Querido Niñito Dios:
Primero lo primero. ¿Todo bien? Gracias por mi trabajo. Gracias por mi salud. Gracias por mi familia, y por mis amigos.
Ya sé, ya sé que voy tarde con la carta, pero no te imaginás lo que me costó encontrar papel del bonito, navideño, para escribirte. Te hablo de vos porque soy un igualado y un gran polo. O al menos eso dicen las chiquillas pesadas del trabajo. Yo no les hago caso. Así es como yo me siento cómodo con vos.
Bueno, a lo que vinimos. La época me pone goloso así que voy a pedir para todos. Te dejo a vos qué traés y qué no. Yo no me resiento.
Para mí, quisiera una receta, una señal, una cita con un neurólogo o algo, para este enredo que me tengo en la cabeza. Creo que se me jodió la sensación del tiempo. El 2024 se me hizo eterno. Sé que el año que viene es 2025, pero yo aun estoy pegado en el 2020. ¿Será por el trauma del Covis? ¿Será la edad? Bueno, lo que sea. Necesito reajustar el reloj interno.
Quiero además un decreto ejecutivo dejando claro hasta cuándo hay que seguir diciendo Feliz año en enero. Normalmente yo paro como por ahí del 15.
También te pido el milagrito de citas y reuniones de doctores, abogados, contadores, dentistas, terapeutas, bancos, escuelas pongan fuera del horario de oficina. Así no tengo que pedir el día completo de vacaciones (por el tráfico) ni ver el tarro que me hace el jefe cada vez que le digo que tengo que ir a algo de los chiquillos. Le he explicado que quiero ser un tata presente, pero creo que él no entiende esas cosas.
¿Has visto las presas de estos días? Apiadate de este valle de lágrimas y traenos a todos teletrabajo. O por lo menos a los que se pueda. Con que los demás tengan, nos beneficiamos todos. Diay, vos sabés que mí nadie me paga las dos horas que paso en la presa de ida y las dos horas que paso en la presa de regreso. Si ya querés lucirte, pues nos traés transporte público eficiente.
A los viejos verdes de la oficina, que se creen muy machitos y muy galanes, traeles algo para la memoria. Se les olvida que eso que antes era un vacilón o piropos, en realidad se llama acoso sexual y es un tema muy grave. Ya mis compañeras están hartas de que las traten como pedazos de carne. Y tienen razón. Esos maes se pasan.
A las chiquillas de recursos humanos, que son tan tuanis conmigo, un set de bordado que diga “Errar es humano”. Así se acuerdan que me pueden amonestar, pero no se vale quedar con tirria y después sacarme en cara errores que ya sancionaron. Que la venganza nunca es buena y mata el alma y la envenena. Te lo redactás bien corrongo para que suene como una buena práctica de gobernanza corporativa.
Hay otras cosas que también me gustarían mucho:
Que nadie en la empresa esté por debajo de la línea de pobreza. Pero poneme cuidado: no es que no los contratemos, porque eso sería discriminación. Se trata de buscarlos, ubicarlos y ver cómo entre todos les ayudamos. Yo plata no puedo poner, vos sabés que ni ahorrar puedo, pero sí podría servir de mentor, padrino o de porrista.
Que todas las trabajadoras domésticas, reciban un aguinaldo que incluya el salario especie y que a ningún patrono se le olvide que ellas tienen 15 días de vacaciones y no 14. Yo ya asumo que las tienen aseguradas. Porque las tienen aseguradas, ¿verdad?
Que la gente sea amable con los demás, saluden, ayuden a los demás, dejen de pelear en redes y traten de encontrar puntos en común entre todos para poder conversar y no quedarnos batiendo barro. En lugar de criticar, proponer. En lugar de opinar, hacer. A veces me parece que tanta amargazón es falta de oficio.
Ojalá todos se acuerden que la Navidad es algo más que chunches. Que lo esencial es invisible a los ojos. Que puede faltar de todo, pero no puede faltar amor. Que necesitamos soñadores que piensen pero sobre todo pensadores que sueñen.
Como ves, tenés de dónde escoger. Voy a ahorrarte a vos y a mí la congoja de discutir si me he portado bien o mal. Vos sabés que la intención es lo que cuenta y que si me jalo tortas, no es al propio. Así que te lo dejo a tu conciencia.
Feliz Navidad, feliz cumpleaños y feliz año.
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