Estos días son duros para la población femenina del país.

El 8 de marzo vimos con indignación como el Inamu en vez de recordar las reivindicaciones alcanzadas por las mujeres y proyectar los avances que aun debemos lograr, organizó un panel de hombres. Según dijo Cindy Quesada, ministra de la Mujer, “este gobierno tiene rostro de mujer, pero ocupamos también aliados estratégicos que se pongan la camiseta”. Como en esta época nada se mueve sin que él lo decida, imagino la sonrisa sardónica en el rostro del titiritero de Zapote.

Por su parte Nueva República, siempre dispuesta a la mortificación de las mujeres, ataca de nuevo. Esta vez es Olga Morera, quien no encuentra mejor oficio que bloquear, con lluvia de mociones, un proyecto que busca la implementación de un “Protocolo Interinstitucional de Atención Integral a Personas Víctimas de Violación”. ¿Por qué la diputada se da a la barbarie? Porque el protocolo contempla la posibilidad de la obtención de la llamada píldora del día siguiente para la mujer violada.

Como si fuera poco, Nueva República, quiere esto como caballo de batalla para negociar con la Comisión de la Mujer. La diputada está segura de que no está revictimizando a las personas violadas sino salvando “los productos” de las violaciones. La señora que no respeta ni la opinión científica, ni la ley, ni tampoco el dolor de las víctimas, quiere obligar a mujeres a gestar y parir a los hijos de sus violadores.

Es de verdad repudiable que un grupo de fundamentalistas paralice en la Asamblea, con sus mitos, proyectos que intentan mejorar la situación de las mujeres costarricenses y antes de que Fabricio Alvarado grite “persecución religiosa” le recordamos que en este país hay libertad de culto y que eso lo protege a él y a los que piensan como él y todas las personas costarricenses que ejerzan su derecho a no compartir sus ideas religiosas.

Es triste ver a mujeres parando la marcha de la consecución de los derechos de sus congéneres. Es una afrenta. El único producto de una agresión sexual es la necesidad de atención de la víctima. Es cierto, no todas las personas víctimas de violación son mujeres, pero en 2022, según el Observatorio de Violencia de Género del Poder Judicial, el 87% de las personas ofendidas por delitos sexuales fue constituido por mujeres. Es degradante que para este grupo de diputados un ser inexistente valga más que una mujer violentada.

La sociedad y sus autoridades deben velar por ir eliminando las deudas que se tienen con el bienestar de las mujeres. Por supuesto no esperamos esto de un partido que tiene por cabeza a un señor que se atreve a utilizar el término “feminazi”.

Las religiones monoteístas o de Abraham (judaísmo, cristianismo e islamismo) no les han hecho mucho favor a las mujeres. Si se quiere ver un ejemplo de esto hay que buscar al papa Francisco haciendo malabares retóricos para explicar por qué las mujeres no pueden ejercer el sacerdocio en la iglesia católica. Pero cada persona merece decidir si sigue una religión o no.

El problema no son las creencias religiosas en sí, los problemas aparecen cuando estas se cuelan en espacios que deben ser seculares.

Nunca me voy a cansar de decir que la holgada interpretación de la Constitución para permitir la llegada de partidos religiosos a la Asamblea Legislativa fue un error. La cosa no es que un católico, un protestante, un judío no pueda ser diputado, el asunto es permitir que partidos con agendas religiosas se posicionen ahí.

Las decisiones con respecto a disminuir el impacto de la violencia sexual contra las mujeres no deben ser tomadas con perspectivas retrógradas. A la diputada Morera le recomiendo utilizar un diccionario para que se vea reflejada en la definición del término “retrógrada”.

Los “provida” tienen también su arsenal de mociones para detener el proyecto de ley para prohibir la exploración y explotación de petróleo y gas natural, cosa que hace muy feliz a Rodrigo Chaves. Esto no debe asombrarnos, pues son provida solo cuando se trata de imponer obligaciones a las mujeres.

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