¿Cuantos años dijo que tenía la mamá? Trece. Trece. No, ¿la mamá, que cuantos años tiene? Trece. Solo tiene trece la mamá.

El número trece resonó en mi cabeza como un gong y con ecos, porque no pude dejar de pensar en el número. ¿Dónde estaba yo a los trece? Haciendo collages en mis cuadernos con tijeras y goma y yendo al colegio. Esa era mi única responsabilidad: ir al colegio y pasar el año. Pero, para la mamá de Keibril, las responsabilidades asignadas fueron otras: vender números para una rifa y cuidar de su bebé de 9 meses. Mundos paralelos en un mismo país desigual.

Desigual en oportunidades primero, pero también desiguales a la hora de nacer fémina. Es como un yugo inmediato que se le pone a la bebé que nace mujer y pobre; la de tener un camino casi que trazado en un país con falta de oportunidades: oportunidades de estudio, oportunidades de demandar al violador, porque en Costa Rica se ha naturalizado la violencia contra la mujer. Y como país , ahí seguimos vendiendo playas y palmeras, mientras hay zonas de miseria a las que escondemos porque no queremos verlas, ni encararlas.

Pero con el secuestro de la bebé ya no podemos seguir tapando los remiendos, las ocurrencias, las torpezas o las negligencias de casos anteriores. Todo se hizo público, y el PUSC aprovechando y creyéndose muy listo, pide la cabeza de la ministra de la Niñez y Adolescencia, Gloriana Lopez Fuscaldo; mientras el presidente le pide —que como por arte de magia— haga aparecer a la bebé y la prensa, ahora sale haciendo preguntas.

Aquí más allá del PANI, de un presidente que demanda respuestas, de agentes del estado que corren a buscarlas, está la falta crónica de un interés por el embarazo adolescente que ocurre diariamente. Es más, según los números del INEC, en 2021 una menor de edad dio a luz cada 104 minutos en este país. Por más Consejo Interinstitucional de Atención a la Madre Adolescente (CIAMA), UNICEF, UNFPA, INAMU, y otras organizaciones, el Estado se quedará corto hasta que entienda que son problemas sociales de pobreza infantil los que producen estas tragedias, entre otras causas. Que por más PANI, si no se identifican esas estructuras que definen las vidas de estas chiquitas a largo plazo, nada cambiará y todo seguirá igual.

Una revisión de algunos documentos del Archivo Nacional nos dan una idea del nivel de impunidad en los casos de abuso sexual contra menores. Una impunidad establecida por un sistema judicial machista, que sigue y persiste, como si no se hubiera enterado de que ya estamos en el siglo XXI.

La impunidad de los crímenes contra niños permite envalentonar al criminal a que los siga cometiendo. Por otro lado, la desigualdad en la que vivimos y convivimos hace que un embarazo a los 12, sea algo común (uno cada dos días), menos común que uno de 16, pero común. De eso entonces a querer la cabeza de la ministra es de un populismo bárbaro y desgraciado, porque no solo se deja acéfala a la agencia, y con otro problema más, sino que el PANI no es por mucho el que tiene que arreglar este problema que es de todos. Y mientras no lo asumamos como sociedad, no terminará. Y es que ...el que la mamá de 13 años ande vendiendo números en las calles en lugar de estar estudiando es problema mío y suyo.

Una chiquita que deja la escuela ya está en desventaja con otros pares de su edad, pero como esto se repite en chiquitas, a lo largo de la vida, produce que las mujeres terminen en más desventaja que los hombres. Las fallas son múltiples, las sabemos, pero lo que tenemos que reconocer es que también son históricas, políticas y que afectan en su mayoría a las chiquitas. Y eso también es problema de todos, no solo de Gloriana.

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