Por Andrés Eduardo Fung Chen - Estudiante de la carrera de Ingeniería Informática
“Nuestros derechos terminan donde comienzan los de los demás”, dice la frase popular. Por este concepto, es difícil justificar una conducta guiada por ignorancia aún en un mundo donde el conocimiento es un privilegio. Tanto el deseo de mantenerse ignorante como la inhabilidad de entender, tienden a ser problemas definidos por factores externos. Sin embargo, esta justificación se problematiza al considerar qué tanto decide ignorar una persona y cuánto daño puede causar esa ignorancia. Por esto, los actos respaldados con ignorancia deben ser analizados en función de intenciones y consecuencias.
Se es culpable de una acción guiada por ignorancia cuando se es culpable de la ignorancia por la que se actúa. Le Morvan (2018) introduce este concepto como la tesis de la ignorancia y la ejemplifica con dos premisas: 1) Sam cree que su pastel puede estar envenenado; 2) Sam le sirve el pastel a Claire. Sam no se puede exculpar porque actuó bajo la posibilidad de hacer daño. En la vida real, encontramos esto en los “centros de educación” de personas Uyghur en Xinjiang, China, donde se les está torturando para que abandonen sus creencias musulmanas (Nebehay, 2019). Este es un conflicto causado por la dominancia religiosa, que es justificada por una ignorancia moral. Aún más complejo es el embargo que impuso Trump a Venezuela. Su acción es impulsada por una creencia falsa: la presión debilitará el gobierno del actual presidente, Maduro, pero no le dio suficiente importancia al efecto que tendría sobre los grupos nacionales de oposición hacia Maduro (Smith & Goodman, 2021).
La ignorancia como justificación puede ser empleada estratégicamente e institucionalizada. Grossman y van der Veele (2013) encontraron que los participantes tomaban más acciones prosociales cuando no sabían las respuestas de los demás, manteniendo una ‘consciencia limpia’, pero que su motivación verdadera era revelar sus respuestas al final y compararse. En el Reino Unido unos reguladores de drogas utilizaron el “saber qué no saber” (McGoey, 2020, p. 207) para desestimar evidencia contundente de que la droga Ketek, aprobada por la farmacéutica Sanofi-Aventis, causó insuficiencia renal en los pacientes de prueba (McGoey, 2012). En otro caso, en las últimas décadas se ha iniciado un proceso de denuncia de abuso sexual en niños de Rotherham, Inglaterra, del cual todavía no se sabe la escala (Jay, 2014).
Hay testimonios que confirman que los departamentos de policía locales censuraban la información del caso por medio de la ignorancia, desviando toda pregunta sobre el asunto con excusas de falta de información o de exageración por parte de los medios (Serewicz, 2014).
Tras analizar el lado intencional de la ignorancia, también se debe considerar lo contrario. Hartford (2019) utiliza dos ejemplos: primero Solomon, quien pensaba que las mujeres tenían pensamiento abstracto inferior porque las mujeres de su comunidad lo reflejaban y no conocía a nadie que pensara diferente (como se citó en Hartford, 2019); segundo, Smith, quien pensaba que las mujeres no deberían tener oportunidad de estudiar porque la gente que él respetaba lo veía como un hecho (como se citó en Hartford, 2019). Estos casos evidencian conductas racionales, pero en un contexto que les da conocimiento falaz. No obstante, Hartford profundiza que en una situación donde se confronten con una mujer capaz, pueden mantener el mismo pensamiento. En este caso, si bien no es mal intencionado, si llegara a afectar las oportunidades de esa mujer no sería ex culpable.
Existe una delicada conciliación entre la ignorancia como herramienta de justificación y de culpa. Como ha sido discutido, principalmente se relaciona con el grado de consciencia de la conducta ignorante. Los casos donde no es intencional fácilmente pueden evolucionar a un pensamiento irracional, donde los valores tradicionales contradicen las nuevas entradas de información y dificultan la renuncia de la ignorancia. En estos casos es preciso evaluar las consecuencias de la conducta. Por la teoría argumentada anteriormente, la ignorancia no es algo que se pueda generalizar como malo o bueno, sino que debe ser analizada por la intención y consecuencia.