Desde hace más de 10 años hemos sido testigos de los discursos sobre la inminente crisis alimentaria. El aumento de los precios de los alimentos es de las principales causales de que aproximadamente 30 millones de personas se encuentren actualmente en riesgo de padecer inseguridad alimentaria.
Esta situación nos obliga a recordar las revueltas vividas en el 2008 en más de 30 países debido a la crisis económica y financiera que se gestó a nivel internacional. En aquel entonces, los países agroexportadores restringieron las ventas para evitar el alza en los precios de los alimentos dentro de sus fronteras.
A pesar de esto, seguimos viviendo en una sociedad donde millones de personas son sustentadas por un sistema productivo totalmente vulnerable al cambio climático y a la política que lejos de proteger la seguridad y soberanía alimentaria, la entregan a la dependencia de la importación.
El término burbuja económica hace referencia a un proceso en el cual los precios de un activo suben considerablemente lo cual genera expectativas de incrementos futuros no exentas de riesgo. Según el Banco Mundial, la inflación interna de los precios de los alimentos se encuentra al alza en todo el mundo. Para el periodo comprendido entre julio y octubre de este año casi todos los países de ingreso bajo y mediano han registrado niveles de inflación superiores al 5% e incluso muchos han llegado a cifras de dos dígitos. Pero esto no es una regla excluyente para los países de ingreso alto, ya que la proporción de los mismos que presentan una elevada inflación de precios de los alimentos ha aumentado al 86,8%, esto ha sido expuesto en el informe “Food Security Update” publicado el 10 de noviembre de 2022.
El aumento de los tipos de interés es un riesgo mayor para la economía, en el momento que se deba hacer frente al pago de la deuda para empresas, gobiernos y hogares, puede suponer un lastre sobre todo por los países de bajos ingresos, que a la vez están viendo cómo el conflicto agrava los problemas de inseguridad alimentaria a nivel mundial.
Si bien es cierto, el impacto de la pandemia por COVID-19 afectó inmensamente la dinámica económica de las naciones, el Estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2022 publicado por la FAO expuso que la recuperación del producto interno bruto (PIB) post pandemia observada en la mayoría de los países en 2021 no se tradujo en un aumento de la seguridad alimentaria en el mismo año, incluso las afectaciones en este sentido han llegado a niveles superiores a los vividos antes del año 2020.
Entonces, nos encontramos en un momento donde la mayoría de aspectos posibles conspiran contra la alimentación y la nutrición. Desde la inflación, pasando por la guerra en el continente europeo y llegando a las consecuencias del cambio climático que, hoy por hoy, son más tangibles que nunca.
Los impactos adversos sobre la producción agrícola debido a la disminución de los suministros de agua, el aumento de fenómenos meteorológicos extremos como inundaciones y tormentas severas, el estrés térmico y una mayor prevalencia de plagas y enfermedades, ponen en jaque al sistema productivo de alimentos. No podemos dejar de lado la crisis energética, considerando que diversos países europeos se encuentran en la encrucijada de “heat or eat” de cara al invierno.
Colombia, en el foro “Desafíos de la Seguridad Alimentaria” llevado a cabo el día 11 de noviembre, destacó la necesidad de escuchar al sector rural para comenzar a producir, el desarrollo del sector agropecuario, respetando los límites medioambientales y así mejorar el acceso de las personas a los alimentos. Dentro de los aspectos altamente criticados destaca la falta de recursos para lograr una inclusión productiva y cerrar brechas de desigualdad en el país.
Estos planteamientos no se encuentran muy lejanos a la realidad nacional. Mientras nuestros productores viven en lucha constante para acceso a crédito, seguros productivos e incluso lograr una cuota decente en la participación de mercado, la agricultura de los países más desarrollados recibe millones de dólares en subvenciones al año logrando colocar sus productos a nivel internacional con precios con los que los agricultores del Tercer Mundo no pueden competir.
El mundo está ante serios problemas en el frente alimentario. Pero no parece que los líderes políticos se hayan dado cuenta de lo que está sucediendo. es el momento de exigir respuestas. La realidad es que cada vez será más difícil para las personas de todos los niveles ingreso, lograr cubrir sus necesidades alimentarias. Es fundamental discutir posibles cambios estructurales para mejorar la inseguridad alimentaria y la creación de políticas públicas para mejorar el acceso a alimentos de calidad y las posibilidades de producción, para mañana ya es tarde.
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