Por Laura Ma. Villalobos Ocampo - Estudiante de la carrera de Derecho
¿Qué sería de la política si se rigiera por los pensamientos basados en una sociedad completamente diferente a la que se vive actualmente? Sería meramente catastrófico. La política es un método que se ha basado en la opinión pública, la cual varía conforme a los cambios de la sociedad. ¿Qué sería de la religión si fuera regida para toda la población, sin importar sus pensamientos y costumbres? Al igual que la política, la religión puede llegar a afectar a varias comunidades que no comparten la misma creencia, pero a las que se les impone de manera obligatoria por ser elegida por la mayoría del pueblo. Entonces, ¿qué sería de un país regido por ambos pensamientos?
Un claro ejemplo en el que se evidencia una gran confrontación de ideas entre la religión y la política fue la vivida por el pueblo costarricense en el año 2018. Existió un “impacto religioso” en el cual se vio afectado el impulso conservador, la incertidumbre política y la crisis de identidad de casi todos los partidos y de gran parte del país. Dicho proceso electoral reflejó realidades no esperadas, pues se dio el mayor debate entre los derechos humanos y la religión, y una gran separación de ideas de la sociedad costarricense, donde las creencias iban a hacer las más grandes víctimas. No obstante, el crecimiento de un partido basado en una exposición religiosa crea una nueva opción en el mundo político (Murillo, 2019).
La religión puede llegar a ser considerada extremista, a la hora de defender sus ideales, y mezclarla con la política puede resultar catastrófico, ya que ambas son consideradas grupos dominantes y fundamentalistas. A su vez, no solo afecta la constante discusión entre qué es lo bueno para un país, sino también la ética de las personas. Gobernar un país basándose solo en un sentir de amor hacia una divinidad aísla la realidad de un país que debe ser dictado por leyes y métodos jurídicos, escritos específicamente para regir y decretar el rumbo de una nación (Palacios, 2016)
A pesar de lo planteado anteriormente, la sociedad considera importante implementar la religión, ya que, se considera que el mundo se hace más humano gracias a los estados de opinión creados por las religiones en favor de todo aquello que es humano. El servicio que las religiones brindan a la sociedad es de gran magnitud y de suma importancia en la orden de las ideas y valores morales, del hombre y de la vida. También, se considera que imponer la religión en un país, provocaría más convivencia social, gran atención a los pobres y marginados, a los ancianos, a los enfermos, a la enseñanza y a la cultura. (Martínez, 2018).
En conclusión, se considera que la religión y la política son temas de alto interés social, y una decisión en vano podría establecer el rumbo de un país guiado por la política o por la fe. Existe una necesidad de crear nuevas formas de pensamiento y de no crear más desigualdades, pero ambos temas siguen siendo una crítica muy delicada Por eso se piensa que la religión debe ser inculcada por la persona que guste, no obligando a un pueblo a guiarse por las creencias de la mayoría; mientras que la política debe ser la guía para un mejor orden social y menos exclusión de grupos.