A veces nos gustaría que las oficinas de los gobiernos locales estuvieran a la vuelta de la esquina o que nos pavimentaran la calle del barrio más rápido, sin embargo, en la realidad es que la creación de más cantones en el territorio nacional no garantiza necesariamente una solución más eficiente a nuestros problemas.

En este país el gran objetivo de algunas diputaciones es alcanzar los 38 votos y crear un nuevo cantón. En los últimos 6 años se han creado tres cantones (y hay varios en cola) sin la discusión exhaustiva de si estos cuentan con los recursos necesarios para que puedan prestar los servicios de manera eficiente.

Y entonces surge la pregunta fundamental ¿cuántos recursos necesita un gobierno local para tener sostenibilidad y operar eficazmente prestando servicios de calidad? Aunque esta cuestión es un debate complejo, la respuesta dependerá de la cantidad de población y el territorio que tiene asignado, lo cierto es que en la actualidad gran parte de los gobiernos locales tienen presupuestos anuales entre los 2 mil y 3 mil millones de colones y aun así presentan innumerables problemáticas para dar servicios de calidad a sus municipes.

En la actualidad como país se debería de estar dialogando sobre cuáles son los principales desafíos que enfrentan los gobiernos locales para asumir sus responsabilidades y no cuántos más se van a crear. La discusión debería centrarse hacia la definición de parámetros mínimos para el establecimiento de nuevos municipios y no en qué provincia crear uno nuevo.

Y sí, como ciudadanos queremos buenos y cercanos gobiernos locales pero eso no se arregla con la proliferación de alcaldía en el país, entonces ¿Cuál debería ser el rumbo de nuestra división territorial? Desde mi perspectiva, ese camino ya ha sido trazado y no tiene que ver nada con crear cantones, sino más bien con transferir competencias como lo fue con la aprobación de la Ley 8801 (Ley General de transferencia de competencias del Poder Ejecutivo a las Municipalidades) en la cual el Estado central se comprometió a transferir competencias y recursos financieros a las municipales, sin embargo, hasta la fecha se han registrado escasos esfuerzos en esa dirección.

La reflexión sobre la estructura y eficiencia de nuestros gobiernos locales debe centrarse en un diálogo sustancial acerca de cómo fortalecemos y dotamos de los recursos necesarios a los gobiernos locales existentes para que cumplan eficazmente con sus responsabilidades, garantizando así la prestación de servicios de calidad a los ciudadanos.

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