Recientemente parece que cada semana aparece un nuevo ataque a la libertad de expresión. Ya no sólo de los típicos gobiernos autoritarios como Venezuela, China, Irán, Arabia Saudita, y demás. En estos años, se suman cada vez más gobiernos con valores occidentales al ataque.
Por ejemplo, Canadá ha comenzado a ejercer un control más estricto sobre lo que considera contenido no adecuado en medios digitales, a través de leyes como el “Bill C-10” o el “Bill-36” y sus permutaciones. Además, ha utilizado herramientas como el congelamiento de cuentas bancarias de manifestantes para dispersar protestas.
Australia también ha intentado imponer la censura de contenido digital, pero a nivel global. Mientras que en Brasil, tanto bajo el gobierno de Jair Bolsonaro como el de Lula da Silva, se ha intensificado la censura de contenido que las autoridades consideran inapropiado.
Por otro lado, en Escocia, la ley “Hate Crime and Public Order” provocó una gran controversia en redes sociales hace unos meses, especialmente debido a su conexión con el debate en torno a J.K. Rowling, la autora de Harry Potter.
Pero el principal caso que deseo recopilar aquí es el del Reino Unido y su reciente declive con la libertad de expresión.
El Reino Unido protege el derecho de expresión mientras que no haya una ley en particular que lo prohíba. Es decir, al añadir leyes o crear precedentes judiciales, pueden limitar cada vez más la libertad de expresión. En resumen, no existe un derecho constitucional que lo respalde.
Bajo la premisa de que el fin justifica los medios, con el “Online Safety Act” el Reino Unido quiere llevar a que las plataformas digitales como Facebook, Signal, X y otros, violenten la privacidad y seguridad de los datos de sus usuarios con el fin de observar todo lo que hacen y así forzarlas a cumplir con sus requisitos de censura en línea (si es que estas empresas no se van antes del país).
Hay que ser claros, buscan que se auditen y censuren no solo las publicaciones, sino también los mensajes privados encriptados.
Estos incentivos a la censura van a llevar a que las plataformas digitales sean extremadamente cautelosas sobre qué se permite comunicar a través de ellas. Debemos entender que en lo que respecta a este tipo de contenido, hay muchas líneas grises y ambigüedad. Junto con la libertad de expresión, el Reino Unido eliminaría cualquier derecho a la privacidad que tienen hoy en día las personas.
Coincidentemente, en medio de los disturbios de las semanas pasadas, el gobierno del Reino Unido empieza a tratar de posicionar a las redes sociales como las culpables de los constantes conflictos en su sociedad.
En esta misma línea, el Reino Unido con su “Defending Democracy Policing Protocol” (Protocolo de Vigilancia Policial para la Defensa de la Democracia) está buscando reprimir manifestantes y su derecho de expresión, catalogándolos como extremistas, bajo sus propios criterios. Así es como se callan voces disidentes.
Del lado de la Unión Europea, algunas de sus figuras prominentes como Thierry Brenton, comisario del Mercado Interior, “amenaza” a Elon Musk previo a su conversación en línea con el ex-presidente Donald Trump. Le “recuerda” apegarse a las regulaciones de la Unión Europea y evitar que durante su conversación con el ex-presidente Americano se dé una amplificación de contenido que ellos podrían considerar “dañina”. Según él, esta advertencia está conectada a los recientes conflictos en el Reino Unido.
El patrón es claro, tanto Canadá, como el Reino Unido y la Unión Europea utilizan la excusa de la “protección en línea” para atribuirse la potestad de decidir qué se puede decir o no en línea. Ellos, específicamente, son los árbitros de qué constituye lenguaje de odio.
De censurar un comentario que incite a la violencia, a censurar un comentario que critique una decisión política, solo hay una interpretación burocrática de distancia.
No sólo se trata de los obvios problemas que implican las ambigüedades en el ámbito de la expresión. Sino, que a esto se le suma el problema de darle poder extra a gobiernos que hoy opinan algo y mañana otra cosa.
“... la libertad de la pluma es la única salvaguarda de los derechos del pueblo.” - Immanuel Kant
Esta visión de justificar cualquier atropello a los derechos de las personas bajo lindas promesas y supuestos objetivos nobles puede llevar a la ciudadanía a una esquina de control gubernamental de la cual no será sencillo salir.
Al evitar caer en la ilegalidad y sus consecuencias, tanto las plataformas digitales como las personas van a llegar a autocensurarse, dando paso libre a las posiciones “oficiales” de los gobiernos, se esté a favor o no de ellas. Sean coherentes y sensatas o no. ¿No hemos aprendido nada de la historia?
Quienes creemos en los valores de la ilustración no debemos dejar de observar estas señales y situaciones con ojo crítico, y hasta donde podamos, mantener la discusión abierta en miras de reflexión en nuestro pequeño y verde país.
Un país como Costa Rica tiende a adoptar las tendencias internacionales y por esto, en lugar de adoptar la visión moderna de que “el fin justifica los medios” debemos comprender que la censura sólo lleva a socavar derechos y a potenciar las malas ideas.
Como país debemos tomar un camino distinto, y entender que a los discursos de odio se les combate con más expresión, no con censura. Debemos seguir una ruta bien pensada y no una superficial bajo supuestos fines nobles. El fin no debe justificar los medios cuando se trata de la libertad de expresión.
“Aquellos que renunciarían a la libertad esencial, para comprar un poco de seguridad temporal, no merecen ni libertad ni seguridad”. - Benjamin Franklin
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