La celebración de la independencia es motivo de exaltar nuestras tradiciones y el patrimonio cultural que hemos construido como país soberano. Dentro de éstas, las prácticas culinarias y la gastronomía popular forman parte de los valores que comprenden ese patrimonio cultural inmaterial que ha sido componente fundamental en el desarrollo de la nación, expresando el sentido de pertenencia del ser costarricense y que constituye elementos integradores de lo que permanece y nos ha fundado como país. Nuestra independencia sabe a historia, cultura y tradición, que también la podemos saborear a través de las preparaciones gastronómicas que posee Costa Rica.
La gastronomía tradicional costarricense aporta a la Seguridad Alimentaria y Nutricional de nuestro país al revitalizar la diversidad biológica alimentaria, el uso de alimentos endémicos o nativos, conocimientos o saberes ancestrales y posicionar el valor de la producción agrícola costarricense de forma sostenible. Evoca además una práctica de consumo de alimentos locales y de preparaciones con valor nutritivo que precisan combatir los cambios en los patrones alimentarios actuales que impactan la salud pública de nuestro país por el un aumento en los últimos años de las enfermedades crónicas no transmisibles como hipertensión arterial, diabetes, obesidad y cardiopatías. Por tanto, se puede aseverar que las cocinas tradicionales fortalecen la seguridad alimentaria y nutricional no solo por el derecho a alimentarse de manera saludable sino por la vivencia de la experiencia de las realidades socioeconómicas de familias y sus comunidades.
Las raíces de la cocina costarricense son una fusión precolombina con técnicas culinarias traídas de Europa, África y Asia sobre alimentos como maíz, frijol, ayote, cacao, papa, pejibaye, yuca, plátano, chayote entre otros. Haciendo un recorrido por las regiones y las siete provincias del país, se encuentra una variedad de preparaciones culinarias llenas de sabor.
En el Pacífico de la provincia de Guanacaste, se encuentra una variedad de alimentos derivados de la milpa, y la tríada: maíz, frijol y ayote. Por ejemplo, la tradicional tortilla, el tamal de maíz pujagua, chorreadas, las rosquillas guanacastecas de maíz con queso, así como la famosa cuajada que proviene de tradiciones indígenas chorotegas. Además, existen otras preparaciones gastronómicas como el refresco de semillas de ayote, picadillo de quelites, tamal de plátano verde, sopa de queso, buñuelo, entre otros.
En las hermosas playas del Caribe, se desarrolla la cocina de la alegre provincia de Limón, con preparaciones como el ¨hammanì¨ que se consume como un postre a base de maíz, leche y coco. La bebida tradicional de agua de sapo que viene de la tapa de dulce con limón y jengibre, hasta el conocido rice and beans, el guiso de angú (banano verde con tomate) o sopa rondón. Otros platillos lo constituyen el arroz con camarones secos, arroz con bacalao, pudín de ayote, chocolate caliente, cacao tostado, pan bon, sancocho y pudín de yuca.
En la provincia de Puntarenas se encuentran las preparaciones con piangua, la resbaladera a base de arroz con canela, leche y azúcar, y la diversidad de preparaciones con mariscos. Además, también se encuentra el tamal de frijol, bizcocho, ceviche de plátano, patacones, sopa de patacones y tamal de yuca.
Recorriendo el valle central compuesto por San José, Heredia, Alajuela, son conocidos por los famosos picadillos de papa, chicasquil o papaya, miel de ayote o de coco, olla de carne, bizcocho, pozol, prestiños, chancletas, semillas de ayote. Además, la provincia de Cartago, cuna de la independencia del país, se caracteriza por el tradicional maíz crudo, el pozol cartaginés, picadillo tradicional de ajiaco, gallitos de picadillos de papa o picadillo de papa con hojas de coliflor, picadillo de arracache, cajetas mechudas, conserva de chiverre, tamal asado de maíz Cartago, entre otros. Además, en estas tierras brumosas se produce el tacaco, que es un alimento de origen autóctono y endémico, esto quiere decir que solo se produce en Costa Rica.
La riqueza y variedad de alimentos que forman parte de la cocina costarricense como el zapote, marañón, quelites, flor de itabo, tacaco, chicasquil, papaya, pejibaye, frijoles, maíz representan un rico aporte nutricional y cultural que se puede exponer ante el mundo.
Es momento de sentirnos orgullosos y orgullosas de ser costarricenses, ostentar esa libertad e independencia preservando nuestras tradiciones alimentarias heredadas de abuelas y abuelos, las cuales enriquecen nuestra idiosincrasia a través del fortalecimiento del patrimonio inmaterial cultural como parte de la seguridad alimentaria y nutricional de este país en sostenibilidad con el ambiente.
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