La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró este viernes que la pandemia de COVID-19 ya no constituye emergencia de salud pública de importancia internacional (PHEIC, por sus siglas en Inglés), el nivel más alto de alarma según el derecho internacional.
Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS hizo oficial el anuncio 1221 días después de que la organización fuera informada por primera vez de un grupo de casos de "neumonía de causa desconocida" en Wuhan, China; que terminó desembocando en la pandemia de COVID-19.
El Dr. Tedros había declarado la situación de emergencia de salud pública de interés internacional el 30 de enero de 2020, tras una reunión de más de seis horas con expertos que integran el Comité de Emergencias del Reglamento Sanitario Internacional. Para esa fecha China registraba 8163 casos confirmados y 171 muertos, al tiempo que el virus había empezado a propagase a lo interno de Alemania, Japón, Vietnam y los Estados Unidos.
En los tres años transcurridos desde entonces, COVID-19 ha puesto nuestro mundo patas arriba. Se han informado a la OMS casi 7 millones de muertes, pero sabemos que el número de víctimas es varias veces mayor: al menos 20 millones. Los sistemas de salud se han visto gravemente afectados, y millones de personas se han quedado sin servicios de salud esenciales, incluidas vacunas para niños que salvan vidas.
Pero la COVID-19 ha sido mucho más que una crisis de salud, señaló el doctor Tedros: ha causado graves trastornos económicos, borrando billones del PIB, interrumpiendo los viajes y el comercio, cerrando negocios y hundiendo a millones en la pobreza; ha causado una grave agitación social, con fronteras cerradas, movimiento restringido, escuelas cerradas y millones de personas experimentando soledad, aislamiento, ansiedad y depresión.
COVID-19 ha expuesto y exacerbado las fallas políticas, dentro y entre las naciones. Ha erosionado la confianza entre las personas, los gobiernos y las instituciones, alimentado por un torrente de información errónea y desinformación. Y ha puesto al descubierto las abrasadoras desigualdades de nuestro mundo, siendo las comunidades más pobres y vulnerables las más afectadas y las últimas en recibir acceso a vacunas y otras herramientas.
El director de la OMS señaló que durante el último año la pandemia ha tenido una tendencia a la baja, con un aumento de la inmunidad de la población a partir de la vacunación y la infección natural, una disminución de la mortalidad y una disminución de la presión sobre los sistemas de salud.
La declaratoria del fin de la COVID-19 como PHEIC no significa, sin embargo, el fin de la pandemia: el virus continúa estando presente a lo interno de prácticamente todos los países del mundo y generando una nueva víctima fatal cada 3 minutos, y ese es solo el número de las muertes oficialmente registradas. Al tiempo, miles de personas luchan por su vida en unidades de cuidado intensivo y millones viven con los efectos debilitantes de la post-COVID-19.
Este virus llegó para quedarse. Todavía está matando, y todavía está cambiando. Sigue existiendo el riesgo de que surjan nuevas variantes que provoquen nuevos aumentos repentinos de casos y muertes. Lo peor que cualquier país podría hacer ahora es usar esta noticia como una razón para bajar la guardia, desmantelar los sistemas que ha construido o enviar el mensaje a su gente de que COVID-19 no es motivo de preocupación. Lo que significa esta noticia es que es hora de que los países hagan la transición del modo de emergencia al manejo de COVID-19 junto con otras enfermedades infecciosas.
El Dr. Tedros insistió en que esta no es una decisión repentina, pues se ha considerado cuidadosamente durante algún tiempo, planificado y tomado sobre la base de un análisis cuidadoso de los datos.
Si es necesario, no dudaré en convocar a otro Comité de Emergencia en caso de que el COVID-19 vuelva a poner en peligro a nuestro mundo. Si bien este Comité de Emergencia ahora dejará de trabajar, ha enviado un mensaje claro de que los países no deben cesar el suyo.
El director de la OMS anunció además que, por primera vez, se usará la disposición del Reglamento Sanitario Internacional para establecer un Comité de Revisión, para desarrollar recomendaciones permanentes a largo plazo para los países sobre cómo manejar COVID-19 de manera continua.