Cuando se trabaja en una oficina, con rutina y horario de ocho horas, cubículo pequeño, corbatas y blazers, iluminación fría y moderada decoración; siempre es bueno seguir este consejo: hay que tratar de no llevarse el trabajo a la casa.
Con Severance, una de las mejores series de AppleTV, tenemos una gran ventaja en ese aspecto, porque severance significa escisión, ruptura, separación. Y aquí se seccionan los recuerdos de la oficina aparte de los del hogar.
Así que uno nunca se lleva trabajo a la casa. Nunca se lleva ningún recuerdo del trabajo a la casa. Veamos si me explico: en el momento en que se cruza la puerta de salida de la oficina, todos los recuerdos de la jornada laboral se separan de la conciencia, se quedan atrás y no pueden ser accesados hasta que se retorna al trabajo. Se separan realmente, de manera radical, hardcore separados. No se sabe qué hizo uno en esas ocho horas, no se sabe quién es uno en la oficina, cuál es su puesto, quiénes son sus colegas, no se sabe en qué consiste la labor dentro de la empresa. Ni siquiera a qué se dedica la empresa. Uno solo sabe que, al día siguiente, a la misma hora, va a estar otra vez vestido y listo para la nueva jornada laboral.
Y dentro de la oficina funciona igual. No sabes qué haces en casa, cuáles son tus pasatiempos, tu familia, tu ropa de diario, tus series para la noche de los viernes.
Es como si existieran dos versiones de la misma persona: una en la oficina, otra fuera de ella. Cada una de estas versiones solo tiene acceso a los recuerdos propios de su entorno, sin contacto con los del otro y esto crea una desconexión completa entre las dos realidades.
Separación le llaman. Es como vivir dos vidas.
Suena ideal, eso de no preocuparse en un ámbito por lo que ocurre en el otro. En la oficina no hay distracción, en la casa no hay estrés laboral. Suena ideal. Pero no lo es.
Porque no todo es color de rosa. Y conforme avanza la serie, se deja mostrar un mundo corporativo inhumano y sombrío, peor que las jornadas 4x3 o que la pensión a los 70. Mark, por ejemplo, decidió unirse a esta particular empresa para poder sobrellevar la pérdida de su esposa (resulta más fácil la vida si durante ocho horas no sufre su ausencia); Irving vive un intenso romance con uno de los compañeros de otra sección de la oficina, pero cuando llega a casa no es consciente de su pasión; y Helly, bueno, Helly es muy rebelde y parece que está escapando de la opresión de su padre… y a través de esta peligrosa evasión va a abrir la posibilidad de unir las vidas separadas de los empleados de Lumon (que así es como se llama esta empresa ficticia).
¿Suena a una distopía orwelliana? Lo es. Y también una fuerte crítica al mundo de las grandes corporaciones, a la explotación laboral y la frialdad empresarial.
Está producida y mayormente dirigida por Ben Stiller, uno de los grandes de Hollywood, y fue creada por Dan Erickson; y acá sí hay que resaltar esta historia de éxito.
Erickson soñaba con escribir un guion que fuera la próxima gran serie de la TV. Llevaba varios años con su escrito a cuestas, ya casi había perdido la esperanza de que algún día fuera producida, trabajaba de chofer, no tenía experiencia ni contactos dentro del mundo de las producciones audiovisuales, estaba, pues, en el fondo del fondo (del fondo)... y ¡boom!, su guion resultó elegido en The Blood List (una web dedicada a promover guiones de terror y suspenso), lo vio Ben Stiller, le encontró potencial y el resto es historia. Historia que vale oro, porque se convirtió en una de las mejores series de 2022.
A la idea original de Erickson se le sumó la experiencia y guía de Stiller y el renombre de actores como Patricia Arquette, John Turturro, Christopher Walken y Adam Scott, además de un muy notable aporte actoral de Britt Lower. Para traernos una serie con un mundo disociativo dentro de una oficina (que sería la envidia del laberinto de los ratones de laboratorio), y que, además incluye hasta un cuarto con cabritos (sip, así como suena, cabras bebés que reciben leche en chupón. Severance no se queda en la primera capa de rareza, sino que profundiza y perfecciona la rareza hasta niveles inimaginables de “rarecidad”).
Pero, para no hacer larga la historia, podríamos resumir en que tenemos una serie muy sólida que está en su segunda temporada (por la mitad de la segunda temporada en este momento y ya se habla de una posible tercera).
Así que, el sueño distópico del, alguna vez, desconocido escritor, Dan Erickson promete. Promete mucho.
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