¿Qué hacer para salvaguardar, sostener y desarrollar de forma eficiente el sistema político democrático de Costa Rica, y mejorar la calidad de vida de la población? Esa pregunta se me planteó, a finales de 2023, para disertar en el lanzamiento del Observatorio Humanista Cristiano del Desarrollo. Esta iniciativa busca generar diálogos y discusión sobre los desafíos que enfrenta el país en los ámbitos económico, social, político e institucional.
Desde hace años una parte importante de la ciudadanía no recibe servicios de calidad en salud, educación, trabajo y otros, lo que la ha llevado a la marginalidad y la exclusión. En los últimos años, la situación es todavía peor, pues han aumentado los problemas de seguridad, narcotráfico, sicariato, acceso al agua potable y al catastrófico anuncio de racionamientos eléctricos que, sumados, alteran el tipo de vida a que estábamos acostumbrados. Todo esto ha alimentado el desencanto y el reproche de gran parte de la población, que se posiciona en contra del sistema y del autoritarismo, con la esperanza de que se hagan cargo de “buscarse la bronca” y resuelvan los problemas nacionales.
Costa Rica no es la única que enfrenta estos problemas de bajo apoyo a la democracia, de indiferencia al tipo de régimen, y de la preferencia del autoritarismo. Según el informe La recesión democrática de América Latina (Latinobarómetro, 2023), la mayor expresión de este retroceso se refleja en la presencia de problemáticas similares en toda América Latina.
De acuerdo con el Latinobarómetro, se ha dado un desplome en el desempeño de los gobiernos y un debilitamiento en la imagen de los partidos políticos. En este momento hay varios países con democracias en estado crítico, y en otros donde ya es del todo inexistente. El caso costarricense preocupa, pues pasamos de tener una tradición de más de medio siglo de estabilidad democrática, a caer un 11% en los últimos 3 años, según cita el estudio. Asimismo, la indiferencia entre tener un régimen democrático y uno no democrático aumentó un 10%, entre otros valores preocupantes.
En el marco de esta coyuntura realicé un análisis corto de la situación económica, social y ambiental del país, con una breve propuesta de salida. Estas reflexiones se publicaron en la Revista de Política Económica para el Desarrollo Sostenible, bajo el título Política económica y política pública: desafíos para salvaguardar, sostener y desarrollar el sistema político democrático de Costa Rica y les invito a leerlas.
Resumiendo, la propuesta se dirige en la dirección contraria a la del enojo, el resentimiento y la frustración contra el sistema democrático y de seguir ciegamente a algún pseudo líder, populista, dominante, altanero, arrogante, que se nos presenta como el mesías que resolverá los problemas. La propuesta es resolver los problemas de la democracia con más democracia, no destruyéndola. La alternativa con la que debemos comprometernos es la de salvaguardar, sostener y desarrollar el sistema político democrático costarricense mediante la creación de un nuevo pacto social.
El contrato social con el que hemos vivido, y que hemos desarrollado a lo largo de 70 años, aunque imperfecto, ha sido relevante y clave para nuestro desarrollo democrático, pero ya no nos alcanza para el futuro. El contexto actual es completamente distinto, los retos que tenemos son imperiosos, la velocidad del cambio por las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) son enormes; el cambio climático impacta todas las actividades productivas y la sociedad, y la situación social y económica se nos puede salir de control si no respondemos de manera urgente con un nuevo pacto para las presentes y las futuras generaciones.
No puede ser que la población de un país no pueda soñar con superar las diferencias y las dificultades a las que se enfrenta. Deberíamos aprender, como nuestros ancestros, que “después de la guerra” es el momento para un nuevo inicio. Es necesario generar y mantener el diálogo político, con participación ciudadana amplia; exigir el respeto a las instituciones democráticas del país, a la Constitución Política y a las leyes nacionales; enfatizar en la necesidad del respeto a la división de poderes del Estado; impulsar un plan nacional de reactivación económica, con impacto social significativo, con enfoque de género y proyección de corto, mediano y largo plazo. Debemos evitar la vulneración de la democracia mediante la palabra, el histrionismo, el populismo, el odio y la confrontación entre los representantes de los poderes del Estado.
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