Hace 52 años, dirigido por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente se celebró por primera vez el Día Mundial del Medio Ambiente. Acá probablemente voy con una opinión no muy popular. Desde su declaratoria, el 5 de junio se ha convertido en una fecha ideal para que las empresas no responsables con el medio ambiente maquillen un poco su imagen con el poder del “Greenwashing”.

Todos tenemos claro que la intención de esta declaratoria radica en la importancia de concientizar y crear presión política para abordar temas que en ese entonces eran preocupaciones y hoy en día son aspectos que ya afectan directamente la economía y desarrollo mundial como la reducción de la capa de ozono, la gestión de productos químicos tóxicos, la desertificación o el calentamiento global.

La fecha es una excelente plataforma para visibilizar a cientos de organizaciones que día a día trabajan para lograr un verdadero desarrollo sostenible, la protección del medio ambiente y la preservación de las especies. Sin embargo, no podemos ignorar que las campañas publicitarias en medios y redes sociales se ven muy bien para elevar la imagen de empresas e industrias que se aprovechan del foco verde hacia el que todos volteamos la mirada el 5 de junio.

Es por esto, que contrario a lo que esperaba hacer el día de hoy, en lugar de tomar este espacio para reconocer a todas las personas, organizaciones y grupos sociales que unen sus fuerzas todos los días para proteger este planeta —el único que podemos llamar hogar—, quiero aprovechar mis palabras a hacer un llamado de atención a nosotros como consumidores.

El Greenwashing, en español conocido como “lavado ecológico” consiste en orientar la imagen de marketing de una organización o una empresa hacia un posicionamiento ecológico mientras que sus acciones van en contra del medio ambiente. Esa "comunicación verde" no siempre significa que la empresa sea más respetuosa con el medio ambiente ni que haya adquirido un compromiso medioambiental.

Esta práctica se manifiesta frecuentemente en productos o empresas con etiquetas y mensajes donde se promocionan como "ecológicos" o "sostenibles", mientras que, en realidad, su impacto ambiental realmente es negativo. Esta táctica, diseñada para capitalizar la creciente preocupación por el medio ambiente, confunde a los consumidores y desvía la atención de los verdaderos problemas a los que nos enfrentamos.

Logos verdes, botellas ecológicas, prendas recicladas: mensajes optimistas en general. ¿Les suena? Así es como muchas marcas internacionales promocionan sus productos, pero ¿qué tan auténtico es su compromiso con el medio ambiente? En la medida en que como consumidores no generemos presiones mayores a las marcas para implementar acciones reales y tangibles, estas se seguirán quedando en los discursos.

La colocación de envases retornables, este es un tema que siempre me ha dado vueltas en la cabeza. Recuerdo de pequeña ir a la pulpería por mi refresco favorito y poder comprarlo en una botella de vidrio retornable, hoy en día esta empresa (gigante, por cierto) no coloca uno solo de sus productos en botellas retornables en los supermercados, mi medida extrema fue dejar de consumir esa gaseosa de lima-limón y buscar un producto sustituto que si me ofrezca una opción de consumo responsable con el medio ambiente. Si, yo sé que la empresa no va a ir a la banca rota porque dejé de consumir su producto, pero también sé que cada día somos más los que demandamos que las empresas sean conscientes de que nos estamos por ahogar en nuestros propios residuos y URGE hacer algo REAL. En este aspecto, nada más voy a agregar que cada vez hay más oferta de refrescos retornables y si esto sucede es porque realmente existe un mercado creciente.

Es crucial reconocer que el greenwashing no solo implica una falsa publicidad, sino que también socava los esfuerzos legítimos por abordar la crisis climática y promover prácticas comerciales responsables. Las empresas verdaderamente comprometidas con la sostenibilidad invierten tiempo y recursos en reducir su impacto ambiental en todos los aspectos de su operación, desde la cadena de suministro hasta la eliminación de desechos.

Más allá de aceptar pasivamente las etiquetas verdes, debemos ser consumidores críticos y exigentes, cuestionando las afirmaciones ambientales de las empresas y buscando transparencia en sus prácticas. Debemos reconocer con nuestras acciones de consumo a las empresas que realmente se esfuerzan en ser consecuentes entre sus discursos y acciones.

Por otro lado, claro está, que los gobiernos y las instituciones competentes deben tomar acciones en el asunto. Esta semana en la que se celebra el día mundial del medio ambiente así como el día del océano, considero pertinente hacer un llamado a las autoridades para que de una vez por todas se establezcan estándares claros y exigentes para la publicidad ambiental, así como implementar sanciones efectivas para las empresas que engañan a los consumidores con sus prácticas de marketing.

El Greenwashing no solo es una amenaza para nuestro planeta, sino también para la integridad de nuestras acciones individuales y colectivas. Solo mediante un enfoque transparente y genuino hacia la protección del medio ambiente será posible alcanzar el verdadero desarrollo sostenible y equilibrio ambiental.

Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio.