Un acto judicial inexistente. Recientemente, el (des) gobierno de Ortega difundió las comparecencias de los presos políticos ante un tribunal de “justicia”. Aunque no soy experto conocedor de la legislación procesal penal del país vecino, lo cierto es que, parte esencial del debido proceso es contar con un abogado de confianza, por ende, este acto “judicial” se convirtió en una afrenta más a la democracia y al derecho de defensa por parte del poder judicial nica.

De hecho, el Código Procesal Penal del país vecino, en los numerales 390 a 396 contiene las reglas acerca de la tramitología del recurso de casación, y en ningún lado hay una denominación “Audiencia informativa”, lo cual termina por demostrar que fue todo un espectáculo montado por el régimen, con la lamentable colusión del poder judicial. Es acá donde radica la gran y trascendental importancia de la división de poderes, y la independencia judicial, situación que a veces parece que olvidamos.

Son innumerables las versiones de los familiares de los presos políticos, en el sentido de que sus seres amados se veían con varios kilogramos menos, y que, además, en los últimos días se les dio carne como forma de aumentar el peso corporal al momento de ser exhibidos. Asimismo, dicha comparecencia ante el tribunal evidenció la ausencia de sus abogados, y por parte de las autoridades, la justificación fue que era una audiencia para ponerles en conocimiento de los recursos presentados por sus abogados, pero conocedores en la materia han alegado que tal diligencia no existe en la legislación adjetiva nicaragüense, tal y como se indicó supra. Es decir, no sólo no contaron con su defensa técnica y de confianza, sino que se inventaron un acto procesal, quedando más que en evidencia que se aprovechó la ocasión para presentar a los medios de comunicación el estado físico y de salud de los presos políticos.

Han sido unánimes las opiniones por parte de defensores de derechos humanos, en el sentido de que, las sentencias condenatorias dictadas en contra de los presos políticos han sido a contrapelo del debido proceso, por ende, es lamentable tal acto que respondió en realidad a la presión que ha sufrido el señor Ortega por parte de la opinión internacional.

Solidaridad tica. En muchas ocasiones no nos damos el crédito que merecemos como país, y por gracia, los extranjeros reconocen la forma como Costa Rica a lo largo de muchos años ha acogido a refugiados de países latinoamericanos. Por ejemplo, el cantautor nicaragüense Carlos Mejía Godoy dijo recientemente en el programa de Teletica Radio Malas Compañías que: Costa Rica ha sido un país de puertas abiertas y que se ha constituido en su segunda patria.

También, pude escuchar una entrevista del escritor Sergio Ramírez en la cadena alemana DW, en donde reconoció la acogida que el país le dio en estos momentos tan complicados para él y su familia. Todo lo anterior, nos debe llenar de orgullo, ya que Costa Rica ha recibido a ciudadanos de Nicaragua, Venezuela, Chile, Brasil, Cuba y otros más, lo cual revela que el tico es solidario y ha quedado acreditado a lo largo de los años. Ahora bien, una cosa es la solidaridad y otra muy diferente, es tomar partido en un conflicto interno de tales envergaduras. Nótese, que nuestro país cuando se cierran las fronteras en el norte o el sur queda al descubierto e indefenso, ya que existe una dependencia absoluta por el traslado de las importaciones y las exportaciones, y ni que se diga del paso de los migrantes que provienen de Venezuela, Haití o África, en donde la coordinación con los países limítrofes es esencial.

Finalmente, no olvidemos lo que está sucediendo entre Rusia y Ucrania, y el actuar de parte de las grandes potencias, quienes no intervienen, justamente para evitar una III Guerra Mundial, y por la evidente dependencia a los productos energéticos rusos. Probablemente, ese sea el panorama en caso de alguna invasión al país, un país que carece de fuerzas armadas para su auto defensa. Quedará el privilegio de seguir dando abrigo a los refugiados políticos de Nicaragua, y seguir abogando por el restablecimiento de la democracia, así como la liberación inmediata de todas estas personas cautivas por razones políticas, ante la aplicación absoluta de sus derechos fundamentales.

Margen de mejora. En muchas ocasiones, he leído comentarios en redes sociales, en donde ante una condena relámpago por parte de las autoridades nicaragüenses, y costarricenses alabando al sistema judicial de dicho país. Siempre he tenido claro que, esa cercanía de parte del poder judicial con el ejecutivo en Nicaragua lesiona la división de poderes, y por ello concluyo que, nuestro país tiene un sistema no perfecto obviamente, pero apto y mejorable en todo sentido. Tenemos instrumentos de pesos y contrapesos, en donde la Corte Suprema, el Congreso y el presidente de la República interactúan entre sí, y si bien los segundos eligen a nuestros jerarcas judiciales, se están dando pasos importantes para mejorar el medio de elección a los magistrados/ as (elección pública, por ejemplo).

Además, puedo hablar en mi carácter personal, ya que nunca he sufrido presiones de parte de la Corte Suprema de Justicia, y siempre he tomado las decisiones con independencia e imparcialidad en cada uno de los casos conocidos -a lo largo de 15 años-, así que situaciones como las vistas en Nicaragua, jamás las esperaría en el país. Queda en cada quien aportar su “grano de arena”,  compromiso y lealtad a la ley, a la Carta Magna y a los tratados internacionales de derechos humanos, con el deseo de conseguir un mejor sistema de administración de justicia para Costa Rica.

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