A duras penas y en pequeños momentos esperanzadores, Costa Rica aún sigue siendo ese país que pareciera que hará todo mal pero llegado un punto de la cuesta hacia abajo decide tomar la decisión correcta, aquella a la altura de los retos y circunstancias. Esa es la historia de la reciente elección de la persona que asumirá el liderazgo de la Defensoría de los Habitantes: contra prácticamente todo pronóstico, una mayoría de la Asamblea Legislativa decidió votar de la mejor forma posible y darle a la Defensoría de los Habitantes la jerarca que tanto necesita.

Habrá que irnos primero un poco hacia atrás y recordar el lamentable legado de la ahora, por fin, ex defensora Catalina Crespo.

Catalia Crespo fue electa como jerarca de la Defensoría de los Habitantes el 12 de diciembre del 2018 de la mano de 33 votos de diputaciones en la Asamblea Legislativa y a pesar de críticas como su cercanía al entonces ministro de la presidencia, Rodolfo Piza, el intenso e inusual lobby realizado o su desconocimiento técnico. Su gestión estuvo plagada de cuestionamientos por diversas razones, pero esto converge en un tema más grave: la pérdida de credibilidad que sufrió la institución nacional encargada de la defensa y promoción de derechos humanos.

En determinado momento, una de las rendiciones de cuentas anuales de Crespo ante la Asamblea Legislativa se volvió en un espacio para que diputaciones de múltiples partidos le reprocharan el giro que tomó la institución con su cuestionada gestión. Recibió múltiples cuestionamientos y luego, diputaciones de casi todos los grupos legislativos (menos el desaparecido Restauración Nacional y el Frente Amplio) presentaron una moción para integrar una comisión especial que investigó si cometió negligencia notoria o violaciones graves al ordenamiento jurídico. Al final, se salvó de dicha investigación y continúo mal ejerciendo el cargo.

También, el Consejo de Directores y Directoras de la institución (que tenía como parte de sus funciones analizar la participación y actuaciones de la Defensoría y hacer observaciones que se consideren necesarias) cuestionó su trabajo y le pidió considerar su renuncia al cargo. El resto del funcionariado de la institución llegó a señalar la carencia de dirección estratégica desde el despacho de la defensora y que su permanencia hacía muy difícil encauzar la gestión con la confianza y credibilidad que se requiere.

Incluso, más de un centenar de organizaciones de sociedad civil le pidieron la renuncia al señalar que desgraciadamente no cumplió con las características necesarias para el cargo y señalaron su manipulación política en lugar de reconocer con humildad sus limitaciones técnicas y profesionales. Las organizaciones señalaron que Crespo atentó directamente, con actuaciones y omisiones, contra el Estado Social de Derecho y la legitimidad de la institución.

Las actuaciones de Crespo también deberán ser analizadas y juzgadas puesto que aún enfrenta investigaciones en el Tribunal Supremo de Elecciones y la Procuraduría de la Ética Pública, y también fue denunciada por supuestos delitos como tráfico de influencias y abuso de autoridad. Es claro que la principal traba para que la Defensoría de los Habitantes realizara debidamente su trabajo de defensa de derechos humanos fue su propia jerarca.

Una pregunta surgió múltiples veces en la opinión pública: “¿Quién nos defiende de la defensora?” Este 27 de febrero, 31 diputadas y diputados nos dieron la respuesta.

Contra todo pronóstico, la Asamblea Legislativa eligió a una persona preparada académicamente y con la experiencia profesional requerida para liderar la Defensoría de los Habitantes. El currículum de la nueva Defensora, Angie Cruickshank Lambert, es impresionante y parece ser una carrera profesional cuidadosamente diseñada para ejercer de forma digna y honesta este cargo. Ella es abogada de profesión, tiene una especialización en gerencia de proyectos (TEC), máster en derecho internacional y derechos humanos (Universidad para la Paz) y una especialización en relaciones internacionales y política exterior (FLACSO). Se ha especializado en derechos humanos y ha sido consultora e investigadora para organismos internacionales en la materia y participado en grupos consultivos en instituciones nacionales. De entre todas las personas que postularon su nombre y atestados para dirigir la institución, parece ser la mejor; una buena noticia y una mejoría para la institución.

Esta elección tuvo dos elementos que merecen ser señalados: el involucramiento de la sociedad civil organizada y la opinión pública quienes, principalmente, señalaron reservadas y cuestionamientos hacia otras candidaturas. Por otro lado, frente al intento del gobierno de colocar una ficha propia en la institución y las ansías de los políticos anti derechos de elegir la continuación de Catalina Crespo, prevaleció en una mayoría de las diputadas y diputados la intención de elegir a una persona decente, preparada y apta para el cargo. Ese ejercicio de una mayoría de las diputaciones involucra un valiente y responsable ejercicio democrático y un entendimiento de que la Defensoría de los Habitantes debe ser defendida y su jerarca debe ser una persona con sensibilidad y conocimiento técnicos en derechos humanos, no una persona que los ataque.

El peso de la elección y los retos que enfrentará Angie Cruickshank Lambert no podrían ser mayores en estos momentos. El primero y más importante de ellos será ordenar la casa, llevar la calma a la institución y reparar los daños internos que dejó su predecesora. Con el tiempo, una gestión honesta y técnicamente robusta logrará que la credibilidad que perdió la institución sea recuperada. Frente a los abusos y omisiones del Estado en materia de derechos humanos, la Defensoría de los Habitantes es una piedra angular de defensa de todas las personas y, por ello, la defensa misma de la institución es esencial

Por ahora, un muy triste capítulo se cerró, se defendió a la Defensoría de los Habitantes y ahora los esfuerzos deben estar abocados en que la nueva defensora responda debidamente a los retos de su cargo.

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