Recientemente se publicó una investigación que analiza los patrones espaciales del desarrollo y la pobreza en Costa Rica, identificando diferencias entre los territorios y regiones del país. La primera diferencia que aparece es entre cantones con predominancia de zona rural con respecto a los urbanos. De los cantones rurales solo dos presentan índices de pobreza multidimensional (IPM) bajos, del resto, el 68,4% está en la categoría media, los demás en la de alto y muy alto. Al contrario, los cantones predominantemente urbanos se aglomeran en el nivel bajo de pobreza multidimensional (53,6%), con solo 10 en el nivel medio, y el resto en muy baja.
En desarrollo humano, se encuentra que casi todo el país presenta índices de desarrollo humano altos o muy altos. Pese a ello, hay ciertas constelaciones de alto desarrollo humano regionales, y un gran centro en mejores condiciones. En conjunto, los datos de pobreza multidimensional y desarrollo humano hacen pensar que el mayor reto que enfrenta el país es en las oportunidades y vulnerabilidad de la población específicamente pobre, y con diferencias significativas entre zonas urbanas y rurales.
Esto es alarmante, pues con la clasificación empleada el país tiene casi el doble de cantones rurales. Además, los urbanos se concentran en las provincias de San José y Heredia (71%), con patrones aún más marcados al considerar las regiones de planificación del INEC; el 92,8% de los cantones urbanos están en la región Central. Aunque cabe cuestionar si es una definición auto-explicativa, pues se construye con criterios físico-funcionales, como red vial, transporte, servicios públicos y actividades económicas. Mientras que la definición de rural se plantea como el “resto” de áreas no urbanas, caracterizadas por actividades agropecuarias, silvícolas y turísticas. Es decir, la misma definición es un criterio de desarrollo.
Aun así, el análisis de regiones de planificación revela dinámicas más complejas. Primero, se evidencia que la región Central contiene todos cantones con pobreza multidimensional baja o muy baja, incluyendo los únicos dos cantones rurales del país con IPM bajo, y el 43% de los cantones rurales de IPM medio. Pese a las condiciones favorables de la región Central debe advertirse que concentra cerca de la mitad de la población pobre, y aglutina más de la mitad de los cantones del país en una extensión pequeña. Luego, se identifica un grupo de regiones con niveles intermedios de pobreza, compuesto por la región Pacífico Central, Chorotega y el cantón de Pérez Zeledón; mientras que las regiones Brunca y Huetar presentan peores condiciones.
Los siguientes mapas muestran con detalle los patrones del desarrollo y pobreza en el país, resultado del análisis estadístico de 32 variable a nivel cantonal. A razón de interpretación, se trata de mapas de concentración, entonces, entre más oscura sea la tonalidad, peores son las condiciones.
Mapas de desarrollo (izquierda) y pobreza (derecha) en Costa Rica
Como puede verse, el país presenta una distribución interesante. Al considerar desarrollo, se identifican 3 grupos de comportamiento: el centro del país, la zona del Pacífico, y la costa Atlántica y fronteras; en el caso de pobreza, aparecen 4 grupos: el centro, costa pacífica, costa atlántica y las fronteras (en esta ocasión separadas, con las fronteras en peores condiciones). Es necesario aclarar un par de anomalías, San Carlos y San José, pues ambos aparecen en los mejores grupos de desarrollo y en los de mayor pobreza a la vez. En el caso de San Carlos, es un cantón extenso, con disparidades entre las zonas fronterizas y los centros urbanos, el indicador que le coloca en el grupo de alto desarrollo es el ingreso. En San José, se trata de un cantón pequeño con grandes contrastes, presentando mucha riqueza y pobreza.
A la luz de estas diferencias, se hace necesario cuestionar la instrumentación de política en el país, que, por lo general, se realiza de manera sectorial, pero parece que esto no es suficiente para garantizar el desarrollo, se requiere una mirada territorial. Con esto no se quiere decir que deba de sustituirse la política sectorial por la territorial, sino que es conveniente emplearla como eje de coordinación para las acciones sectoriales, para mejorar la incidencia en los territorios. La realidad es compleja, en ella interactúan elementos territoriales y sectoriales, y la política solo logra sus objetivos si lleva consideraciones hacia ambos tipos de asimetrías.
Esto es especialmente cierto en el caso de territorios rurales, donde la visión sectorial ha llevado a que se tome desarrollo rural por desarrollo agrario o turístico, descuidando muchas aristas de la economía y calidad de vida. Adicionalmente, sería conveniente revisar la definición administrativa de ruralidad, pues a como es actualmente podría predeterminar los resultados.
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