reparte las tareas”, “pero si no me has dicho lo que me toca hacer”.
El síndrome del hombre halagador. Es un síndrome muy común y peligroso porque encubre la falta de toma de responsabilidades de los hombres bajo mensajes halagadores hacia las mujeres. Quienes lo sufren suelen decir a las mujeres frases como: “No sé cómo puedes hacer todo al mismo tiempo, yo no puedo, no soy multitasking”. “Es que eres una supermujer”. “La mamá es la mamá, la más importante”. Bajo este manto de halagos el hombre halagador logra evadir sus responsabilidades y disfrutar de su tiempo libre y pasatiempos.
El síndrome del hombre cómplice. Lo sufren aquellos hombres que dicen creer en la igualdad de género, incluso algunos se ponen la etiqueta de feminista, pero en sus vidas personales siguen replicando los roles y estereotipos de género. Son cómplices porque declaran creer en la igualdad, pero en la práctica no la promueven, disfrutan de los privilegios del patriarcado. Suelen continuar ejerciendo conductas machistas como compartir en redes sociales contenidos que cosifican a la mujer, pueden ejercer acoso sexual, no asumen sus responsabilidades en tareas del hogar y cuidados, entre otros síntomas.
Estos son solo algunos de los síndromes que afectan a hombres y que se visibilizan en prácticas culturales cargadas de estereotipos de género. Estos síntomas suelen ser normalizados por la sociedad, por eso es fundamental visualizarlos, hacernos conscientes de que son perjudiciales y buscar cambiarlos. Solo así avanzaremos hacia una sociedad más igualitaria.
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