En Costa Rica y el mundo, son muchos los retos para alcanzar la igualdad de las mujeres y el pleno respeto de los derechos humanos, uno de ellos, es el de la participación política.

Los últimos tres años, por ejemplo, han sido nefastos para nuestro país, hemos retrocedido peligrosamente en el cumplimiento de los derechos humanos, en todos los campos, pero esencialmente los que apuntan a la igualdad y la no discriminación de las mujeres.

Las cifras de violencia se han incrementado exponencialmente; y eso obedece, entre otras cosas, a dos elementos prioritarios. El primero, los reiterados ataques que se ejercen en el ámbito público, como el discurso violento desde el más alto nivel político y el segundo, las manifestaciones, cada vez más agresivas, a través de las redes sociales hacia figuras femeninas que decidieron involucrarse en diferentes roles sociales, políticos, económicos, culturales y en medios de comunicación.

Las distintas barreras sociales, culturales y económicas siguen siendo factores preponderantes que también limitan el involucramiento femenino en espacios de poder, los intereses sesgados y barreras de género igualmente refuerzan esas limitaciones, las mujeres enfrentamos desafíos extra desde los roles que cumplimos dentro del hogar, el cuido de niños, niñas y adultos mayores, el limitando acceso a la educación y a oportunidades laborales, entre muchos otros.

Según el más reciente informe de la OCDE, en Costa Rica la participación de las mujeres en la fuerza laboral se ubica 27 puntos porcentuales por debajo de la participación de los hombres, quedando notoriamente rezagados con respecto a otros países en la región.

Este organismo internacional afirmó también que incrementar la presencia de mujeres en el mercado laboral impulsaría el crecimiento económico pero ello no será posible si como país no cumplimos con educación temprana y oportuna, si no ofrecemos servicios de cuidado infantil, y por supuesto si no tratamos de reducir tanto los costos vinculados al empleo formal como los costos administrativos asociados al establecimiento de las empresas formales, porque muchas de nosotras también somos empresarias.

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la Agenda 2030 para su implementación, también han sido claros sobre la importancia de la participación de las mujeres en la fuerza laboral y política, ya que no es posible alcanzar un verdadero desarrollo sostenible, si el 50% de la población mundial (las mujeres), siguen enfrentando enormes brechas en el cumplimiento de sus derechos y desigualdades de género.

Ante este panorama, es vital el aprovechamiento de espacios valiosos de participación y empoderamiento para posicionar nuestra voz, las mujeres debemos involucrarnos.

Este 6 de abril se realizará la convención del Partido Liberación Nacional, un ejercicio político en el que no solo se elige a quien será el candidato o candidata para las próximas elecciones nacionales, también se elige a las representantes del Movimiento Nacional de Mujeres en el PLN.

Ya sea que usted crea o no en política, tiene la posibilidad de incidir pues solo mujeres votan en esta papeleta.

Ese día se eligen a las representantes distritales, cantonales, provinciales y la Presidencia Nacional. Es una extraordinaria oportunidad para propiciar una transformación desde las bases más puras del Partido.

Como candidata a la Presidencia Nacional del Movimiento de Mujeres, aspiro a la conformación de un Movimiento reformado, con identidad propia e incidencia para consolidar propuestas a nivel legislativo, alianzas público-privadas que promuevan información oportuna para que cada mujer en el país pueda tomar decisiones asertivas según sus necesidades específicas, pero sobre todo para que se abran nuevos espacios de liderazgos femeninos en distintas áreas.

Por eso, con mucho respeto y llena de optimismo les invito a que de cara a todos los retos que aún tenemos en el horizonte y en honor a tantas mujeres que han perdido su vida (y siguen perdiéndola) en grotescos femicidios; trabajemos juntas para cambiar las cosas y escribir el futuro de nuestra propia historia.

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