La dictadura Ortega-Murillo, dando pataleadas de ahogados ante la desesperación de silenciar cualquier voz disidente de su engendro de gobierno —que tuerce y cambia sin pena alguna la constitución de Nicaragua, macerándola y atentando al estado de derecho— no para de atropellar.

El pueblo de Nicaragua, quien ha sido masacrado en su democracia desde la revolución de abril, se ha visto cada vez más atacado por tiranos que se encargan de saquear, expulsar y torturar vilmente a un conjunto de estudiantes, empresarios, escritores, prensa, líderes políticos y religiosos, superando a Somoza…Todo por una sed sádica de poder.

Vemos con admiración y tristeza la expulsión de presos políticos (despojándolos de algo impensable: su nacionalidad), el encarcelamiento de un obispo, ¿hasta cuándo? ¿Qué más espera la comunidad internacional para presionar y denunciar los abusos en contra de los derechos humanos?.

Este día, un nuevo atentado a la soberanía, 94 personas, entre ellos los grandes escritores Sergio Ramírez (galardonado por la UCR y la UNA con la máxima distinción: Doctorado honoris causa), la poetisa Gioconda Belli y la familia Chamorro (comunicadores), caen en la insensatez de jueces comprados, no solo para quitarles su nacionalidad, sino para robarles sus bienes. Se están maltratando entre hermanos, entre compatriotas, una injusticia total, para un país que aún no se ha recuperado de la cruel guerra civil. Cualquier reforma si va teñida de sangre, simplemente no sirve.

No puedo olvidar el funeral de Ernesto Cardenal, del gran poeta cósmico, quien marcó la historia de Centroamérica con sus versos y su lucha, que ingeniosamente formó el ideal de Solentiname, lugar del arte y la libertad, en una Iglesia llena de gritos violentos, sí la misma Catedral, donde explotaron una imagen religiosa sagrada para la religiosidad del pueblo (la sangre de Cristo), ¡ya basta!

Deseo cerrar este espacio —de denuncia y desahogo— con un poema de Cardenal, invito a que podamos parafrasear cada verso, a manera de denuncia y a que corramos las voces de los que no tienen voz y quieren gritar… Con la esperanza, de que la ansiada libertad, llegue a nuestros hermanos nicaragüenses. Lo que le sucede a nuestro vecino país, no nos puede dejar indiferentes.

Ha venido la primavera con su olor a Nicaragua:

Ha venido la primavera con su olor a Nicaragua: un olor a tierra recién llovida, y un olor a calor, a flores, a raíces desenterradas, y las hojas mojadas (y el oído el mugido de un ganado lejano…) ¿O es el olor del amor? Pero ese amor no es el tuyo. Y amor a la patria fue el del dictador: el dictador gordo, con su traje de sport y su sombrero tejano, en el lujoso yate por los paisajes de tus sueños: él fue el que amó la tierra y la robó y la poseyó. Y en su tierra amada está ahora el dictador embalsamado mientras que a ti el Amor te ha llevado al destierro.

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